Читать книгу Cuestiones disputadas - Rafael Paz - Страница 19

“UNENDLICHE”

Оглавление

Si la deriva del descubrimiento freudiano puede trazarse por el acceso sucesivo a modalidades diversas de lo disociado, reprimido y apartado, el telos de la penetración hasta el núcleo, al definir lo imposible de su meta señala un horizonte radical de la subjetividad: el enigma irreductible, que se muestra en el propio azoramiento ante aperturas a experiencias más libres.

De allí la posibilidad de construir una ética práctica, puesto que reconocer esa condición concede al analista la tranquilidad paradójica –para premisas sustentadas en la omnipotencia– de reconocer lo imposible de cualquier ambición de enseñoramiento por trasparentización del otro.

El resto enigmático define el centro mítico de tal apropiación, sea a través del amor o del odio, y es más de lo que ha dado en llamarse la diferencia.

Esta suele remitir a aquellos rasgos que distinguen a alguien en cualquier encuentro con profundidad vital, y en donde se conjuguen los provenientes de su pertenencia cultural, creencial o étnica en los pliegues más propios y reservados.

En tal caso se trata de universales que convergen en un singular y lo sitúan en una simbólica de respuestas y compromisos, que, claro está, lo trasciende: de ahí el confort, pero también el anonadamiento por el peso que la casa paterna conlleva.

Todo lo cual se expondrá en el proceso analítico como sensible zona de lo propio en conjunción con ideales y lazos con otros, que llegan al nivel de las imagos y su incansable urdir destinos.

Lo que requiere trabajarlos desde distancias moduladas, empatía sabedora de sus límites y conocimiento por analogía.

Si el psicoanálisis es puesta en juego de lo reprimido, aquellos lazos sufrirán las interrogaciones –curiosidad, pulsión de dominio, epistemofilia– a las que el pequeño y precario pensador redivivo y legitimado los someta desde la plataforma transferencial y su fuerza indagatoria, y también desde las secretas ambivalencias para con los núcleos de origen.

Constituyéndose éstas con frecuencia, como hemos visto, en causa de lealtades reactivas exasperadas y de fanatismos y, naturalmente, de formidables resistencias.

El pensamiento deductivo no tiene aquí relevancia: la pretensión de desentrañar la singularidad por sucesivos pasos de género a especie, dejando, en el mejor de los casos, una referencia al azar para dar cuenta de lo impredecible, nada nos dice de lo que psicoanalíticamente interesa.

Su contraparte, la intuición, trató de penetrar directamente al corazón de la cosa, pero el ímpetu romántico no disuelve el enigma; en todo caso potencia alguna de sus versiones, puede ofrecer sin duda cauce a la empatía y, en la clínica, ser fuente de señalamientos que atraviesen capas de resistencia.

Lo irreductible enigmático se vincula, por oposición, a la experiencia de fascinación y al saber por compenetración fusional que esta procura, y también al dolor del intérprete (analista) de perder la ilusoria transparencia del otro-bebé-prolongación-de-mi-pecho-y-de-mi-ser que regresivamente el analizando puede llegar a encarnar.

Situar este asunto bajo la rúbrica del narcisismo abre posibilidades de exploración metapsicológica necesarias, sobre las que luego nos extenderemos.

Se trata aquí de señalar fantasías presentes en el campo transferencial, y su mejor destino de relativización productiva si logramos instaurar una dialéctica entre tentadoras capturas retentivas para el bien y esperanzas aleatorias.

Y que nos muestra en presencia la lucha para librarse de amorosidades sofocantes, redivivas en la transferencia.

Punto delicado, pues a veces convocan un furor curandis sin furor aparente, que impregna de retentividad bienintencionada y difícil de detectar, pues este tipo de respuestas contratranferenciales tienden a articularse en un estilo.

Y llevan al perfeccionismo de la mala interminabilidad, con un horizonte vislumbrado e inquietante de terminación por agotamiento.

