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Leer la mente dormida

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La contribución de Hans Berger fue la electroencefalografía (EEG), que es el registro de “ondas cerebrales” del ser humano mediante electrodos adheridos al cráneo.

Construyó el primer electroencefalógrafo en 1924, pero durante años su trabajo fue ignorado, pues se le consideraba un excéntrico; lo cual no era gratuito porque Berger era entusiasta de la telepatía. De hecho, su máquina de EEG para demostrar que los seres humanos pueden comunicarse mediante poderes psíquicos.

Su obsesión con la telepatía comenzó en su juventud, cuando era oficial de caballería. Un día, en un ejercicio militar, su corcel se alteró y lo arrojó frente a un cañón tirado por caballos. La herida no fue seria, pero quedó muy alterado. Más tarde descubrió que en casa, su hermana presintió que estaba en peligro de muerte y obligó a su padre a mandarle un telegrama para confirmar que estuviera bien.

Berger estaba convencido de que, durante el accidente, envió un potente mensaje psíquico de auxilio que de algún modo su hermana había recibido. Estaba tan convencido que decidió volver para estudiar medicina y luego psiquiatría, sólo para confirmar la existencia de la telepatía.

En lo personal no creo en la telepatía, pero Berger acertó cuando afirmó que el cerebro humano produce señales eléctricas que se pueden “leer” con electrodos colocados en el cuero cabelludo. Aunque las versiones modernas del EEG son mucho más sofisticadas que el invento de Berger, en esencia hacen lo mismo.

Duerme en un dos por tres

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