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La persistencia de las estructuras establecidas
ОглавлениеLos judíos continuaron recibiendo protección a pesar de los desastres de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La oleada de antisemitismo violento que acompañó a la hiperinflación de 1621-1623 no provocó una repetición de pogromos anteriores. Las décadas de posguerra inmediatamente posteriores a 1648 fueron testigo de una nueva oleada de expulsiones que conllevó el destierro de los judíos de diez territorios y ciudades, Viena entre ellas. Aunque tales expulsiones fueron mucho más limitadas que las del siglo XVI y muchas autoridades animaron la inmigración judía para repoblar sus tierras. En 1675 se permitió el retorno a Viena a 250 familias y ese mismo año la universidad de Duisburgo admitió a sus primeros estudiantes judíos, mucho antes que ninguna otra institución de Europa.84 Los gobiernos territoriales observaron sus obligaciones legales, aun cuando ya no obtenían beneficios financieros significativos. En el siglo XVIII, solo los judíos de Fráncfort seguían pagando el céntimo sacrificial, que tan solo aportaba al emperador 3000 florines anuales. En Münster, los impuestos judíos apenas representaban el 0,1 por ciento de los ingresos del obispado.85
La población judía creció con más rapidez que la del conjunto del imperio: pasó de menos de 40 000 en 1600 a 60 000 a finales del siglo XVII, además de los 50 000 judíos de Bohemia y Moravia. Aunque los principales núcleos seguían siendo urbanos, en particular Fráncfort y Praga, en esa época vivían en el campo nueve de cada diez judíos, ya fuera en los 30 principados con comunidades judías o en las tierras de los caballeros imperiales, en las cuales residían 20 000 judíos a finales del siglo XVIII. Los caballeros consideraban que la protección de los judíos era una forma de preservar su vulnerable autonomía. La población judía siguió creciendo con más rapidez que la de los cristianos, pues hacia 1800 sumaba ya 250 000, además de 150 000 en los territorios polacos recién anexionados por Prusia y Austria.86
Suelen citarse las teorías económicas y las ideas liberales de la Ilustración para explicar la mejora de condiciones que acabó conduciendo a la emancipación del siglo XIX. Esta teoría forma parte del relato estándar de progreso hacia el Estado centralizado, ejemplificado en Europa central por Prusia y Austria. A finales del siglo XVIII ambos territorios estaban fuera del entramado legislativo del imperio, por lo que cabría esperar que la posición de los judíos fuera allí mejor que en otras áreas más fragmentadas. Antes del Edicto de tolerancia de 1781, la situación en la monarquía Habsburgo no siempre era favorable. En 1745, el sultán otomano presentó una queja formal a la emperatriz María Teresa por el tratamiento recibido por los judíos de Bohemia.87 En 1714, Federico Guillermo I obligó a los judíos de Prusia a pagar un nuevo impuesto a cambio de retirar la obligatoriedad de portar un gorro rojo distintivo. La imprenta de la corte berlinesa esquivó al censor imperial y publicó la obra El judaísmo al descubierto, de Johann Andreas Eisenmenger, el primer libro antisemita moderno. Aunque estaba prohibido en el imperio, podía circular pues había sido impreso más allá de las fronteras imperiales, en la ciudad prusiana de Königsberg. Para ridiculizar al brillante intelectual judío Moses Mendelssohn, en su visita a Berlín de 1776, se le obligó a pagar la tasa fija que debía abonarse por cada cabeza de ganado que atravesaba la puerta principal de la ciudad. El trato recibido revela la superficialidad de la tolerancia de Federico II de Prusia, muy celebrada.88
En otros lugares del imperio podía fallar la protección legal de los judíos, como sucedió en el conocido juicio farsa y ejecución del financiero Joseph Süß Oppenheimer, que en 1738 sirvió de chivo expiatorio del fracaso de la política gubernamental de Wurtemberg.89 Sin embargo, las autoridades seguían teniendo mucho interés en proteger a los judíos, dado que, de no hacerlo, serían sus privilegios y su estatus los que correrían peligro.90 El caso siguiente servirá para ilustrar la gran diferencia existente con otras regiones de Europa. En 1790, el príncipe de Rohan huyó de la revolución en su patria natal, Francia, y se estableció en sus propiedades alemanas de Ettenheim, de donde expulsó a un grupo de familias judías para dar alojamiento a sus cortesanos. Estas familias judías obtuvieron sin demora compensación legal del Reichskammergericht.91