De hecho, lo prolongado de un análisis no obedece sólo a la pertinacia de los traumas y microtraumas, el masoquismo y la adhesividad a los síntomas, sino además al esfuerzo para labrar un recinto propio y más allá un territorio práctico-simbólico en el mundo, apartándose de la permeación regresiva que el proceso analítico produce.

Para lo cual no sólo contamos con aspectos del Self preservados, junto a restos postraumáticos de la capacidad de pensar, amar y creer, sino con la productividad que surge desde la misma matriz que los síntomas.

Siendo este el terreno –transferencial en sentido profundo– en el cual el análisis ha de ir a disputar energías latentes con los complejos infantiles.

Las patologías más complejas y perniciosas son tales porque se apropian de la excedencia autoafirmativa y erótica que rompe con las coerciones superyoicas, pero la reincluyen, como psicopatía, desagregación o delirio, en sistemas de coerción y sometimiento, por lo común siguiendo las facilitaciones de núcleos megalomaníacos.

Hemos explorado ciertos puntos básicos desde lo que el espacio analítico posibilita y que hacen a su peculiar consistencia en el compromiso de verdad y cura que le dan sentido, los que serán recogidos una y otra vez en el desarrollo del texto.

Acentuamos también como clave del método la oscilación entre objetividades enunciables, razón poética de subjetividades trasmisibles y materia prima fantasmática en acción en la transferencia.

Iremos ahora en pos de los comienzos, no con pretensión histórica exhaustiva, sino desde la perspectiva de las problemáticas actuales y su enraice en aquellos momentos en que el psicoanálisis se instituyó como práctica de transformación, interpelación cultural, discurso orgánico y empuje institucional.

1 Carta del 4-12-1924.

2 Se trata de las clásicas posiciones kleinianas –“agrupamientos de angustias y defensas”– entendidas en su sentido más amplio, es decir, como dispositivos imaginario-simbólicos que generan premisas de vida y estilos, manifestándose en diferentes circunstancias, sobre todo en momentos transicionales significativos. Bion desprendió definitivamente el modelo del anclaje genético, postulando la oscilación Paranoide Esquizoide/Depresiva (PE <——> D) inspirándose para el dibujo bidireccional de pequeñas flechas en la notación utilizada para las reacciones químicas reversibles. Agregamos aquí el momento Con-fusional, que incluye la ambigüedad del pasaje posible a transiciones útiles o decaer hacia brumas persecutorias. (Examinaremos el punto más adelante).

3 Tangencialmente: no es posible construir una ética desde el psicoanálisis, pero sí de aportar a los procesos histórico-sociales de su construcción a partir de la que funda su ejercicio. De hecho el psicoanálisis ha jugado activamente, impregnando con su relativismo productivo –es decir, con una puesta entre paréntesis radical de lo dado y hallazgos y afirmaciones concretas referidas a dimensiones humanas soslayadas–, la gestación de valores en el contexto de la modernidad.

4 Donald Meltzer ha elaborado estas cuestiones con mucha profundidad. Ver, por ejemplo: Return to the imperative: an ethical implication of Psychoanalytic findings. [En (1994) “Sincerity and other works”. Karnac Books, London, págs. 144/5].

5 En el capítulo noveno examinamos el punto en extensión.

6 Me refiero a los desarrollos sobre “coraza caracterial” de este autor, fuente tanto de ideas valiosas cuanto de exageraciones unilaterales. (Análisis del carácter, Paidós, Buenos Aires, 1957).

7 Lo cual no quiere decir destruirlos: nadie en sus cabales se ensaña con los dientes de leche o con las adventicias. Es claro que se mantiene el costado iluminista de la praxis psicoanalítica, pero despojado del carácter de cruzada y sabiendo de las sutiles relaciones entre fantasías, equilibrios adaptativos y modos de pensar, así como de los duelos que requiere el abandonarlos o transformarlos.

