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La sociología uruguaya en un mundo crecientemente ajeno

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La dictadura es muy dura con la sociología, particularmente con el Instituto de Ciencias Sociales de la Facultad de Derecho donde se despidió a sus docentes, que habían entrado por concursos de oposición y méritos. Pero es sobre la base fundamentalmente de este conjunto de sociólogos despedidos que se crean las diferentes instituciones de investigación privada que mantienen la investigación sociológica. El Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU), el ya mencionado CLAEH (en su nueva etapa) y el Centro Interdisciplinario de Estudio sobre el Desarrollo-Uruguay (Ciedur), entre otros, comienzan a llenar un espacio que había sido abandonado por la Universidad de la dictadura.

Comienzan a desarrollarse investigaciones, también de corte descriptivo, pero ahora con un estilo de tipo consultorías, la mayoría de las veces sobre temáticas comunes a varios países de América Latina, porque el financiamiento de las investigaciones es fundamentalmente externo, con más frecuencia de tipo regional y, de alguna forma, se inscribe en miradas comparativas sobre todo de los países de la región.

Aparecen tímidos asesoramientos con componentes de conocimiento sociológico a actividades privadas, como las mediciones de audiencias, los estudios de mercado, etc. Sobre esta base, luego de la caída de la dictadura, el campo se fortalece y, además, se extienden las encuestas de opinión pública y sobre todo de opinión política. Para ello surgen empresas como Equipos Consultores, entre otras varias.

De cierta manera, la investigación sociológica profundiza en esta etapa su nivel sociográfico con recursos cada vez más sofisticados que bloquean la posibilidad de “entrar” en este campo sin la formación y el instrumental adecuado. Pero al mismo tiempo no logra transformarse en una autoridad reconocida para construir un discurso inteligible del orden social de nuestra sociedad, y de los problemas que tiene este orden. Aun así, a través de la investigación de opinión pública y de opinión política, comienza a reconocérsele a la sociología, pero sobre todo a algunos sociólogos, además de su tecnicidad y la de las herramientas que manejan, cierta autoridad en la capacidad interpretativa. Y ello, porque la materia sobre la que trabajan y producen información es extremamente lábil y, por eso, requiere un análisis casi simultáneo a la información que se está produciendo. Ya no se trata de temáticas que culminaban en informes y diagnósticos que producen una información estática, como es el caso de los censos, o las encuestas, que arrojan información descriptiva mucho más estática y estable.

A su vez, con el retorno a la democracia, se restituyen a sus funciones los docentes expulsados del Instituto de Ciencias Sociales y se comienza un programa de enseñanza y de investigación con una lógica algo distinta que antes de la dictadura.

Por un lado, aumentan las investigaciones ajustadas a períodos anuales de financiamiento, como el de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC). Este nuevo contexto regulatorio hace que las investigaciones puntuales para realizar acumulaciones se inscriban, en muchos casos, en auténticos programas de investigación. A su vez, en esta nueva etapa del Departamento de Sociología, se intenta romper con la asignación temática en la que en la división del trabajo previa a la dictadura se le había encorsetado. En ciertas ocasiones, porque el enfoque que se le daba necesitaba ser ampliado y recontextualizado, como es el caso de la sociología de la educación, la sociología política y la sociología agraria. Esta última, porque se percibía como necesaria una perspectiva más amplia de la propia sociología rural tal como se concebía en el pasado, pero en otras porque emergían nuevas temáticas a tener en cuenta en la búsqueda de hacer inteligible el orden social de nuestra sociedad. Por ejemplo, sociología de género, del trabajo, de la juventud, entre otras áreas y espacios desde donde investigar.

La acumulación de investigaciones puntuales va generando así un conocimiento muchas veces denso en campos específicos de conocimiento sociológico y ciertas áreas del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales se transformaron en referentes casi obligados para aproximarse a ciertos temas en las decisiones políticas o institucionales.

En paralelo, la Universidad Católica del Uruguay también abre una Licenciatura en Sociología y también opera de forma similar la Universidad de la República, con investigaciones inscriptas también en programas de investigación. Y, asimismo, ejerciendo una influencia relevante en distintas áreas como en la educación.

La emergencia de la actividad de investigación y de docencia e incluso de extensión en las universidades debilitó la investigación en los institutos privados que, a su vez, perdieron el acceso al financiamiento externo. Aun así, estos centros no desaparecieron, y mantuvieron y mantienen cierta actividad académica.

Una tercera fuente de producción sociológica profesional son los organismos de Naciones Unidas que han realizado estudios de carácter sociológico en Uruguay, particularmente la Cepal, pero en menor medida Unicef y la Organización Panamericana de la Salud, por ejemplo.

A su vez, múltiples ministerios e incluso empresas públicas y en algún caso privadas han solicitado a las universidades y a las empresas privadas con competencias de investigación sociológica estudios sobre distintas temáticas sociales con un encare sociológico.

Finalmente, la profesionalización de la sociología en el ámbito privado se ha extendido a tal punto que se ha ido especializando e, incluso, ha requerido cursos especializados a nivel terciario para dar cuenta de las demandas de información en múltiples campos de conocimiento sociológico.

En esta etapa el nivel de esta sociología de tipo descriptivo y sociográfico ha mejorado notablemente. Se ha transformado, sin lugar a duda, en una fuente ineludible para realizar políticas sociales y políticas de extensión universitaria. Políticas que tienen dimensiones sociales relevantes, como también en la vida de la economía privada o de las empresas públicas. Ello, como apoyo a las decisiones empresariales o de jerarquía pública sobre un importante y variado campo de decisiones.

No me extiendo sobre esta temática porque la encuesta del Colegio de Sociólogos que hemos visto ofrece una información muy consistente sobre todos estos tópicos.3

El oficio del sociólogo en Uruguay en tiempos de cambio

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