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1.3. El II Concilio Vaticano y el Pacto de las Catacumbas

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Hacía ya tiempo que las situaciones de pobreza y los florecientes movimientos de liberación habían despertado a la Iglesia. Los cubanos habían triunfado en 1959 contra la dictadura de Fulgencio Batista, aportando así también al ambiente de cambios. Pero, como lo escribe Enrique Dussel, las convicciones políticas de muchos cristianos y cristianas no estaban en consonancia con su fe tradicional. Vivían en mundos paralelos, porque su teología (ideología) no era capaz de conjugar compromiso político con fe cristiana10. Esto cambió recién con el II Concilio Vaticano del que Dom Helder Câmara decía, citando a Juan XXIII: «Hay que sacudir el polvo imperial que se ha depositado sobre la cátedra de Pedro desde Constantino»11 . A pesar de que aquí se trataba en primer lugar de la reforma de la Iglesia y que el paradigma dominante que se aplicaba a las ideas de cambios sociales era el «desarrollismo», sin embargo se marcaba ya la entrada y brotaba el germen desde donde se desarrollaría la teología de la liberación en la Iglesia oficial, sobre todo naturalmente en la de América Latina. Esta evolución se ve nuevamente en el arzobispo Câmara: en 1969 dijo del concepto de «desarrollo» que se lo debía caracterizar como «una palabra desdichada y una categoría dudosa…», y que «liberación» era más completa y más bíblica12. Al término del II Concilio Vaticano tuvo lugar el llamado Pacto de las Catacumbas13 con el que inicialmente cuarenta obispos se comprometieron con Helder Câmara, luego más de cuatrocientos, a llevar una vida de pobreza y al servicio de los pobres. El obispo Manuel Larraín estaba en el núcleo de este grupo de aliados. Este obispo era consejero de la Acción Católica de Chile junto con Alberto Hurtado. Câmara había escrito de Larraín en una carta anterior: «Larraín y yo vamos a emprender una operación difícil: salvar el tema de la pobreza…»14. El Pacto de las Catacumbas confluyó por su parte en 1968 con la Conferencia Latinoamericana de Obispos en Medellín y la formulación de la «opción por los pobres». La Iglesia Católica se había abierto históricamente a las «esperanzas y angustias» de la gente15. José Comblin escribió a este propósito: «Era el tiempo de la utopía. Se impuso la idea de que todo era posible. Cuba mostró que las personas pueden tomar la historia en sus manos… Sólo había que quererlo para cambiar la sociedad capitalista en una socialista»16. En Chile, Aldunate declaraba después de la victoria electoral de la Unidad Popular:

Yo había votado por Tomic (el candidato de la DC) y el día que triunfó Allende fui a la Alameda y vi llegar grandes olas sucesivas de la gente más pobre de Santiago: venían contentos, bailando y cantando, porque por primera vez en su historia tenían un Presidente que iba a responder a sus anhelos y derechos. Ahí vi yo la esperanza de ese pueblo y tomé la resolución de trabajar para que no se viera frustrada17.

Resumiendo, se puede constatar que tres factores constituyeron la base sobre la que pudo nacer el movimiento de Cristianos por el Socialismo en el tiempo de la Unidad Popular: 1. La separación de Iglesia y Estado un siglo después de la declaración de la independencia de Chile y la necesidad que de allí dimanaba de relacionarse de manera nueva –o tal vez por primera vez– con la población; 2. el nacimiento del cristianismo social en el contexto de la nueva configuración de la clase política chilena y 3. los esfuerzos reformadores de la Iglesia Católica romana y la nueva teología de la liberación.

1 «Ya en 1925 la Iglesia Católica se había comprometido a trabajar por el bien del pueblo chileno…», Silke Hensel, «Religion, Politik und Gewalt in Argentinien und Chile», 289, en: Die katholische Kirche und Gewalt: Europa und Lateinamerica im 20. Jahrhunderts, Silke Hensel y Hubert Wolf (Edit.), Viena/Colonia/Weimar 2013.

2 La Corporación de Fomento de la Producción, un organismo estatal, había dividido a Chile en cinco regiones. La zona central está de hecho en el centro geográfico del país y en ella vive hoy el 79% de la población total.

