Читать книгу Éramos iglesia… en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo en Chile 1971-1973 - Michael Ramminger - Страница 25
5. El año 1972: el viaje a Cuba
ОглавлениеLos primeros tres meses del año estuvieron marcados para los CPS por dos hechos importantes: la preparación del primer encuentro latinoamericano de los Cristianos por el Socialismo –el primer encuentro de la recién nacida teología de la liberación– y el viaje a Cuba de una delegación de sacerdotes invitados por Fidel Castro, y la consiguiente discusión con la jerarquía católica en Chile.
En una de las primeras cartas circulares del año 1972, la del 13 de enero, se da cuenta de la reunión del comité de coordinación del 12 de enero89. En ella, Gonzalo Arroyo informó de su conversación con el embajador cubano, del interés que este tenía en los documentos del secretariado y de la invitación a 15 personas a Cuba. La propuesta del embajador era que el viaje tuviera lugar al final de la segunda semana de febrero. Debe haber habido una invitación informal anterior –por el tiempo de la visita de Fidel Castro y de su reunión con los CPS– pues en la carta se alude a que «desgraciadamente» no todos los interesados podrían ir. Se habla del viaje en el artículo «Doce sacerdotes visitan Cuba invitados por Fidel Castro»90. El grupo viaja el 14 de febrero a la Habana y en los dos días siguientes toma parte en el acto conmemorativo de Camilo Torres, el sacerdote católico del Ejército de Liberación Nacional baleado en 1966 en un tiroteo. Del 16 al 24 de febrero el grupo trabaja en la zafra, la cosecha de azúcar. Desde el 25 de febrero al 1 de marzo hacen un viaje circular visitando universidades, fábricas, instituciones de salud, etc. Según lo cuenta el artículo, el último día del viaje tiene lugar una nueva conversación de cinco horas con Fidel Castro, y el día de la partida, 3 de marzo, el grupo publica un mensaje a los cristianos de América Latina. En este mensaje hay dos puntos centrales a destacar –fuera de la valoración positiva de la Revolución Cubana, que en ese tiempo era casi universal entre la gente de izquierda91, de su clasificación entre los movimientos de liberación y en el internacionalismo latinoamericano vinculado con ella92– : los CPS se declaran anticapitalistas y rechazan cualquier forma de desarrollismo:
Para nosotros el subdesarrollo no es sino el producto del sistema capitalista y del imperialismo (...) Por lo tanto, denunciamos como insuficientes todas las soluciones de tipo desarrollista, reformista, capitalista o neocapitalista, que no hacen sino contribuir a la mantención y agravación de dicha situación de subdesarrollo.(...) Desde Cuba, reafirmamos nuestra convicción de que, históricamente, el socialismo es el único camino (...)93
En segundo lugar confesaron en términos notables la culpa histórica de la Iglesia y su implicación en las situaciones existentes:
(…) Nos duele como cristianos y porque amamos nuestra Iglesia que ella a través de la historia de América LAtina ha estado y sigue estando en la mayoría de los casos, por no decir siempre, aliada a las pequeñas minorías que han dominado y explotado al pueblo trabajador. Este es el gran pecado histórico de nuestra Iglesia (...) y por él pidamos perdón94.
La delegación de los CPS adoptó lo dicho por Castro sobre la alianza estratégica entre cristianos y marxistas y derivó de ello la necesidad de que los cristianos en América Latina se pusieran del lado de quienes luchan por la liberación. Razonaban teológicamente para fundamentar esta lucha, pues el capitalismo se disfraza con valores cristianos y religiosos, al paso que, según su esencia, practica en realidad el culto a los ídolos de la propiedad privada, de la sociedad de consumo y del egoísmo, por lo que se trata de destruir estos falsos dioses95. Pero por otro lado, no derivan de ello ninguna práctica específica ni una forma propiamente cristiana de tomar parte en esta lucha, descrita más bien como «una lucha común junto a todos los verdaderos revolucionarios latinoamericanos, cualesquiera sean sus creencias filosóficas o religiosas». Debería ser obligación histórica de los cristianos estar en esta lucha del lado de los oprimidos y, en caso de urgencia, «si la violencia reaccionaria nos impide construir una sociedad justa e igualitaria, debemos responder con la violencia revolucionaria». El mensaje termina con la cita de Camilo Torres: «El deber del cristiano es ser revolucionario; el deber del revolucionario es hacer la revolución»96.
