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I. LA VISIÓN DE LA FUNCIÓN LEGAL

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En la última década el sector legal está viviendo una importante transformación provocada por factores externos como la globalización, la tecnología o el aumento de la producción normativa y factores internos como el aumento de la presión para lograr más a un ritmo más rápido, la especialización, las expectativas de las nuevas generaciones y la diversificación de los prestadores de servicios legales.

En un entorno económico VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad), basado en el crecimiento potencial y el cambio acelerado de la gestión de las empresas, unido al enorme cambio y reto que ha supuesto la pandemia y la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, se cuestionan los tradicionales pilares sobre los que se asienta la economía y la sociedad, planteándose nuevos desafíos que han surgido de manera sobrevenida y que han puesto en jaque las formas de trabajo y de gestión.

Los abogados de empresa están padeciendo estos cambios de primera mano, a la vez que muchos de ellos están impulsando la transformación del sector.

En este contexto, una de las cuestiones que frecuentemente se hacen a sí mismos los responsables de las Asesorías Jurídicas de empresa es si la función legal que dirigen está correctamente organizada de acuerdo con la estrategia empresarial y, por ende, si: ¿tiene la dimensión y la estructura organizativa pertinentes? ¿es eficiente? ¿cubre las especialidades y las geografías apropiadas? ¿dispone de las herramientas y el soporte necesarios? ¿los procesos de asignación de tareas y de reporte, son adecuados? ¿es acertada la estrategia de externalización? ¿el proceso de elaboración del presupuesto y su seguimiento están correctamente definidos? ¿los canales de colaboración y comunicación con el negocio son eficaces? ¿se traslada convenientemente a nuestros stakeholders el valor que aporta la función legal al negocio?

Sin embargo, para poder responder a éstas y otras preguntas en torno a la organización de una Asesoría Jurídica, previamente debemos conectar la visión de la función legal con la estrategia de la empresa y definir qué objetivos queremos lograr. Sólo así estaremos en disposición de realizar un diagnóstico de la organización de los servicios legales, identificar las áreas de mejora y trazar las líneas de actuación a corto, medio y largo plazo.


Tradicionalmente, la función legal ha tenido un carácter reactivo y se ha basado en un trabajo aislado por parte de los abogados internos, ajeno al devenir del negocio y alejado de la toma de decisiones. Ello ha alentado que la Asesoría Jurídica interna de las empresas se haya concebido durante muchos años como un centro de coste, si bien necesario para minimizar riesgos y contingencias de tipo legal.

Hoy en día, esta noción está dando paso a una visión de la función legal de carácter proactivo y colaborativo y cada vez son más las empresas en las que la Asesoría Jurídica se percibe como un elemento clave para la generación de valor económico y la toma de decisiones estratégicas. Los silos están siendo reemplazados progresivamente por estructuras más líquidas y una forma de trabajar más integrada entre funciones y equipos. El informe 2020 ACC Chief Legal Officers Survey revela que el 80,2% de los directores legales (CLO) reporta directamente al CEO de su empresa respecto del 64,4% del 2018. Este aumento es, sin duda, un claro reflejo de la creciente capacidad de la función legal para influir en la estrategia de las empresas.

Debemos mucho, en este sentido, al Compliance, en tanto en cuanto ha impulsado la nueva concepción de la función legal como un área que influye directamente en la estrategia de la empresa y en la sostenibilidad de la misma. La transparencia que caracteriza al Compliance ha impulsado el trabajo trasversal en el seno de las empresas. El trabajo en equipo en cada área de negocio o entre áreas es la herramienta esencial para lograr contagiar la cultura de cumplimiento, fomentando la responsabilidad individual a través de la delegación de competencias, premiando la meritocracia y la generosidad, proscribiendo las conductas que se alejan de la ética, siendo coherente y ejemplar en nuestras palabras y obras, realizando una supervisión constructiva y no represiva, premiando el esfuerzo, la lealtad; en definitiva, proyectando el deseo permanente de aprender y de mejorarse. Por ello, en los últimos años, se ha producido una transformación en el rol de las Asesorías Jurídicas de las empresas, convirtiéndose en el elemento aglutinador y en torno al cual se coordina la cultura de cumplimiento.

Las distintas visiones sobre la función legal siguen, no obstante, coexistiendo en las empresas hoy en día, particularmente en la Unión Europea. Y varían según la compañía y el peso de distintos factores como el sector en el que opera, el tamaño, los años de vida, si pertenece o no a un grupo multinacional, en qué mercado tiene su centro de decisión y también en función del perfil y trayectoria profesional de la persona que lidera la función legal, o incluso de la concepción que tenga la propia dirección general de dicha función.

Sea cual sea la empresa y el escenario de partida, antes de evaluar y diseñar la organización de los servicios legales, es esencial definir si queremos situar la función legal en la esfera de la prestación de servicios, en la esfera empresarial o a medio camino entre ambas.

El gobierno de la función legal en las organizaciones

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