3 Salinas, «Chile», cit. según: Veit Straßner, Chile, 389, en Kirche und Katholicismus seit 1945, T. 6: Lateinamerica und Karibik, Johannes Meier y Veit Straßner (Edit.), Paderborn/Viena/Munich/Zurich 2009. Es una situación que no ha cambiado hasta ahora: en el barrio de gente acomodada de Providencia el año 2000 había doce parroquias por 100.000 habitantes, mientras en la población La Granja eran tres por 150.000. En: Chile: ¿Un País Católico?, Carla Lehmann S.B., Centro de Estudios Públicos, Puntos de Referencia, 249. Noviembre 2001.

4 Andrea Botto, «Algunas tendencias del catolicismo social en Chile: reflexiones desde la historia», en: Teología y Vida, Pontificia Universidad Católica de Chile. Facultad de Teología Vol. XLIX (2008), 499 – 514.

5 En 1931 la Conferencia Episcopal chilena anuncia oficialmente la fundación de la Acción Católica. En los años 50 la Acción Católica tenía 100.000 miembros, de los cuales 57.000 en Santiago (Hensel, 289).

6 «La pastoral es apologética, pero gracias a la Acción Católica se transformó en una acción defensiva y ofensiva a la vez. Sale al encuentro de los «contrarios» o de los «enemigos», como la masonería, los protestantes, los ateos, los socialistas y marxistas, etc.», Comunidades eclesiales de base. 20 años en Chile, CEDM, serie de estudios 1, ediciones Rehue 1989, 17.

7 Cf. Alberto Moreira: «La Acción Católica y el Movimiento estudiantil católico ser originaron en parte como una respuesta pastoral eclesiástica al ‘peligro rojo’, esto es, a la presencia creciente de los partidos comunistas». Alberto Moreira, «Das endlose Jahr. 1968 en Brasil», 156, en: Kuno Füssel/Michael Ramminger (Edit.), Zwischen Medellin und Paris, Luzern/Münster, 2009.

8 «Die Veränderungen der Landwirtschaftlichen Betriebsgrößenstruktur durch die Agrarreform in Chile». Jürgen Bahr und Antje Fischbock, en: Erdkunde T. 41/ 1987.

9 «Ya no basta con rezar», Aldo Francia, Chile 1972. El film se exhibió en 1973 en el festival de Cannes. A. Francia está entre los fundadores del cine moderno en Chile. El film se inspira en la historia del sacerdote Ignacio Pujadas de los CPS y algunas escenas están tomadas en su iglesia. La diócesis en que se desarrolla la historia del film es la de otros dos sacerdotes CPS: Miguel Woodward y Antonio Llidó. Cf. Andrés Brignardello Valdivia, La Iglesia Olvidada – La teología de la liberación en Valparaíso, Ed. Punta Ángeles, Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación, Valparaíso 2020, 66.

10 Dussel, Enrique, «Zur sozio-historischen Bedeutung der Befreiungstheologie. Überlegungen zu weltgeschichtlichem Ursprung und Kontext», en: Raúl Fornet-Betancourt (Edit.), Befreiungstheologie - Kritischer Rückblick und Perspektiven für die Zukunft, Maguncia 1997, T. I, 16.

11 Cit. según: Dom Helder Câmara. Briefe aus dem Konzil. Nachtwachen im Kampf um das II. Vatikanum, Urs Eigenmann (Edit.) Lucerna 2016, «Hinführung», 13.

12 Cit. según Dom Helder Câmara. Briefe aus dem Konzil. Nachtwachen im Kampf um das II. Vatikanum, Urs Eigenmann (Edit.) Lucerna 2016, «Hinführung», 12.

13 Cf. Norbert Arntz, Der Katakombenpakt. Für eine dienende und arme Kirche, Kevelaer 2015, 75ss

14 Cit. según: Dom Helder Câmara. Briefe aus dem Konzil. Nachtwachen im Kampf um das II. Vatikanum, Urs Eigenmann (Edit.) Lucerna 2016, 129.

15 Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual, Proemio, 1.

16 José Comblin, «Trinta anos de teologia latino-americana», en: Susin, Luiz C. (Edit.) O mar se abriu. Trinta anos de teologia na América Latina, Sao Paulo, Paulinas-Soter 2000, 180.

17 Apsi, 28/12/1988, 11, cit. según: Amorós, Mario, «La iglesia que nace del pueblo», en: Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, Julio Pinto Vallejos (Edit.), LOM, Santiago 2005, 111.

Éramos iglesia… en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo en Chile 1971-1973

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