Читать книгу Semáforos rotos - Santiago Infante - Страница 18

14

Оглавление

LO AGARRA COMO UN BEJUCO, se impulsa y cae sentada en el borde de la cama. Domina su oficio. Se engolosina y bizquea la mirada. Vale los veinte mil. Lame bien y chupa mejor. Prende sus ojos amarillos chiquiticos y los apaga como bombillos de navidad. Bocaza especialista en succiones. Frota duro con la derecha y suave con la zurda. Chupa, chupa, chupa y pajea. Lo saca chasqueando, maniobra, sonríe y me mira con pupilas intermitentes que juran pasión. Gime, frota y vuelve a lamer. Dibuja círculos rápidos electrizantes con la lengua y vuelve a engullir. Engulle bien, engulle con ganas.

Le pido que se lo hunda hasta el fondo de la garganta, hace lo que puede mientras se toquetea con el dedo del corazón. Más rápido. Rapidísimo. Viva Colombia. Rápido. Más rápido y más hondo. Viva el recalentamiento global. Aprieta hasta donde puede y engulle hasta donde le cabe. Sí que sabe lo que hace. Menea la melena rubia anaranjada bien tinturada y solo por veinte mil.

—¡¡¡Amanditaaa… te lo dedicooo… dondequiera que esteeeés!!! —Mientras me vengo se me ocurre que la Historia de la Humanidad es menos que una fábula, pienso en cosas de ese estilo en los momentos importantes.

—¿Te gustó? —pregunta relamiéndose.

—Estuvo bueno, pero muy caro.

Arranca un tramo largo de papel higiénico, camina hacia el baño arreglándose el pelo y la ropa. Mea sin cerrar la puerta. Escucho al agua correr por el sifón.

Semáforos rotos

Подняться наверх