Читать книгу La estabilidad económica en la Constitución Española - Mauricio José Reyes Opazo - Страница 19
2. Las dificultades del pleno empleo de los recursos
ОглавлениеEl debilitamiento de la armonía del mercado, como explicamos previamente, no se reprodujo en el segundo componente del modelo, a saber, la noción de pleno uso –en el largo plazo– de los recursos económicos. De hecho, y a pesar de las críticas de las que fue objeto, la citada idea mantuvo su preponderancia hasta la década del treinta del siglo XX. Sin embargo, la preeminencia de la noción de pleno empleo de los recursos económicos en el largo plazo en los siglos XIX y XX, no impidió que se expusieran, desde el momento en que esta tesis se esbozó, críticas y/o reparos a la misma provenientes de autores, tanto de la corriente principal como de sus disidentes. Ahora bien, estos cuestionamientos se basaban en justificaciones diferentes. Así, en un principio el reproche al pleno empleo se enmarcó en el debate sobre el crecimiento económico y, en particular, si la obtención de este objetivo económico se alcanzaba con consumo, o bien, con ahorro e inversión. En este contexto, sostienen autores como Sismondi y Lauderdale y, con más propiedad Roberth Malthus, es preferible el consumo al ahorro e inversión ya que, siguiendo la interpretación que formulan Landreth y Colander de este último, el «ahorro [y la] inversión no puede mantenerse indefinidamente sin provocar un estancamiento a largo plazo [, porque la economía sólo puede absolver una determinada tasa de capital y, en consecuencia] un exceso de ahorro y de inversión causa dificultades. El proceso de ahorro provoca una reducción de la demanda de bienes de consumo y el proceso de inversión provoca la producción de más bienes de consumo en el futuro77. En definitiva, el pleno empleo en el sistema de mercado requería “seguir aumentando el nivel total de producción y de consumo”»78 constantemente, lo que era imposible.
Aunque la idea de Malthus, como señalamos anteriormente, fue desechada por Ricardo, los Mills y Say79, esto no evitó que en los últimos treinta años del siglo XIX surgiera nuevamente un cuestionamiento a la hipótesis del pleno empleo. Sin embargo, en esta oportunidad el análisis de la citada hipótesis, más que un examen directo de la misma era una consecuencia residual e involuntaria de las teorías que intentaban explicar los desajustes o desequilibrios que experimentaba la economía con el transcurso del tiempo80. De ahí que las referencias críticas a este elemento son evitadas por los autores, o bien resultan imperceptibles a primera vista. En el primer caso, los autores eludieron mencionar objeciones a la teoría del pleno empleo de los recursos económico en el largo plazo, puesto que ello implicaba «un intento muy paradójico de echar abajo principios consagrados»81. La segunda cuestión, en cambio, se advierte con dificultad en las obras del citado periodo. Un ejemplo de ello es Lombard Street: A Description of the Money Market, de Walter Bagehot donde se infiere, sin mucho desarrollo, la imposibilidad del pleno empleo de los recursos económicos como una consecuencia de la prosperidad aparente que ocasiona el exceso de capital82.