La claridad y decisión de este mensaje no guarda relación con la representatividad del movimiento en el contexto global de las relaciones eclesiásticas, pero refleja muy bien la convicción de una parte de las y los cristianos chilenos y latinoamericanos y de la dinámica y euforia de ese tiempo, como lo describe uno de los que participaron en ese viaje97. Otro de los participantes se hacía una autocrítica por la poca representatividad del grupo y por el vanguardismo en la forma del mensaje98.
En todo caso, la Conferencia Episcopal se sintió obligada a manifestarse críticamente respecto a la actitud y el posicionamiento político de los CPS . Fue esta la segunda vez que el episcopado chileno reaccionaba frente al naciente movimiento, después que lo hubiera ya hecho frente al Grupo de los 80. Así surgía un conflicto, por lo demás inevitable, pero que los CPS explícitamente nunca quisieron, porque se sentían parte de la Iglesia. Pues detrás de la pregunta de si la posición de los CPS era sostenible política y teológicamente y si por tanto podía tener lugar en la Iglesia, se escondía el problema ya mencionado de una disfunción estructural: era inevitable un choque de ambas pretensiones de poseer la verdad: la de los CPS de un cristianismo «liberador», por un lado, y la de la Iglesia Católica tradicional, por otro.
En todo caso, el viaje y la declaración provocaron tres reacciones de los obispos: una carta de la Asamblea General de la Conferencia Episcopal chilena dirigida directa y personalmente a los redactores y firmantes del «Mensaje a los cristianos latinoamericanos» que fue redactada y publicada en Punta de Tralca el 11 de abril de 1972; una carta del mismo día con el título «Por un camino de esperanza y alegría» y el documento «Evangelio, Política y Socialismos, Documento de trabajo propuesto por los obispos de Chile, Santiago, 27 de mayo de 1972»99.
En la respuesta directa al mensaje a los cristianos, confirman primero que los cristianos deben comprometerse, por cierto, por un mundo más justo. Luego se refieren al documento de los CPS, al que mencionan con el siguiente texto: «en el que se llama, entre otras cosas, a la violencia revolucionaria para promover al cambio radical del sistema político y social del continente»100. En su carta repiten fundamentalmente dos advertencias: desaprueban la postura «política partidista» del mensaje y exhortan a los CPS a mantenerse al margen de la política y a no ejercer influencias inapropiadas. Además, les aconsejan dejar de ejercer su ministerio sacerdotal o al menos retirarse por un tiempo101. Pero hay todavía un punto más importante que pone de manifiesto la intención de por lo menos ponerle una barrera al interés político y religioso de los CPS 102, es el párrafo dirigido a los sacerdotes no chilenos:
7. En cuanto a los sacerdotes extranjeros les pedimos que consideren que el hecho de estar en un país que no es el propio debe hacerlos muy prudentes en la emisión de juicios de carácter político. Mucho apreciamos la ayuda sacerdotal que nos prestan, pero con mayor razón que a los chilenos deseamos verlos al margen de los asuntos políticos.
Esta alocución dirigida a los sacerdotes no chilenos y la exhortación a no exponerse políticamente por hallarse en el extranjero insinúa dos cosas: primera, que el movimiento CPS es una infiltración extranjera, y segunda, que no ha sido el resultado de la dinámica propia de las situaciones chilenas. En realidad una buena parte del clero estaba compuesta en Chile por sacerdotes norteamericanos y europeos –muchos franceses–. Hay que mencionar aquí sobre todo a las congregaciones de la Santa Cruz y del Sagrado Corazón. Muchos de ellos habían llegado a Chile en los años 60 y trabajaban principalmente en las poblaciones103. Así lo ven testigos de ese tiempo:
Sacamos la cuenta. En la zona sur éramos 33 idiomas diferentes. Como te decía, alemanes, holandeses, franceses, españoles, austríacos. Es decir, era todo un proceso que surgió un poco desde Roma con el llamado de Juan XXIII de mandar curas a América Latina (Entrevista Leemrijse 2016).
Cristianos por el Socialismo es un movimiento de sacerdotes…, es un grupo que se reúne en la zona sur, yo te digo, yo que viví la experiencia de Pudahuel... éramos muchos en el decanato, eran 12 parroquias y ahí había una minoría de curas chilenos; la mayoría eran extranjeros y en las otras zonas era igual… y el mismo párroco actual de La Legua que también es extranjero, es francés… Entonces en este contexto llega este movimiento de Cristianos por el Socialismo… La mayoría de los curas eran periféricos... (Entrevista Jiménez 2015).
