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Me vale huevo si Jorge Imbécil, fotógrafo, calienta a Amanda y ella se le encarama a horcajadas. Seguro están en el Cabo de la Vela, celebrando la venta de los cuadros. O tal vez voló al Tíbet, mentalizada para un régimen de aguamiel, dispuesta a mortificar la carne en pos de torcer las leyes de la materia y así liberar el espíritu. O quizá se bebió, frasco blanco, todos los Rivotril de las droguerías de Chapinero: varias veces dijo que quería fritarse de sobredosis. Patirrajada, por su lado, puede estar en La Habana, revolcándose con su marido, pero recordando que nos gozamos.

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