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Capítulo 12 UN MÉDICO DIVINO [35]

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La casa de Pedro no puede albergar a la multitud que pugna por entrar. Galilea en pleno se ha pasado la voz de las maravillas del Maestro y al caer la noche le han traído a todos los que sufrían de enfermedades y también a los endemoniados. Esperan que él los sane.

Allí estaba la madre que cargaba a ese hijo cuya fiebre la desvelaba cada noche. La muchacha que caminaba de la mano del hermano menor porque era ciega. El anciano con las extremidades entumecidas sin fuerzas para caminar; un hombre que había dejado de trabajar por una dolencia inexplicable en su vientre y columna; el joven que convulsionaba periódicamente, y muchos más. El milagro obrado en la sinagoga había despertado la fe de un buen número de pacientes que se agolpaban a la puerta de la casa del pescador. Dicen las Escrituras que él sanó a cuantos le trajeron y eran muchos y de diversas enfermedades.[36] Aquella bendita noche cada dolencia particular encontró alivio en manos de un médico divino. El milagro de la sinagoga se repitió también aquella noche en la casa, pues expulsó a muchos demonios. Y así trabajó hasta cerca de la madrugada del día siguiente.

—Maestro, descansa ya, has trabajado mucho, se te ve agotado. Cerraremos las puertas. Andrés despide a la multitud —le dijo Pedro.

—El cansancio no es comparable al gozo de tantas personas ahora sanas y libres.

—Sí, Maestro. Pero ven, descansa.

La esposa de Pedro había preparado un aposento, cerraron la cortina tras él. Pero cuál no sería la sorpresa cuando muy temprano de madrugada Jesús ya no estaba allí. Lo encontraron en un lugar aparte, orando. Mientras los demás dormían en sus lechos, él oraba en su retiro fortaleciéndose y renovando sus fuerzas espirituales para enfrentar otra jornada atareada.

—Maestro, todos te buscan. ¡Eres tan popular! ¿Seguirás obrando maravillas en esta ciudad?

—Vamos a los lugares vecinos para que predique también allí, porque para esto he venido.

Y postergando su cansancio salió a recorrer toda Galilea predicando en las sinagogas de ellos. Caminando siempre al ritmo de los planes de Dios. Haciendo historia, música y poesía al mismo tiempo en los caminos de esta tierra.

El Cristo del camino

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