Читать книгу Amado Señor - Pablo Katchadjian - Страница 6
ОглавлениеAmado Señor:
No quiero hablarte de libros, pero ayer leí un libro sobre un perro escrito por una persona que se dedica a la música. El perro también se dedicaba a la música en cierto momento. El libro era sobre la muerte. Hace poco me hiciste entender que yo no soy músico, y eso me alivió. No ser cosas que uno podría ser es una de las formas más primitivas de libertad. No ser músico es un alivio porque los músicos, para mí, son perfectos. Yo querría ser músico, pero no soy músico y eso me tranquiliza, porque entonces puedo disfrutar de mi imperfección. Y así puedo hablarte a vos: es lo único que puedo hacer con seguridad. Con una seguridad de la inseguridad, o con una inseguridad segura y firme. Una seguridad imperfecta. Te hablo a vos y sé que te estoy hablando a vos, aunque no existas. Porque cuando te hablo existís. No porque piense que yo soy tu creador. Es al revés: yo te hablo, eso te hace existir y eso me crea a mí. Me crea una y otra vez. Si dejara de hablarte dejaría de ser creado. ¿Y qué quedaría de mí? Una inseguridad perfecta. Te confieso que a menudo tengo la fantasía de dejar de hablarte. Tengo muchas fantasías; por ejemplo, con mis antepasados gitanos. Pero, más allá de las fantasías, sé dos cosas. Sé que algunos de los gitanos que estaban en la zona de donde viene la mayor parte de mis ancestros dejaron de ser nómades y se integraron a la comunidad sin perder sus costumbres gitanas. Y sé que algunos de mis antepasados fueron músicos, y que algunos de esos músicos fueron gitanos.