Читать книгу Éramos iglesia… en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo en Chile 1971-1973 - Michael Ramminger - Страница 17
El Grupo de los 80, su relación con la Iglesia y con la izquierda
ОглавлениеEl análisis formulado por Gumucio y Arroyo adopta en el fondo una idea de la teología de la liberación40, una de cuyas consecuencias es que la misma Iglesia está atravesada por contradicciones de clase. Sobre la base de esta idea, una Iglesia que no preste atención en primer lugar a los pobres y necesitados no puede pretender ser seguidora de los profetas. Desde esta perspectiva, para cumplir con su misión propia de entregar a todos –universalmente– una respuesta liberadora, deberá responder a la pregunta de si ella está del lado de los pobres. Sin liberación de los pobres, o sin participar en su lucha por liberarse, no puede haber una liberación de toda la sociedad. La declaración de los profesores que lleva esta línea de argumentación va aún más lejos al afirmar que los ricos por su parte deben ser liberados de su egoísmo y de la explotación a que someten a los que nada tienen41.
Con una toma de posición tan clara, se enciende el conflicto básico ya mencionado: el de la pregunta por la unidad de la Iglesia. Pese a que el Grupo de los 80 no se expresara con claridad sobre el punto, es evidente que entendiendo el cristianismo como ellos lo entienden, la respuesta a la pregunta de si todas las convicciones políticas y teológicas tienen igual cabida dentro de la Iglesia debe ser inequívoca. Si se entiende a la Iglesia como comunidad profética de seguidores de un Cristo liberador, entonces quedan enjuiciados aquellos sectores de la Iglesia que se niegan a aceptar esa manera de entenderla. La conflictividad de esta postura era tan obvia, que el grupo prefirió moderarla y mitigarla en su respuesta a los obispos:
Creemos oportuno declarar de antemano que los sacerdotes que elaboramos la presente carta nos reunimos por motivos de legítima amistad y de afinidad de tareas y criterios pastorales... Pensamos hacer nuestro aporte a la reflexión común de la iglesia, en comunión con nuestros obispos42.
En 1976 Pablo Richard escribió desde el exilio que los CPS no tuvieron nunca la idea de ejercer un magisterio por fuera ni de fundar una iglesia paralela. Tampoco querían ser una «iglesia clandestina», sino que se entendían como parte legítima de la iglesia real:
Creíamos que nuestra eficacia política y liberadora sólo podía darse si actuábamos como iglesia y desde el interior de ella. No éramos un grupo cristiano ‘clandestino’, ‘subterráneo’ o ‘marginal’, éramos iglesia y en cuanto tal actuábamos en medio del pueblo43.
Esta interpretación retrospectiva es congruente con la entrevista hecha en 1971 a Gonzalo Arroyo en la revista argentina Cristianismo y Revolución. También Arroyo aseveró que no se trataba de convertirse en un movimiento u organización dentro de la Iglesia. No es muy sencillo evaluar con exactitud el alcance de esta convicción, pues los conceptos de movimiento y organización se usan en un sentido muy indeterminado. Probablemente no se trataba de llegar a ser ningún tipo particular de organización que pudiera tener alguna pretensión magisterial o pastoral, sino más bien una corriente dentro de la Iglesia. En ningún momento quisieron configurar una entidad o institución que se planteara frente a la iglesia como su equivalente.
Es obvio que había sectores de la jerarquía eclesiástica que no estaban del lado de los pobres ni tenían contacto con personas que vivieran en los barrios populares, mientras otros sectores estaban allí presente siguiendo al Concilio Vaticano II y la Conferencia de obispos de Medellín. Este era precisamente el lugar de origen de los CPS. El Grupo de los 80 no se entendía a sí mismo como enfrentando a «la iglesia», sino muy naturalmente como parte de ella:
Sin esa parte de la Iglesia institucional yo nunca hubiera llegado a las poblaciones, como tampoco hubiera desarrollado una identificación con el mundo popular. Y esa iglesia-instrumento de sensibilización y socialización (…) fue el puente que nos permitió cruzar a la otra orilla del mundo social invisibilizado, ignorado, despreciado por nuestras familias y nuestros entornos… Más aún, la Iglesia no sólo fue para mí un instrumento de sensibilización (…), sino también un espacio privilegiado para tener instancias de encuentro, de discusión social y política, de construcción de alternativas sociales y de politización… Eran los espacios de una tremenda efervescencia eclesial (Concilio Vaticano) pero también de efervescencia social y política44.
