Читать книгу Con la Venia, Manual de oratoria para abogados - Óscar Fernández León - Страница 11
1.5. EL SENTIDO PEYORATIVO DE LA RETORICA
ОглавлениеHoy en día sigue existiendo una idea o sentido peyorativo de la retórica. De hecho, una de las acepciones que encontramos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene ese marcado carácter perverso: Uso impropio o intempestivo de esta arte.
Tal sentido deriva de razones tanto académicas como funcionales. En relación con las primeras, como indica Carlos Javier Morales7), el moderno desprestigio de la retórica se debe en buena parte a su carácter reglado y preceptivo, el cual, aplicado de forma automática y rigurosa, lleva indefectiblemente a la uniformidad expresiva, al acartonamiento de los discursos, a la falta de creatividad personal y a la falta de credibilidad que deriva de un discurso de tales características.
Por lo tanto, este desprestigio histórico procede del uso rígido y formal que se llegó a dar respecto de la preceptiva de la retórica, convirtiendo los discursos políticos, religiosos o judiciales en auténticas soflamas, muy bellas eso sí, pero carentes de estilo y vacías de contenido.
En cuanto al segundo grupo de razones, es obvio que la retórica o la oratoria (el desprestigio se proyecta sobre ambas), pueden emplearse perversamente, es decir, al servicio del mal, de la mentira o del engaño, lo que suele producirse cuando la persona o personas que la emplean hacen un uso falto de ética, moral y de responsabilidad, como desgraciadamente nos ha ido mostrando la historia de la humanidad. En estos casos la retórica se convierte en un instrumento perverso con el que el demagogo (que no orador) pretende influir en el ánimo de terceros tergiversando la realidad expuesta.
En este sentido, es paradigmática la cita de Kant8) al respecto: La oratoria es un arte insidioso, que enseña a mover a los hombres como a máquinas, en cosas importantes, hacía un juicio que, si uno reflexiona serena y objetivamente, debe perder toda su seriedad.
Sin embargo, debe quedar bien claro que la perversidad de la oratoria, así entendida, deriva exclusivamente del uso o aplicación torticero que se dé a la misma, lo que nos lleva a preguntarnos por cuantas técnicas, principios o habilidades no han sido empleadas de forma perversa por el ser humano. ¿Es que la oratoria va a ser la excepción a la regla?
Cicerón, un enamorado de la retórica, ya nos avanza en sus Paradojas esta posibilidad: Pero nada hay tan increíble, que no pueda aceptarse por medio de una buena Retórica: nada tan aborrecible y tan salvaje que no pueda recibir brillantez y, por así decirlo, nobleza por medio del arte de hablar en público.
Por lo tanto, si deseamos que algún día desaparezca la acepción peyorativa del diccionario, hemos de fomentar y promover un uso honesto y digno de la retórica y de la oratoria, huyendo de la insidia, de la mentira, del puro artificio y de cualquier conducta que pretenda, a través de la astucia y supremacía que otorga el arte de hablar bien, llevar el ánimo de otros a conclusiones viles y erróneas.