Una parte de los que viajaron a Cuba no eran nacidos en Chile. Pero una parte importante de los más expuestos y de sus líderes en el pensamiento eran chilenos, como Gonzalo Arroyo, Diego Irarrázaval, Sergio Torres, Martín Gárate, o eran del Grupo de los 80, como Pablo Fontaine, Ronaldo Muñoz, Mariano Puga o Esteban Gumucio, de tal manera que no es sostenible la teoría común y difamatoria que pretende que toda la historia de un cristianismo político en Chile habría sido la obra de románticos revolucionarios de izquierda104. Desde esa perspectiva debe mirarse también la iniciativa que se plasmó en la carta pública: «Sacerdotes chilenos a su pueblo». Esta carta apareció poco antes del encuentro internacional de los CPS en abril. La carta de presentación que pedía firmas iba dirigida exclusivamente a sacerdotes chilenos, porque los autores de la iniciativa sospechaban que más bien estos eran quienes compartían la convicción de que los sacerdotes no debían tomar ningún compromiso político. En esta carta se formuló sobre todo el reproche de clericalismo político que ya estaba en la carta de los profesores en apoyo al Grupo de los 80: «A pesar de sus buenas intenciones, tratan de reanudar el clericalismo y el paternalismo, lo que contradice el pensamiento explícito de nuestros obispos y del episcopado mundial»105. Queda claro que se estaba superponiendo ideológicamente una comprensión distinta del cristianismo mediante la contradicción chilenos-no chilenos106. Muchos de los sacerdotes y monjas extranjeros habían llegado a Chile en los años 60, vivían en poblaciones, compartían la realidad de la pobreza y la explotación, como también la politización creciente en partes de las poblaciones. Dado que había un buen número de sacerdotes chilenos que pertenecían a los CPS y que la mayoría de los protagonistas del movimiento eran chilenos, hay que decir que se trata aquí claramente de un disenso político con fundamentos teológicos para el cual se instrumentalizaron las diferencias de nacionalidad. La «práctica del amor al prójimo» como práctica política condujo forzosamente a una diversidad de organizaciones y valoraciones de los partidos y movimientos en Chile y fue discutida una y otra vez dentro de los CPS y entre estos y otros círculos eclesiásticos, como habremos de verlo en el curso de la presente investigación. Por ejemplo, a comienzos de 1972 el teólogo y sacerdote Pablo Fontaine intervino críticamente abogando por una mayor apertura frente a los diversos partidos políticos y por una mayor distancia de la política partidista y de las campañas electorales. La oficina de los CPS estuvo de acuerdo y decidió lo siguiente:
Se ve que en nuestro grupo hay una diversidad de opciones políticas y tácticas, diversidad que hay que respetar, valorar y crear un clima de diálogo. No se pueden tomar decisiones o apurar el paso al costo de dividir el grupo. Hay que rectificar la línea de sacar pronunciamientos sin una profundización consciente previa que permita aclarar la diversidad de opciones (…) Dentro de esta perspectiva, el Comité Ejecutivo no envió las cartas apoyando las candidaturas, interpretando una tensión que se sentía en el grupo y reconociendo un procedimiento criticable. En futuras jornadas será necesario dar más tiempo para analizar nuestras diferencias de parecer y profundizar nuestra línea dentro de un diálogo franco y leal. Agradecemos públicamente a Pablo por su franqueza y por hacer posible esta conversación (Carta circular 13/01/72, Archivo privado de Sergio Torres).
89 Estuvieron presentes Martín Gárate, Diego Irarrázaval, Ignacio Pujadas, Juan Martín, Alfonso Baeza Guillermo Redington. Archivo privado de SergioTorres.
90 «Doce Sacerdotes visitan Cuba invitados por Fidel Castro», en Los cristianos y la revolución, Santiago (Quimantú) 1972.
91 Posiblemente había diversas valoraciones al respecto en la delegación: «P: ¿Ud. estaba también con los sacerdotes en Cuba? Martín: Sí, yo fui el jefe de esa delegación (…) creo que dentro del grupo de los 12 sacerdotes que fueron a Cuba, había quienes apoyaron fuertemente la Revolución Cubana y otros que eran críticos» (entrevista Gárate 2016).
92 Esto valía también para los CPS , no sólo en relación con el siguiente encuentro, sino por las informaciones e informes que se daban en muchas de sus cartas circulares sobre situaciones en otros países latinoamericanos: la represión en Brasil, la discusión en torno al Canal de Panamá, la situación en Perú, Bolivia y Colombia.