Por otra parte, la conciencia obvia de ser parte de esta Iglesia era la condición necesaria para que el Grupo como tal encontrara audiencia en las discusiones políticas. Como parte de la Iglesia y en continuidad con su historia, el hecho de tomar una postura positiva frente al proyecto de la Unidad Popular constituía una verdadera agresión a la hegemonía ideológica de los demócrata cristianos, de la derecha política y de sectores de la Iglesia, esto es, un corte con las relaciones hegemónicas. Así lo estimaba también un año después, aunque desde una perspectiva opuesta, Carlos Oviedo, secretario general de la Conferencia Episcopal chilena en una carta dirigida a la Conferencia Episcopal Latinoamericana45 en la que advierte que los CPS tienen su origen en un grupo de setenta u ochenta sacerdotes bajo su Secretario General Gonzalo Arroyo sj, que optaron «políticamente por el régimen de la Unidad Popular».
Al revés, los partidos de la coalición de la Unidad Popular pensaban que el corte potencial de la Iglesia o de la clase trabajadora católica con las condiciones sociales vigentes era una condición necesaria para el éxito del gobierno socialista. El exsenador Rafael Gumucio, miembro del MAPU en la Unidad Popular, dijo que era «de primera necesidad que los trabajadores cristianos se integraran a la izquierda y dejaran de ser cómplices de la burguesía». El exministro del interior José Tohá saludó la jornada y dijo que muchos valores del cristianismo y del socialismo coincidían y que un acercamiento entre cristianos y socialistas era algo muy positivo para el proyecto de una sociedad justa46. El Secretario General del Partido Comunista de Chile, Luis Corvalán, había declarado ya en 1969 internamente, que para inscribirse como miembro del partido comunista, se requería por cierto estar de acuerdo con los estatutos y el programa, pero que no era necesario «renunciar a su fe religiosa»47. También la revista Punto Final48, cercana al MIR, informó en detalle sobre el encuentro «Participación de los cristianos en la construcción del socialismo». En su informe, junto con citar positivamente los dichos del ministro del interior José Tohá, se alude con respeto a la praxis poblacional de los participantes en la jornada.
Así, pues, en pocos años se fue acelerando enormemente la dinámica del catolicismo de izquierdas en Chile. Sin un grado medianamente fuerte de organización y sin una línea política bien definida, este proceso lograba articular el malestar del movimiento del 68 y exigía una Iglesia comprometida. Con el Grupo de los 80 aparecía por primera vez en público un conjunto de personas que adherían abiertamente al proyecto de un Chile socialista, viendo una convergencia entre socialismo y cristianismo. El grupo estaba conectado con dirigentes políticos, pero también con universitarios y sindicalistas y su preocupación encontraba un eco público positivo, como se lo ve claramente en la carta de apoyo de los profesores de teología. Pero también comenzaban ya a confrontarse con la jerarquía eclesiástica debido a sus posiciones políticas, sobre todo en torno a lo que se entiende por articulación política y por «apoliticismo». En resumen, en el corto tiempo que va desde fines de los años 60 y los comienzos de la Unidad Popular se polarizan las posiciones políticas y religiosas en la Iglesia, aún cuando el Grupo de los 80 no percibe aún la polarización ni el potencial de conflicto que allí se condensa. En el capítulo siguiente se mostrará cómo evoluciona el movimiento naciente y cómo se articulan entre sí los conflictos.
18 «Iglesia Joven, al momento de la toma, reunía un heterogéneo grupo de integrantes, de distinta categoría tanto profesional como social, incorporando de manera activa a varios sacerdotes. Entre sus militantes podemos mencionar a los sacerdotes Francisco Guzmán y Paulino García (párrocos de las Barrancas), Diego Palma (capellán de la Asociación Universitaria Católica), Carlos Langue y Fernando Ugarte (párrocos de la población Joao Goulart), Gonzalo Aguirre y Andrés Opazo. También la integraba la religiosa sor Clara Larmignac (de la Parroquia San Pedro y San Pablo de la población Malaquías Concha). Entre sus líderes más destacados encontramos a los profesionales Patricio Hevia (médico), Hugo Cancino (profesor de Historia Medieval y miembro de la organización Camilo Torres), Leonardo Jeffs (profesor de Historia), Ricardo Halabí (estudiante de Derecho de la U. de Chile y miembro de la CORA) y los obreros Pedro Donoso (presidente de la Juventud de Obreros Católicos) y Víctor Arroyo, además del exlíder sindical Clotario Blest Gana y del expresidente de la FEUC y líder de la reforma en esa casa de estudios, Miguel Angel Solar». Vgl. Concha Oviedo, Héctor, «La Iglesia Joven y la ‘toma’ de la Catedral de Santiago: 11 de agosto de 1968», en <http://www.archivo-chile.com> (CEME), publicado en Revista de Historia, Universidad de Concepción, año 7, vol. 7, 1997, pp. 4-5.
19 Héctor Concha Oviedo. «La Iglesia Joven y la ‘toma’ de la Catedral de Santiago: 11 de agosto de 1968». <www.archivochile.com/Mov_sociales/iglesia_popular/MSiglepopu0001.pdf>. Archivo PDF.