8 “[...] Vive solo en el bosque. No tiene permitido tocar mujer, tampoco abandonar su casa, y ni siquiera levantarse de su silla, en la que se ve precisado a dormir sentado. Si se acostara cesarían los vientos y se arruinaría la navegación [...]” ([1913] Totem y tabú, Amorrortu editores, O.C. 1979, T. XIII, pág. 52).

9 Juega aquí la cuestión de la contratransferencia concordante y complementaria, que examinaremos en el capítulo sexto.

10 Ver el clásico, y predecesor en muchos aspectos: Psicoterapia en las psicosis (Paidós, Buenos Aires, 1962.)

11 Aspectos hiperadaptados del Self no es lo mismo que “falso Self”. Se trata de capas de actitudes, reforzadas por entrenamiento, que preservan de la puesta en juego de enclaves sensibles; corresponden, por lo tanto, a equilibrios caracteriales. Si lo que ocurriera en el analista fuera el desarme o resquebrajamiento de un “falso Self”, supondría una crisis contratransferencial que requeriría recomposiciones de gran alcance o la entrada en análisis, si el insight catastrófico se transforma en esperanza de volverlo asimilable.

12 Es sabido que desde el “Proyecto...”, el concepto de retroacción ocupa un lugar importante para entender el procesamiento simbólico. En perspectiva de campo y de proceso conviene considerarlo como una de las modalidades de temporalización que concurren en la transferencia, como veremos más adelante.

13 La historia de este último concepto es azarosa, empezando por su traducción (a propósito, podría traducirse por “percatarse”), puesto que puede llevar a cierta idea restrictiva de captación meramente intelectual. Lo trabajado por Bion referido al vínculo K, como emocionalidad cognitiva en un juego intrincado con el Amor y el Odio, que también suponen formas del conocer, es fundamental. Se trata del pensar como posibilidad de construir red, que contenga pensamientos y sus circulaciones, de agrupar incluso lo apriorísticamente no agrupable, desde la aprehensión (creación) de “hechos seleccionados”.

14 El conocido enunciado freudiano respecto de las tareas imposibles –gobernar, educar y psicoanalizar– en una perspectiva de campo se vuelve concreto como conjunción de lo inagotable del otro, el cuerpo, lo real del mundo, las resistencias plurales y los límites del analista.

15 Tengamos presente la sutileza implícita en el título: Trieb und Triebshicksale, es decir “Pulsión y destinos de pulsión”. Es allí donde la osadía freudiana intentará introducirse para modificarlos.

16 Estos últimos son núcleos coagulados en su desarrollo, que en un status protosimbólico se hallan sometidos a regímenes de disociación e identificación proyectiva intensos, pero sin la malignidad de los psicóticos.

17 Abel García Barceló las definió de este modo en: (1979) Sociedad y derecho, Buenos Aires: Ediciones Estudio.

18 Basado en: (1992) Paz, Rafael, “Zona erógena” Nº 12, pág. 2.

19 Dándole un sentido extenso, como versiones de sí ligadas a consumaciones pulsionales y figuras de goce renuentes a la síntesis.

20 Más arriba nos hemos referido a la empatía; el énfasis en lo genuino puede parecer una aclaración ociosa o simplemente absurda, puesto que de no darse plantearía una contradicción en los propios términos. Pero es prudente hacerlo por los riesgos concretos de seudo empatías dimanantes de seudoselves psicoanalíticos.

21 “Indicios. Raíces de un paradigma de inferencias indiciales” (en Carlo Ginzburg, (1989) Mitos, emblemas, indicios. Morfología e Historia, Barcelona, Gedisa, págs. 138-175.) Confluyeron en su construcción Morelli, Freud y Arthur Conan Doyle, desde la detección de falsificaciones en la pintura, el psicoanálisis y lo detectivesco, pero sobre un suelo médico común, como lo señala el propio Ginzburg.

22 (1914) Freud, S. “El Moisés de Miguel Ángel”, T. XIII, O.C., Amorrortu, 1979, pág. 213.

23 Roland Barthes et al., Lo verosímil, Editorial Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1973, pág. 19.

Cuestiones disputadas

Подняться наверх