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Prólogo PRÓLOGO

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Ha sido plena la compenetración que he sentido con la doctrina expuesta en esta obra, por ello, ha sido para mí un honor el encargo de prologarla. Su lectura, instructiva y amena me indica que será, sin duda, un gran éxito. En verdad es muy fácil escribir estas letras cuando están detrás la materia de este libro y su autor. De su lectura se desprende un dato: Oscar Fernández León es un gran profesional del Derecho. Basta leer estas páginas para comprobar su preocupación por las cosas bien hechas y su afán en conseguir la excelencia en las intervenciones de los abogados en Sala, haciendo mucho hincapié en la claridad, precisión y calidad que tanto se echa de menos en los alegatos que se escuchan en las audiencias. Se le nota a Oscar los años de ejercicio (es abogado desde 1987), la solidez se consigue con la experiencia.

Los abogados no pueden permanecer indiferentes ante el cúmulo de buenos consejos, argucias procesales y complicidades que este libro les puede proporcionar en el ejercicio de su profesión. Pues en el ámbito de la «Oratoria Forense» no debe dejarse el menor resquicio a la casualidad o a la suerte.

Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que no existe sobre esta materia ninguna publicación moderna tan completa, exhaustiva y fundamentada. Y ello con la conciencia generalizada de su necesidad, sobre todo en estos momentos donde las facultades de derecho olvidan su enseñanza.

En este libro podemos encontrar los conceptos para entender la oratoria forense en el proceso judicial, con especial énfasis en un principio para mi fundamental y que el autor denomina «las cualidades morales»: honradez, sinceridad, empatía... tan necesarias como olvidadas por algunos docentes jurídicos. A medida que nos adentramos en la lectura de este libro encontramos las claves para elaborar una buena estructuración y exposición del informe oral, sin dejar de aportar datos relevantes en cuanto a la voz, su entonación, el ritmo, las pausas e incluso estudiando los principales defectos de la expresión oral. Sin olvidar el análisis de la expresión no verbal: postura, manos, mirada, gestos... tantas veces descuidados, dando lugar a una visión antiestética que desmerece el mejor de los alegatos. También se examinan los actos procesales propios de la materia: la audiencia previa y el acto del juicio en vía civil y el juicio oral o el de faltas en el procedimiento penal. Poniendo de relieve la importancia del informe final o conclusiones del que se dan todo tipo de detalles para conseguir convencer al juez de que debe darnos la razón ¡aunque la tengamos!

El libro se divide en catorce capítulos que se estructuran analizando los actos procesales en si mismos y «su entorno» al mínimo detalle. Se formulan preguntas que dan lugar a unas profundas reflexiones. Además, en todos los capítulos hallamos un interesante apartado dedicado a los Grandes Maestros. Es difícil resaltar unas líneas de esta obra, pues toda ella va a ser útil al lector, sin embargo, su autor escribe unas líneas con las que no puedo estar más de acuerdo y que aquí reproduzco:

«Debido a la situación de colapso judicial y escasez de tiempo en la que vivimos, hace décadas que desaparecieron aquellos informes extensos y ampulosos que tan bellas piezas oratorias nos han legado. Hoy en día, sin embargo, se aprecia, agradece y premia (al menos con la simpatía del auditorio) que un alegato sea breve. Efectivamente, el alegato breve, caracterizado por sintetizar las ideas principales y la omisión de argumentos secundarios será siempre más efectivo, ya que llegará con más intensidad al auditorio».

¡Cuanta razón lleva! No creo que exista un solo profesional del derecho que conociendo este libro no lo recomiende encarecidamente. Los abogados porque les ayudará a mejorar sus actuaciones en el foro. Los procuradores porque se les hará más amena, grata y distendida su espera en esos largos procesos en los que deben ser parte. Y los jueces porque no hay nada más satisfactorio en una audiencia que escuchar a un abogado instruido, que ha estudiado bien su asunto y que lo expone bajo las directrices que este libro señala. En mis dieciséis años sirviendo en distintos juzgados, siempre he agradecido que la actuación del abogado haya sido en la forma y modo que se proponen en esta obra.

Me llama la atención la maestría y minuciosidad con las que el autor trata temas tan poco estudiados y analizados. Es para mi una alegría que existan profesionales preocupados por esta materia, muchas veces menospreciada dentro de los tecnicismos y análisis profundo de las distintas figuras sustantivas. Estudios, estos últimos, que son fundamentales y necesarios pero que caminan inexorablemente unidos a su suerte en la forma y modo en que éstos se explicitan en el foro.

La filosofía de este libro me recuerda a una reflexión de mi admirado Piero Calamandrei en su libro «Elogio de los Jueces escrito por un Abogado»:

«Abogado magnifico es el que consigue hablar en audiencia con la misma simplicidad y la misma pureza con que hablaría al juez que encontrase en la calle; aquel que, cuando viste toga, consigue dar al juez la impresión de que puede fiarse de él como si estuviera fuera del Tribunal».

Tan solo me resta recomendar encarecidamente esta obra. Que no quede un solo profesional del derecho sin saborear su jugosa lectura de la que se emparará su buen hacer profesional y su desarrollo como persona.

Purificación Pujol Capilla

Con la Venia, Manual de oratoria para abogados

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