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La era de las multisalas

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¿Por qué hay tantas salas? ¿Para permitir una programación más diversificada, a la vez blockbusters y películas más minoritarias? Colby: “No, en absoluto. Es para no perder ni un solo adolescente” Los blockbusters se proyectan en varias salas a la vez, con una sesión cada 15 minutos en hora punta, para evitar tener que consultar los horarios antes de venir. A razón de 1,300 personas por sesión son casi 7,000 personas diarias, todas en un lugar caliente y también aquí, seguro (…) Las palomitas de maíz (…) se vuelven populares en la década de 1930, cuentan con la doble ventaja de ser fáciles de producir y de tener un coste ínfimo respecto de su precio de venta: el 90% de los ingresos son puro margen. Y he aquí que los drive in y después los multicines, construyen su modelo económico alrededor de las palomitas. Las salas empiezan a comprar el maíz para palomitas al por mayor, directamente a las industrias agroalimentarias que las refinan y se comercializan unas máquinas automáticas más eficaces (…) (Martel, 2011, p. 47).

La cita anterior recoge la opinión del conductor de una cadena de salas de Estados Unidos. Las razones que expone son el sustento de la división de los antiguos cines, construidos en los años treinta y décadas siguientes, con capacidades para mil quinientos espectadores en promedio, en salas más pequeñas, y la construcción de los complejos multiplex, a partir de los años noventa. Un proceso que se verifica en todo el mundo. El propósito: rentabilizar el espacio a partir de la diversificación de una oferta fílmica dirigida a los espectadores jóvenes.

Aunque el inicio de la era de las salas múltiples se remonta a 1963, cuando, según Gomery (2011), se edifica el primer multiplex, el fenómeno de la construcción de salas gemelas o plurales se impulsa en Estados Unidos y Europa desde los años setenta. En el Perú se inicia con retraso debido a las fluctuaciones de la situación económica y la evolución del consumo.

Los cines Adán y Eva, ubicados en el limeño Jirón de la Unión, son precursores, a mediados de los años setenta, de la fórmula de las salas gemelas, antecedentes del multiplex, convertido en formato estándar para las salas públicas de exhibición cinematográfica desde la última década del siglo pasado3.

En 1979 se inauguran las salas Romeo y Julieta, en el distrito de Miraflores, siguiendo la fórmula de los cines gemelos, a pesar de tener diferentes aforos y estilos arquitectónicos divergentes.

Tanto las salas gemelas del centro de Lima como las de Miraflores se ubican en zonas de intensa actividad comercial, anticipando el tipo de explotación cinematográfica que se impondrá en los años siguientes. El modelo es también similar: salas contiguas, ambas con aforos menores que los tradicionales.

Las diferencias son visibles si comparamos las nuevas salas con los inmensos cines construidos durante los años cincuenta al influjo de los novedosos sistemas tecnológicos de proyección, como el CinemaScope, que requería una pantalla de marcada horizontalidad, propicia a la proyección anamórfica. El modelo de las salas con más de quinientas localidades deja de ser rentable: el formato de los cines gemelos genera un aprovechamiento mayor para los espacios habilitados o para la localidad de platea o patio de butacas.

En diciembre de 1980 se abren las salas Real 1 y Real 2, ubicadas en el centro comercial Camino Real, en el distrito limeño de San Isidro, a las que siguen, poco después, en 1981, las salas Arenales Ámbar y Arenales Jade, ubicadas en el centro comercial Arenales, de Lince. Al respecto, Juan Luis Orrego Penagos escribe:

Pero tendría que pasar mucho tiempo antes de que estos conjuntos de dos salas se convirtieran en lo que conocemos actualmente como “multiplexes”. Los primeros cambios comenzaron como una subdivisión de salas de cine existentes durante la crisis económica de los ochenta, cuando muchos teatros no supervivieron y se convirtieron en iglesias. Hay que recordar que el fenómeno de los “multiplexes” se popularizó en Estados Unidos durante la época del presidente Carter, en la segunda mitad de los 70, cuando la crisis económica generó una gran cantidad de metros cuadrados desocupados en los centros comerciales. La popularización del VHS, de otro lado, y la amenaza terrorista, por otro, también contribuyeron a la crisis de las salas de cine en el Perú durante los 80 (Orrego, 2010).

