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REFORMAS La Reforma protestante en el contexto de la historia del imperio
ОглавлениеLos judíos conformaron la única minoría religiosa del imperio entre el declive del paganismo entre las poblaciones eslavas, hacia 1200, y el surgimiento del husitismo, más de dos siglos después. El desafío más importante para la uniformidad provino de la Reforma protestante iniciada en 1517.92 Sus desiguales resultados reforzaron las diferencias políticas y culturales entre los componentes territoriales del imperio, así como la deriva independentista de Suiza y los Países Bajos.
Las causas de este terremoto cultural van más allá del ámbito del presente libro, pero necesitamos ver el contexto en el que emergió, dado que este explica por qué la nueva controversia religiosa fue diferente a la del imperio medieval. Desde principios del siglo XII, los concordatos entre papas y monarcas habían fomentado por toda Europa el crecimiento de Iglesias nacionales diferenciadas. Este proceso se aceleró hacia 1450 y contribuyó a que Carlos V no pudiera emular en la década de 1520 el éxito de Segismundo en el Concilio de Constanza, en el que logró resolver la reforma mediante un único concilio eclesiástico liderado por él. En esta época, el imperio estaba también evolucionando con rapidez gracias a los cambios institucionales, las llamadas «reformas imperiales», que tuvieron lugar en torno a 1500 (vid. págs. 393-401). Resultó crucial que en 1517 tales cambios no se hubieran completado, pues eso hizo que la resolución de la crisis quedase imbricada en la reforma constitucional.
El contexto también hizo que Lutero no consiguiera elevar las Escrituras a la condición de base única de la verdad y restaurar así lo que él consideraba que era el cristianismo «puro» original. El relativo declive de la autoridad papal e imperial hizo que no existiera una única autoridad que juzgase sus creencias, lo cual hizo que estas fueran aceptadas, rechazadas o adaptadas por una serie de comunidades locales y nacionales. La cuestión religiosa afectaba a amplios aspectos de la vida diaria, así como a la salvación personal, lo cual añadía urgencia a su resolución. Los intentos de desactivar la controversia por medio de una clarificación de la doctrina resultaron contraproducentes, pues poner por escrito los debates únicamente servía para hacer más obvio el desacuerdo. Es más, las nuevas imprentas aseguraron la rápida difusión de las ideas contrapuestas y encendieron el debate por toda Europa.93 Una vez tenía lugar la primera escisión, a los protagonistas les resultaba más difícil repararla.