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II. DISEÑO, UNA ACTIVIDAD DE NATURALEZA COGNITIVA

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Ante la complejidad de los problemas actuales, el Diseño está ampliando su radio de acción, pero no solo respecto a sus tareas y responsabilidades en la creación de artefactos, espacios, comunicaciones o servicios (como ha sucedido “tradicionalmente”), sino, también, en relación con la resolución de problemas sociales, medioambientales y políticos que, hasta hace varias décadas, se consideraban ajenos a esta disciplina.

En ese sentido, los diseñadores actuales se plantean si el Diseño puede ser un agente de cambio social. Kusz y Wells-Papanek (2007), dos reconocidos diseñadores y profesores, afirman que el Diseño más que otras profesiones se centra en el “cambio”, entre otras razones, porque transforma la innovación y el descubrimiento, en productos y servicios reales. A través de esos productos y servicios, influye en el comportamiento de las personas y, por ello, tiene consecuencias sociales. En esa misma línea, el investigador del Diseño Glanville (1946-2014) señaló que el diseño es una disciplina profesional relacionada con el cambio: “Los diseñadores no describen el mundo como es, sino que más bien cambian el mundo (no importa cómo sea de pequeño el cambio) al crear nuevos objetos, servicios, procesos, etc.” (Glanville, 2014: 16).

Este proceso de ampliación del radio de acción del Diseño se ha visto refrendado por el campo teórico desde hace casi medio siglo. Ya en 1968, en un seminario, el economista, politólogo y psicólogo cognitivo, Simon (1916-2001) describió el diseño como una actividad intelectual y comentó que: “La actividad intelectual que produce artefactos materiales no es fundamentalmente diferente de la que prescribe remedios para un paciente enfermo o la que diseña un nuevo plan de ventas para una compañía o una política de bienestar social para un Estado” (Simon, 1996: 111).

Desde los años ochenta, la idea de que el diseño es más que la mera creación de productos ha sido defendida por un número significativo de autores. Así, Langdon y Rothwell, expertos en innovación, aseguraban en 1985 que el Diseño es una actividad de naturaleza cognitiva, basada en la resolución de problemas. También en esa década (1983), el pensador Schön (1930-1997) describió el Diseño como una disciplina que daba lugar a “profesionales reflexivos” cuyas técnicas eran especialmente apropiadas para afrontar cambios.

En 1992, el profesor Buchanan publicó el artículo “Wicked Problems in Design Thinking” en el que hablaba del diseño como un arte liberal capaz de servir a las necesidades de una cultura tecnológica en la que los problemas humanos son complejos. En ese artículo, este especialista en Diseño, gestión y sistemas de información comentaba que los problemas de diseño son “perversos” (debido a su indeterminación) y que el diseñador, aplicando su pensamiento creativo, podía ofrecer una forma única de enfocarlos y de encontrarles solución. Pero, para poder proponer soluciones es esencial conocer la situación problemática como, también, sucede en el Trabajo Social, disciplina en la que no es factible trabajar correctamente sin llevar a cabo un análisis y una evaluación previa de la situación, ni es posible hacerlo sin seguir un proceso sistemático, aunque flexible.

Estas propuestas teóricas ponen de manifiesto que la concepción de lo que es el Diseño ha recorrido un camino que va desde considerarlo una actividad dirigida a dar forma a los artefactos, pasando por verlo como una herramienta de resolución de problemas, hasta percibirlo como una actividad intelectual capaz de intervenir en el cambio social.

De ese modo lo ha descrito el antropólogo Escobar, que ha puesto de relieve “la potencialidad práctica del diseño para contribuir a las profundas transiciones culturales y ecológicas” (2016: 11) que se están produciendo en nuestras sociedades contemporáneas. Este autor destaca el papel que puede tener el Diseño en el campo de la política y cómo puede ser un medio para afrontar la crisis ecológica y social.

Precisamente, los diseñadores están tomando conciencia de que el enfoque disciplinario no es suficiente para enfrentarse a muchos de los problemas de nuestras sociedades complejas como puede ser el de la sostenibilidad medioambiental, por ejemplo, y consideran que la única manera de abordarlos es mediante un enfoque interdisciplinar y transdisciplinar, especialmente necesarios en los nuevos ámbitos de práctica, – surgidos a partir de la década de 1990–, como son el UX Design, el Diseño de servicios, el Diseño social o el Diseño para la innovación social.

Hay que señalar, además, que, en estos momentos, como sucede en el Trabajo Social (siguiendo la descripción de la International Federation of Social Workers mencionada anteriormente), el Diseño también se basa en una amplia variedad de teorías científicas e investigaciones, procedentes de las Ciencias Humanas y Sociales como son la Antropología, la Ecología, la Sociología y la Psicología.

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