El modelo del multiplex se establece en 1995, cuando el cine El Pacífico, ubicado en el distrito limeño de Miraflores, se reconstruye para convertirse en un complejo de seis salas, marcando el inicio de un período de construcción de salas con múltiples pantallas. Es también el tiempo de la clausura de los cines tradicionales, de propiedad familiar4.

La década de los años noventa se inicia con cifras negativas para la actividad cinematográfica. Datos que corroboran los índices decrecientes de la asistencia registrada como consecuencia de la inflación de los años ochenta y de la violencia generada por el conflicto armado interno de esa década5. El consumo cinematográfico desciende de un modo drástico de un año a otro. En 1991, en el Perú van al cine 11,5 millones de personas. En 1992 solo asistieron cinco millones. Las 280 salas de cine existentes a inicios de los años setenta se reducen a 118 en 1995. El cierre de las salas en Lima y provincias es incesante.

Esas tendencias negativas en la asistencia y los ingresos se revierten con la adopción del modelo del multiplex, que llega aparejada con la estabilización de la economía, la imposición del modelo económico liberal de libre mercado, el aumento del consumo y de la relativa pacificación del país, al menos de algunas de sus regiones (las que cuentan con instalaciones cinematográficas). Se construyen nuevos centros comerciales y, en ellos, los cines hacen las veces de locales comerciales “ancla”, que propician el flujo y la circulación de clientes, beneficiando a los otros negocios instalados. En paralelo, desaparecen los tradicionales cines de barrio, salas de segunda exhibición ubicadas en los diversos distritos de Lima.

El espectáculo cinematográfico adquiere características nuevas: la película es una mercancía que se transa y se consume en un local ubicado en el interior de un amplio “no lugar” por el que transitan miles de personas durante sus tiempos de ocio (Augé, 2010).

Roy Stafford (2014) considera el modelo del multiplex como la exportación más importante de Hollywood en las últimas décadas, más aún que sus películas, diseñadas para ser consumidas en ese tipo de locales.

En ese novedoso modelo de explotación cinematográfica, los títulos de las películas ya no son factores de distinción; mucho menos la designación de sus directores, sus méritos, recompensas o singularidades. Son artefactos intercambiables, similares entre sí, que reproducen pautas prefijadas, al modo de secuelas o prolongaciones de historias o personajes exitosos. Títulos que algunos espectadores eligen ver en el momento, mientras hacen la fila ante la taquilla.

Las salas múltiples no tienen singularidades en su diseño y construcción ni se prestan para lucir los rasgos de autoría de algún arquitecto prestigioso (Mejía, 2007). Solo se distinguen por los volúmenes de aforo. Las ventajas comparativas ofrecidas se identifican con los gadgets que encarecen el precio de la entrada: sistemas de proyección en 3D (proyección estereoscópica) o dispositivos de estimulación sensorial (las salas 4DX, con butacas que se sacuden; efectos de humo y agua que rozan al espectador; empleo de sustancias químicas que producen aromas; destellos luminosos, entre otros) activados en sincronía con los efectos audiovisuales previstos. Es el retorno del cine de las “atracciones”: entornos que convierten a las salas en espacios de encuentro en el interior de los malls, al costado de grandes almacenes y lugares de entretenimiento, a la manera de las grandes ferias de los primeros años del cine, o de los iniciales negocios de exhibición de las imágenes en movimiento (Gunning, 2011).

La propuesta más estructurada, amplia y moderna de salas múltiples se construye en 1997 en el interior del centro comercial Jockey Plaza, en el distrito de Santiago de Surco, en Lima. La cadena exhibidora transnacional Cinemark, que posee salas en diversos países de América Latina, se hace cargo de la concesión. Son doce salas construidas de acuerdo a los patrones de la franquicia Cinemark, que sigue un similar modelo de administración y presentación de sus instalaciones en todo el mundo. La programación de la sala, y de toda la operación de la cadena Cinemark en el Perú, se realiza, en sus primeros tiempos, desde la filial de la compañía en Santiago de Chile.

