Читать книгу Hacia la disrupción digital del trabajo social - Paula Méndez Domínguez - Страница 18
III. DISEÑO Y TRABAJO SOCIAL: ALGUNOS PUNTOS EN COMÚN
ОглавлениеDiseño y Trabajo Social comparten buena parte de los métodos y técnicas de investigación procedentes de las Ciencias Sociales pero, además, podemos encontrar algunos puntos en común si observamos la metodología de cada una de las dos disciplinas.
Fernández y Ponce de León (2018), siguiendo a Alwyn, Jiménez y Quesada, entre otros, basándose en las fases del método científico, describen el método del Trabajo Social dividiéndolo en siete etapas:
1. Aparición y elección del problema.
2. Identificación y formulación de la problemática.
3. Alternativas y opciones para resolver el problema o elaboración de hipótesis de trabajo.
4. Diseño de un plan para deducir las consecuencias de las posibles soluciones y poner a prueba las hipótesis.
5. Aplicación del plan de intervención y verificación de las hipótesis mediante la acción, viendo si se cumple o no el pronóstico.
6. Establecer conclusiones.
7. Generalizar los resultados. (Fernández y Ponce de León, 2018: 161).
Por lo que se refiere al Diseño, aunque existen diferentes propuestas metodológicas, una de las más difundidas es la del Diamante Doble. Se trata de un diagrama, con un modelo desarrollado por la organización británica Design Council (2005), para representar gráficamente los distintos pasos del proceso de diseño (relacionadas con el proceso de pensamiento de los diseñadores –Design Thinking–). Éste se puede dividir en cuatro etapas: descubrir, definir, desarrollar y entregar.
1) Descubrir. Supone el inicio del proyecto. Se trata de definir el problema, plantear hipótesis de trabajo e identificar las posibilidades.
2) Definir. Los diseñadores tratan de dar sentido a las oportunidades que han encontrado en la fase de descubrimiento y definen qué es lo importante, cuáles serán las áreas de actuación y qué propuestas pueden ser más factibles. Esta fase se considera un filtro porque se revisan los problemas –que han de quedar definidos–, se analizan las ideas generadas en la etapa anterior, se seleccionan y se combinan para dar lugar a otras nuevas. Finaliza con el brief (resumen creativo), –a partir del que se desarrollará el proyecto–, que define cuál es la meta fundamental del diseño.
3) Desarrollar. Se generan los conceptos o soluciones, se crean prototipos, se prueban y se realizan iteraciones. Es un proceso de ensayo y error que ayuda a los diseñadores a refinar sus ideas y a mejorarlas. Finaliza con el producto y el servicio terminados.
4) Entregar. Es la última fase, en la que la solución resultante (un producto, un entorno, una comunicación o un servicio) se produce y se distribuye. Incluye, también, procesos de retroalimentación y de evaluación.
Si tomamos estas etapas del Diamante Doble (como modelo representativo de la metodología del Diseño) y las comparamos con las del método del Trabajo Social, encontramos ciertas coincidencias: “Descubrir” concordaría con las fases 1 y 2 del método del Trabajo Social. “Definir” se correspondería con las fases 3 y 4; “Desarrollar” con la fase 5 y “Entregar” encajaría con las fases 6 y 7.
Como puede seguirse de esta comparación, –y aunque las técnicas empleadas puedan ser distintas porque el objeto de estudio es diferente–, Trabajo Social y Diseño comparten buena parte de sus respectivas metodologías. Posiblemente, esto se debe a que, en ambas disciplinas es necesario investigar para actuar y, tanto en una como en la otra, la investigación tiene un carácter pragmático: en el caso del Trabajo Social porque es necesario conocer y entender la realidad social para poder intervenir en ella y, en el del diseño, porque hay que comprender los contextos de uso para poder desarrollar productos, espacios y comunicaciones que respondan a las necesidades de las personas. De este modo, podríamos decir que, en ambas disciplinas, siguiendo a Fernández y Ponce de León (2018: 162): “La implicación investigadora y práctica se une en la actividad profesional”.
Por otra parte, la razón de ser del Trabajo Social es el sujeto. Como aseguran Fernández y Ponce de León (2018), esta profesión no existiría si no existiera la persona que es sujeto de la intervención. Esto sucede también en el Diseño: si no hubiera una persona para la que diseñar, si no existiera un usuario (término compartido con el Trabajo Social), el Diseño no tendría razón de ser. Por eso, actualmente, las perspectivas y modelos de intervención centrada en la persona que se están desarrollando en el Trabajo Social y el enfoque del Diseño centrado en la persona están bastante próximos, ya que en ambos encuadres se entiende al usuario como un sujeto que puede aportar conocimiento desde su propia experiencia.
Pero si estos aspectos, que consideramos bastante similares entre Trabajo Social y Diseño, quizá parezcan meras coincidencias –puesto que, tradicionalmente, han tenido fines y objetivos distintos–, hay que señalar que, en estos momentos, debido a esa ampliación del radio de acción del Diseño, a la que antes nos hemos referido, empezamos a encontrar puntos de convergencia también entre esos fines y objetivos. La reciente aparición del Diseño social, como nuevo enfoque y ámbito de práctica dentro del Diseño, permite pensar que es así.