Читать книгу El Sacro Imperio Romano Germánico - Peter H. Wilson - Страница 55

La protección a comienzos de la Edad Moderna

Оглавление

A largo plazo, no obstante, la descentralización de la protección de los judíos suavizó este abuso de poder al ampliar el círculo de aquellos que tenían interés en unas mejores relaciones. Incluso durante los malos tiempos del siglo XIV hubo ciudades imperiales y señores que preferían la coexistencia pacífica. Ratisbona y Ulm rehusaron cooperar con las medidas de Carlos y Fráncfort, tras expulsar a sus judíos en 1349, les permitió regresar en 1360. La población judía prosperó y, a finales del siglo XV, se había duplicado, con más de 250 comunidades en 1522. Hacia 1610, sumaban 3000, es decir, el 11 por ciento de la población total.74 Alberto II, un Habsburgo, fue el último monarca que trató de extorsionarlos, pero no consiguió mucho dinero, a pesar de que la población judía era mucho más numerosa y rica.75

Su sucesor, Federico III, reactivó la protección imperial al afirmar que todos los judíos eran sus súbditos directos. Con ello también esperaba recolectar dinero, pero por medio del céntimo sacrificial establecido y resistió vigorosamente las peticiones cristianas de reinstaurar la extorsión. Se le criticó y ridiculizó por ser demasiado blando: le apodaron «rey de los judíos».76 Pero, en el momento de la muerte de Federico, en 1493, estaban surgiendo actitudes más positivas. Los humanistas y los primeros reformadores protestantes se interesaron por el hebreo para estudiar los orígenes del cristianismo. El libro de Sebastian Münster, Hebraica, vendió 100 000 copias, una cifra que lo convierte en uno de los primeros bestsellers de la historia. El sucesor de Federico, Maximiliano I, a pesar de sus inclinaciones antisemitas, fue disuadido de la idea de reemprender las persecuciones por el humanista Johannes Reuchlin, que defendió en 1511 que los judíos habían sido ciudadanos romanos desde finales de la Antigüedad.

Hacia 1530, la suma de cambios socioeconómicos rápidos, las pasiones desatadas por la Reforma protestante y la decepción de los reformistas por el fracaso de sus intentos de convertir a los judíos al protestantismo contribuyeron al surgimiento de un entorno más amenazador. Entre 1519 y 1614, los judíos fueron expulsados de, al menos, trece territorios y ciudades protestantes y católicas, lo cual redujo sus comunidades principales a Fráncfort, Friedberg, Worms, Espira, Viena, Praga y la abadía de Fulda. Por desgracia, el antisemitismo se mantuvo presente en las protestas, tanto rurales como urbanas, hasta comienzos de la Edad Moderna. No obstante, la concesión a los príncipes de derechos de protección a los judíos supuso la creación, a partir de 1570, de nuevas comunidades en Fürth, Minden, Hildesheim, Essen, Altona, Crailsheim y el ducado de Westfalia. Otras ciudades, como Ansbach, readmitieron comunidades que habían expulsado con anterioridad. La nueva política protectora volvió a cambiar el carácter de los asentamientos judíos, que se expandieron por las zonas rurales desde ciudades imperiales y villas principescas. Durante esa época, alrededor de 1580, refugiados de la rebelión de los Países Bajos fundaron la primera comunidad sefardita del imperio en Hamburgo.

El Sacro Imperio Romano Germánico

Подняться наверх