20 Art. Cit.: Concha Oviedo, Héctor, «La Iglesia Joven y la ‘toma’ de la Catedral de Santiago».
21 Mario, Amorós; «La Iglesia que nace del pueblo: relevancia histórica del movimiento Cristianos por el Socialismo», en: Pinto Vallejos, Julio, Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, LOM, Santiago de Chile, 2005 , 108-109.
22 «Estaban Gonzalo, Santiago Thijssen, Martín Gárate… Creo que Diego también… Un grupito de unos 7 u 8. Y fue más una iniciativa personal que organizada. Eran los primeros gérmenes de contacto, apoyando el proyecto, porque el país, claramente, estaba dividido (Entrevista a Leemrijse, 2016).
23 Revista Cristianismo y revolución, Buenos Aires 1971, Nº 29, 42.
24 Hernán Leemrijse nombra como miembros del que sería más tarde el Grupo de los 80: Como asistentes (sacerdotes): Hernán Leemrijse, Pablo Fontaine, Ronaldo Muñoz, Sergio Torres, Francesc Puig, Joan Casañas, Antonio Llidó, Juan Alsina y Humberto Guzmán. Como asistentes (laicos): Oscar Garretón (Subsecretario de Economía del Gobierno de Allende), Oscar Torres y Franz Hinkelammert (profesor e investigador del Centro de Estudios de la Realidad Nacional CEREN de la PUC. Fuente: Lista escrita de Leemrijse. Teresa Donoso Loredo, Los cristianos por el Socialismo en Chile, Santiago de Chile 1975, 128, trae también algunos nombres. Pero sus informaciones deben tomarse con cuidado, porque a ella le interesaba denunciar. Mariano Puga, quien pertenecía al grupo, declara: «Sí, yo era del Grupo de los 80, pero no era del grupo de la conducción... Yo soy un invitado que se fue incorporando, pero yo no soy de los iniciadores. El iniciador fue Gonzalo Arroyo, jesuita.» (Entrevista Leemrijse, 2016).
25 Cfr.: Smith, Christian, La teología de la liberación, Barcelona 1994, 236, cit. según: Amorós, Mario, «La Iglesia que nace del pueblo: relevancia histórica del movimiento Cristianos por el Socialismo», en Pinto Vallejos, Julio, Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, LOM, Santiago de Chile, 2005.
26 «Un grupo de 80 sacerdotes que vivimos en la clase trabajadora ...» en: Conferencia de prensa, impresa en: Los cristianos y la Revolución. Un debate abierto en América Latina, Quimantú, Santiago de Chile, 1972.
27 «Un sacerdote destapa la olla podrida del régimen». La carta no tiene fecha. Pero hay indicios de que debe haber sido escrita entre 1970/71. Archivo privado de Sergio Torres.
28 Pablo Richard, Cristianos por el Socialismo, Historia y Documentación, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1976, 8.
29 Así en El Mercurio del 17 de abril 1971, en El Siglo del 14 de abril 1971, Las Noticias de Última Hora del 14 de abril 1971, La Prensa del 15 de abril 1971, en Mensaje 198 en mayo 1971.
30 Declaración del Grupo de los 80. «La Participación de los cristianos en la construcción del socialismo». Declaración de prensa, Santiago, 16 de abril 1971. Primeros firmantes: Gonzalo Arroyo, Alfonso Baeza, Martín Gárate, Esteban Gumucio, Juan Martín, Santiago Thijssen, Sergio Torres, Ignacio Pujadas y Pierre Dubois. Cf.: Christians and Socialism. Documentation of the cristians for socialism Movement in Latin America, John Eagleson (Edit.), New York (orbis books) 1975, 6.
31 Los Obispos de Chile, El Evangelio exige comprometerse en profundas y urgentes renovaciones sociales, Temuco 22/04/1971. Publicada en: El Mercurio (25 abril 1971); Mensaje 198 (1971) 190; Política y Espíritu 321 (1971) 67-68. Ver también: http://documentos.iglesia.cl/documento.php?id=993, última vez 21/03/2018. Esta declaración fue hasta en su contenido un anticipo del documento de la Comisión Pastoral del Episcopado con el título de «Evangelio, política y socialismo» que el 27 de mayo 1971 fue publicado en Santiago: <http://documentos.iglesia.cl/documento.php?id=994, última vez: 21/03/2018>.
32 Los Obispos de Chile, El Evangelio exige comprometerse en profundas y urgentes renovaciones sociales, 22/04/1971, Temuco, en: <http://documentos.iglesia.cl/documento.php?id=993> última vez: 21/03/2018.