93 «Mensaje a los cristianos de América Latina», en: Los cristianos y la revolución, Quimantú, 1972.
94 Como en nota 93.
95 La teología de la liberación va a desarrollar más tarde la crítica a los ídolos. Ver en Franz Hinkelammert, Hugo Assmann y Pablo Richard, entre otros, Los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador, San José, Costa Rica, Centro Antonio Valdivieso, Managua, Nicaragua, 1980; Hugo Assmann, Franz Hinkelammert, A idolatria do mercado, editora Vozes, Petrópolis 1989.
96 La declaración va firmada por Martín Gárate, Pablo Richard, Carlos Condamines, José Arellano, Ignacio Pujadas, Oscar Letelier, Guillermo Redington, Juan Martín, Juan Latulipe, Sergio Concha, Mauricio Laborde, Germán Cortés.
97 «Entonces era importante enfrentar al capitalismo, cambiarlo. Y desde el punto de vista –en esos tiempos– en los 60, está la utopía del Socialismo en América Latina: Una sociedad justa, igualitaria, donde los trabajadores son dueños de los medios de producción y el Estado tiene mayor importancia y no estamos tanto a merced del capital privado...». Entrevista Gárate 2016.
98 ...o sea no me gusta la vanguardia a pesar de que estuve en el MIR, no me gusta pontificar a pesar de que fui cura, no me gusta decirle al otro lo que tiene que decir (...) decir un mensaje –‘Uds. los cristianos de América Latina tienen que hacer tal cosa’– no me surge tanto, (...) a pesar de que es cierto que todo nuestro compromiso como Cristianos por el Socialismo era legitimar cómo los cristianos podemos ser parte de procesos políticos y es parte de reflexiones no tan elaboradas...», Entrevista Laborde 2016.
99 <http://documentos.iglesia.cl/documento.php?id=994>, visto por última vez el 21/03/2018. Todos los documentos están en la página del CECH «documentos.iglesia.cl».
100 Carta a los sacerdotes que firmaron el «Mensaje a los cristianos de América Latina» en La Habana el 3 de Marzo de 1972. Asamblea Plenaria del Episcopado, Punta de Tralca, 11 de Abril de 1972.
101 «6. Pero, en caso de que alguno creyera que su vocación es política, le pedimos reconsidere su vocación sacerdotal. Si es estudiante al sacerdocio, que piense bien si debe seguir adelante. Si es sacerdote, que previo diálogo con su Obispo y superior religioso, solicite ser relevado de su ministerio sacerdotal por un período de tiempo. Así se evitarán confusiones y tensiones perjudiciales para la Iglesia y para ellos mismos».
102 «… a pesar de que es cierto que todo nuestro compromiso como Cristianos por el Socialismo era legitimar cómo los cristianos podemos ser parte de procesos políticos y (el Mensaje de La Habana, M.R.) es parte de reflexiones no tan elaboradas…». Entrevista Laborde 2016.
103 Ver cap. 1 «Historial», nota 2.
104 Ver sobre esto Schnoor, Antje, Gehorchen und Gestalten, 297.
105 Smith, The church and politics in Chile, Princeton 1982, 244, nota 26. «Presentación de la Carta», Revista Católica 1022, enero-abril 72, 68-70. Schnoor supone que Renato Poblete fue uno de los principales iniciadores de la carta. Sin embargo, él escribe una carta al secretariado de los CPS el 27 de abril en la que niega como un malentendido que él sea el remitente de la carta. Agrega que él había condicionado su acuerdo con la carta a que se tomaran en cuenta sus objeciones a la misma. Así lo escribe a los CPS en una carta de explicación: «No estoy de acuerdo que se excluya a los sacerdotes extranjeros que trabajan en Chile de pronunciarse sobre la realidad social que estamos viviendo (...) tomar una opción política (...) No se ve que esto signifique necesariamente ir contra la función de unión que el sacerdocio debe ejercer en la comunidad cristiana (...) Como puede interpretarse todo esto como un acto condenatorio de Uds., o rechazo al Congreso que Uds. han organizado, les hago llegar estas líneas. Personalmente no he asumido en ningún momento esta actitud». Archivo Gonzalo Arroyo.
106 «Tal situación unió y dividió al clero… En cambio se ahondaba una división no sólo con los curas más conservadores sino con los del centro, podríamos decir, los cuales presentían que el movimiento popular no traía nada bueno, pues nos llevaba a la implantación del marxismo». Pablo Fontaine, Gracias Señor. Nuevos Escritos, 2015, 76,