Читать книгу Mailings para un joven abogado - Óscar Fernández León - Страница 7

Entrando en materia, la imagen que la mayoría de los ciudadanos tienen sobre los abogados (entre los que me atrevo a incluir a los licenciados en derecho) se encuentra asociada a los abogados criminalistas americanos importados con el cine y la televisión (Gregory Peck, Paul Newman, James Stewart, Susan Sarandon, Tom Cruise, etc.), abogados que defienden heroicamente a su cliente (en algunos casos jugándose la vida) en asuntos verdaderamente complicados. Estos abogados suelen gozar de todas las cualidades que cualquiera podría soñar: son atractivos, listos, ingeniosos, atrevidos y, además, curiosamente, al final siempre les sonríe la suerte...

Sin embargo, fuera de estos estereotipos, la realidad es bien distinta.

Aún recuerdo que durante el último año de licenciatura me acerqué a los Juzgados de Instrucción y asistí como observador a un par de juicios de faltas. La decepción fue mayúscula: la sala estaba completamente vacía, no se escuchaba nada de lo que los abogados decían, a lo que se añadía el tono monocorde de lo allí expresado y la quietud marmórea de los participantes, conjunto de circunstancias que hicieron que aquella primera experiencia fuera soporífera y decepcionante. ¿Y esto es lo que hace un abogado? ¿Dónde está Tom Cruise? me preguntaba... Lógicamente, estaba equivocado, pues pronto comprobaría que los abogados hacen más cosas, pero lo que sí aprendí a través de aquel desengaño fue que aquellos magníficos abogados estaban bien donde estaban, es decir, en la gran pantalla, como grandes litigadores, pues la realidad que iba a conocer sería otra bien distinta.