33 «Desde la trinchera del «apoliticismo», la Iglesia podrá no sólo conservar al abrigo su poder político, sino también dar un apoyo considerable al PDC, sin que esto quede al descubierto. Con esto la Iglesia conserva su poder, pero renuncia a su misión profética y evangelizadora…», Pablo Richard, Cristianos por el Socialismo. Historia y documentación, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1976, 16.
34 «Carta de los profesores de teología de la Universidad Católica de Chile», publicada en La Nación, domingo, 25 de abril 1971; impresa en Los cristianos y la revolución. Un debate abierto en América Latina, Quimantú, Santiago de Chile 1972, 179. Según Cristianismo y revolución (45) firmaban, entre otros: Pablo Richard G., Fernando Castillo L., Carlos Welch, Eugenio Rodríguez F., Cristian Johansson, Gloria Wormald, Diego Irarrázaval C., Antonio Bentué, Juan Bulnes A., Francisco López F., Juan Noemi C. y Theo Hansen.
35 «Carta de los Profesores de teología de la Universidad Católica de Chile», publicada en La Nación, domingo, 25 de abril 1971, reproducida en: Los cristianos y la revolución. Un debate abierto en América Latina, Quimantú, Santiago de Chile 1972, 179.
36 Carta de Beltrán Villegas, ss.cc., copia dactilografiada del 17 de abril 1971, archivo privado de Sergio Torres.
37 Carta de Esteban Gumucio a Beltrán Villegas, ss.cc., sin fecha, archivo privado de Sergio Torres.
38 En Ciperchile se lee: «Documentos de la CIA y otras reparticiones del gobierno estadounidense desclasificados en distintos períodos muestran en detalle cómo operó Agustín Edwards, dueño del diario El Mercurio, para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende aun antes de que éste asumiera. Pronto será llamado a declarar en la investigación judicial sobre los instigadores del golpe». Fuente: <http://ciperchile.cl/2013/09/10/el-rol-de-agustin-edwards-antes-y-despues-del-11-de-septiembre-de-1973> [revisado: 06/02/2019].
39 Carta de Gonzalo Arroyo a Beltrán Villegas ss.cc., 21 abril 1971, archivo privado de Sergio Torres.
40 Cf. sobre esto Gustavo Gutiérrez, «Fraternidad cristiana y lucha de clases», en: Teología de la Liberación, Capítulo XII, B, 3, 340ss, Miraflores, Perú, 1971.
41 «Debe liberar al rico, aún con un amor violento, de su egoísmo y de sus formas de vida conscientes e inconscientes de opresión continuada y a veces brutal de los más desposeídos.» Carta de apoyo de los profesores, en: Los cristianos y la revolución. Un debate abierto en América Latina, Quimantú, Santiago de Chile 1972, 179.
42 Cit. según Pablo Richard, Cristianos por el socialismo. Historia y Documentación, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1976, 16.
43 Pablo Richard, Cristianos por el socialismo. Historia y Documentación, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1976, 16.
44 Mauricio Laborde, Carta al Autor.
45 Carlos Oviedo, A los Presidentes de Conferencias Episcopales de América Latina, sobre Reunión Latinoamericana de ‘Cristianos por el Socialismo’ en Santiago de Chile, Santiago 12 de enero, 1972: «Origen del Grupo de los 80. En abril de 1971, se reunió en Santiago un grupo de sacerdotes –entre sesenta y ochenta– pertenecientes a la Arquidiócesis de Santiago y a otras diócesis del país. Estudiaron la construcción del Socialismo, optando políticamente por el régimen de la Unidad Popular»; en: Documentos del Episcopado Chile 1970-1973, Santiago 1974, 45-55.
46 Cf.: «Los cristianos en la construcción del socialismo», en: Cristianismo y revolución, N° 29, Buenos Aires 1971, 42; también Punto Final: Año V. Nº 129, martes 27 de abril de 1971.
47 Eduardo Labarca Goddard, Corvalán, 27 horas: el PC Chileno por fuera y por dentro, 207. cit. según: Brian H. Smith, The church and politics in Chile, New Jersey 1982, 181, nota 30.
48 Punto Final Año V, Nº 129, Martes 27 de abril de 1971: «Allí estaba Ignacio Pujadas, de una población obrera de Viña del Mar que por años ha laborado junto a los trabajadores de la región. Es el hombre que para Semana Santa hace revivir el Vía Crucis con obreros tan auténticos como Jesucristo. Para este sacerdote español, el que murió en la cruz fue un revolucionario más que luchó por la liberación del pueblo. También estaban Santiago Thijsen y Renato Giavio, quienes junto con los dirigentes de la Población La Victoria en julio del año pasado se tomaron el policlínico, cansados de la mala atención a los enfermos y de la falta de elementos para dar el mínimo de salud que un trabajador necesita. Estos son los curas que han dicho abiertamente que nada cambiará en Chile hasta que los medios de producción realmente lleguen a poder de los trabajadores».