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Objetivos espirituales

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De ese modo, el cristianismo avanzó impulsado por una poderosa combinación de convicciones e interés propio. El objetivo era la conformidad externa y la sumisión, pues, al contrario que Bizancio, antes del siglo XII la Iglesia de occidente no se interesaba demasiado en lo que la gente creía. Para ganar conversiones y almas se buscaba persuadir a figuras locales poderosas para que se unieran al clero o que ingresaran en un monasterio. En los siglos IX y X, era frecuente que los hijos cautivos de nobles eslavos fueran educados como monjes. Una vez convertidos al cristianismo, esos eslavos utilizaban sus contactos personales y ejercían de padrinos bautismales para aumentar las conversiones entre su propio pueblo. Carolingios y otónidas tuvieron notable éxito persuadiendo a los caudillos vikingos para que se convirtieran, de este modo asimilaban «bárbaros» de forma similar a como lo hacía el antiguo Imperio romano.13

Los reyes carolingios se dedicaban a coordinar tales actividades desde antes del año 800. Entre 780 y 820 hubo una serie de sínodos eclesiásticos que aumentaron los incentivos para el patronazgo seglar mediante reglamentos escritos (capitulares) que mejoraban la disciplina monástica. Monjes y monjas fueron diferenciados por sus votos y por sus vidas estrictamente reguladas, que los distinguían de los cánones y canonesas seculares que vivían en comunidad y ejercían de gestores políticos y económicos de los bienes eclesiásticos. Mientras el primer grupo rezaba por los benefactores, el segundo proporcionaba ocupaciones adecuadas para los hijos e hijas de la nobleza.14

Los sínodos garantizaron que el clero dispusiera de herramientas para su labor. Los inventarios de los siglos VIII y IX muestran que la mayoría de las iglesias del imperio disponían de, al menos, un libro religioso. Un notable logro en una época en la que no existía la imprenta.15 El mensaje cristiano también se transmitía por medio de métodos no escritos: pinturas murales, esculturas, sermones y la escenificación de misterios. Los objetivos siguieron siendo realistas. Los obispos debían garantizar la uniformidad de la liturgia y asegurar que el clero menor predicase los domingos y días de guardar, visitase a los enfermos y oficiase bautismos y funerales. Los ritos funerarios son un importante indicativo de conversión, pues desplazaron a las antiguas costumbres de sepultar a los guerreros con caballos y armas. Por otra parte, los días de los santos no se convirtieron en elementos fijos del calendario hasta el siglo XII y no fue hasta 1215 cuando se hizo obligatorio confesarse por lo menos una vez al año. En el ámbito local, siguió habiendo considerable tolerancia de las prácticas paganas y heterodoxia, todo lo cual facilitó la asimilación.

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