En forma simultánea, en los alrededores del centro comercial Plaza San Miguel se construye un complejo denominado Cineplex, que el año 2000 es adquirido por el grupo económico propietario del banco Interbank6. Esa transferencia trae consigo su cambio de la denominación. Pasa a llamarse Cineplanet San Miguel7. Ese mismo grupo económico emprende la división del tradicional cine Alcázar, de Miraflores, al que integra en un complejo comercial. Lo propio hace con los cines Adán y Eva del Jirón de la Unión, transformados en salas múltiples.

La cadena Cineplanet amplía sus actividades de exhibición a Chile en 2005, estableciendo una cadena de salas denominada Movieland. En junio de 2012 abre en ese país sus primeras salas con el nombre Cineplanet8.

En 1998 se inaugura el centro comercial Larcomar, en el distrito limeño de Miraflores, donde se encuentra un multiplex de la empresa UVK Multicines, cuya sigla corresponde a los apellidos de los accionistas originales de la sociedad propietaria: Ubilluz, Velarde y Kumar. Como sala autónoma dentro del complejo, en Larcomar se construye una sala-bar, como un formato de exhibición para un público adulto y de mayor poder adquisitivo. Con el paso del tiempo, la empresa se expande inaugurando salas en diversos centros comerciales o lugares de Lima (El Polo, Marina Park, Plaza San Martín, remodelando el local que ocupó el antiguo cine San Martín), pero sufre tropiezos económicos con el cierre del centro comercial Marina Park, en San Miguel, y la desactivación de las salas ubicadas en el Centro Comercial El Polo. En 2010, UVK Multicines inaugura una sala VIP, con comodidades adicionales, a un costo mayor (UVK Basadre), en el distrito de San Isidro. El modelo de las salas VIP, con butacas reclinables y servicio de bar, es replicado por otras cadenas.

Un formato de multiplex dirigido a los llamados “sectores emergentes”9 es el de la cadena Cinestar, con salas edificadas en torno de los supermercados Metro, en distritos como Jesús María, San Juan de Miraflores, y en diversas regiones del país. Es impulsado por la empresa distribuidora Continental, del empresario indio Arun Kumar, también copropietario de la cadena UVK Multicines. Continental es precursora en la división de las salas. Lo hace en el cine Excelsior de Lima el año 1982. Reconvertido en el grupo Top Rank, en 2011, contrata la franquicia Movietime y construye salas ubicadas en strip centers (complejos comerciales con cines, juegos infantiles, restaurantes y tiendas, pero de una escala menor a la de los malls) en Lima y ciudades como Cañete, Chincha, Pucallpa, entre otras.

Desde mediados de la década de 2000 se inicia la construcción de multiplex en el Norte de Lima, en los distritos de Independencia, Comas, Los Olivos. Además de las cadenas Cineplanet y Cinemark, se establece la cadena mexicana Cinépolis, con salas en los centros comerciales Plaza Norte de Independencia y Aventura Plaza de Santa Anita. Cinépolis inaugura los cines 4D, con dispositivos que estimulan la experiencia sensorial del espectador.

Empiezan, entonces, a edificarse salas múltiples en diversas ciudades de las regiones del Perú: Trujillo, Chiclayo, Ica, Arequipa, Juliaca, Iquitos, entre otras. El cómputo de los locales se determina teniendo en consideración el número de las pantallas existentes y no el de los inmuebles o de los complejos dedicados a la exhibición. En 2013 se abren 49 nuevas pantallas. A fines de ese año se cuentan 473 pantallas, distribuidas en 69 complejos en todo el país10. En 2014 se registran 77 complejos cinematográficos en todo el Perú administrados por las cadenas Cineplanet (con 31 complejos en el Perú y una participación aproximada del 40 % en el mercado), Cinemark, UVK Multicines, Cinépolis, Cinerama, Multicines Cine Star, Multicines Movie Time y Multicines Plaza. En Lima se ubican 45 complejos, que concentran el 55 % de la oferta de pantallas. En el mismo año se inauguran complejos en Tumbes, Cusco, Ucayali, entre otros (Taipe, 2014).

La instalación de las multisalas genera un sostenido y progresivo incremento en la asistencia global del público al espectáculo cinematográfico. En 2003 asisten 10,6 millones de espectadores; en 2004, 13,2 millones; en 2011, 28,7 millones; en 2012, 31,5 millones; en 2013, 35 millones; en 2014, 39,5 millones (Día 1, 9 de diciembre de 2013, p. 18; Día 1, 19 de enero de 2015, p. 16).

