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Final de juego

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El 13 de diciembre, los médicos de Lenin anotaron: “Tiene ataques paralizantes todos los días. Esta mañana sufrió una parálisis en su cama y otra durante su baño. Vladímir Ilich está abatido y consternado por el deterioro de su estado”. El 22 de diciembre, otro ACV lo dejó muy debilitado, hasta el punto de que debió reaprender a hablar y a escribir. Postrado en la cama, solo su cabeza seguía pensando, siempre en política. Pasó revista a sus sucesores y destacó al “camarada Stalin [que], al convertirse en secretario general, ha concentrado en sus manos un poder ilimitado, y no estoy convencido de que pueda seguir ejerciéndolo con bastante circunspección”. ¡Qué confesión sobre la dimensión totalitaria del Partido-Estado, y qué ingenuidad creer que un poder ilimitado pudiera ser manejado “con circunspección”! Luego se ocupó del “camarada Trotski que […] es quizás el hombre más capaz del actual Comité Central. Pero peca por exceso de confianza en sí mismo y un exagerado entusiasmo por el aspecto puramente administrativo de las cosas”. ¡Como si el “exceso de confianza en sí mismo” no hubiera sido desde 1900 la marca misma de Lenin! En cuanto al “aspecto puramente administrativo”, era un concepto realista de la burocratización excesiva que tenía el poder soviético y del que él era el principal responsable.

El 4 de enero de 1923, dictó: “Stalin es demasiado brutal y ese defecto, perfectamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, comunistas, ya no lo es en las funciones de secretario general. Les propongo entonces a los camaradas estudiar una manera para remover a Stalin de ese puesto y nombrar en su lugar a otra persona, que solo debería tener sobre el camarada Stalin la ventaja de ser más tolerante, más leal, más delicado y más atento hacia los camaradas, de humor menos caprichoso, etc.

”Estos rasgos pueden parecer solo un ínfimo detalle. Pero a nuestro juicio, para preservarnos de la escisión y teniendo en cuenta lo que escribí más arriba sobre la relación entre Stalin y Trotski, no es un detalle, o bien es uno que puede llegar a tener una importancia decisiva”.

Mientras que en 1917 llamaba a la guerra civil y en 1918 exigía “personas más duras”, de pronto, Lenin consideraba que su “maravilloso georgiano” era demasiado “brutal”. Sin embargo, esta era la razón por la cual lo había promovido al Comité Central en 1912, luego al Sovnarkom y al Politburó en 1917, y finalmente, en 1922, a la secretaría general. Pero ahora ya no estaba en condiciones de oponerse a su dominio ineludible.

El 7 de marzo de 1923, un nuevo ataque dejó a Lenin definitivamente fuera de juego: lejos de las estampas embellecidas y las fotos retocadas de la propaganda soviética, los archivos secretos abiertos después de 1991 muestran a un hombre destrozado, aturdido, en silla de ruedas, que parecía de noventa años. Tenía apenas cincuenta y tres cuando falleció, el 21 de enero de 1924.

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