El Instituto de Estadística de la Unesco sostiene que el paso de las proyecciones tradicionales sobre soporte de celuloide (reemplazado desde fines de los años noventa por el mylar) a soportes digitales es el cambio más importante en la tecnología de exhibición cinematográfica de los últimos años. Es una transformación que se desarrolla en velocidades desiguales, de acuerdo a regiones geográficas distintas. Afecta el precio de las entradas ya que la instalación de pantallas digitales se realiza en paralelo con la introducción de la tecnología de la proyección de la tercera dimensión digital (3D), que se ofrece al espectador con boletos de mayor costo.

El número de salas digitales en el mundo se duplica entre los años 2007 y 2009. En 2009, el 63 % de las salas digitales se concentran en tres países: Estados Unidos, China y Francia.

El 3 de junio de 2008, la empresa peruana Cine Planet se convirtió en la primera exhibidora en tener una sala digital con proyección en 3D en Perú. Un mes después su competidora, la también peruana UVK Multicines, inauguró una sala 3D en su complejo Larcomar. Durante el año siguiente, Cine Planet inaugurarí a tres salas digitales más y Cinemark abrirí a cuatro salas 3D. El interior del país tendría que esperar a 2010 para que llegara la proyección tridimensional (…) El sistema de proyección tridimensional más utilizado en Perú es el Dolby (…) Cine Planet firmó, en julio de 2010, un acuerdo con la empresa Nec para que todos los proyectores de la exhibidora provengan de la firma japonesa (Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y Observatorio del Cine y del Audiovisual Latinoamericano y Caribeño, 2011, p. 72).

En el Perú, al finalizar el año 2008 se encontraban en funcionamiento 6 pantallas con proyecciones digitales; 11 en 2009; 42 en 201011. En 2013, la cadena Cinemark culmina con la reconversión digital de las proyecciones de sus salas, mientras que en noviembre de 2014 la cadena UVK Multicines anuncia similar paso hacia el nuevo sistema de proyección. A partir de 2011, los nuevos complejos de multisalas que se inauguran en el Perú están dotados únicamente con equipos de proyección digital12. Tanto en la instalación de equipamiento digital de la cadena Cinestar Multines, como la de UVK Multicines, los servidores de cine digital fueron suministrados por GDC Technology Limited, mediante acuerdos de Virtual Print Fee (VPF)13.

En diciembre de 2013, existen casi ocho mil salas digitales en América Latina que equivale al 63 % de las salas de la región; ese mismo año,

la región vio implementarse las primeras transmisiones vía satélite para exhibiciones comerciales, siendo México el líder en este incipiente proceso (…) A comienzos de 2014, en los mercados con mayor porcentaje de digitalización, como México y Colombia, las Majors de Hollywood cortaron el envío de copias en soporte fílmico para los blockbusters (González, 2014, p. 84).

Este complejo de distribución y exhibición de películas digitales, llamado D-cinema, es impulsado por los protocolos o estándares establecidos por la Iniciativa del Cine Digital (DCI, por sus sigla en inglés), promovida por los estudios de Hollywood (Stafford, 2014).

[Disney/Buena Vista, Paramount Pictures, Twentieth Century Fox, Sony/Columbia, Warner Bros. y Universal] lograron afianzar su poderío imponiendo una serie de recomendaciones para los fabricantes y a las que los exhibidores debían ajustarse. A través de la Digital Cinema Initiatives (DCI), fundada en marzo de 2002, lograron comandar el tránsito del analógico al digital. Los objetivos fueron establecer un formato de exhibición único, consistente y que además acabara con la piratería. Tras años de probar con distintos formatos digitales (DVCam, MiniDV, Digibeta y otros), finalmente el estándar elegido fue el DCP, un disco rígido en el que el film se comprime, y que provee el contenido en una resolución 2K y 4K (Sahores, 2012, p. 20).

En paralelo al crecimiento de las salas públicas, las prácticas de consumo de películas y productos audiovisuales se diversifican.

El cine peruano en tiempos digitales

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