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CONSEJOS PARA SUPERAR NUESTROS TEMORES

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Asumiendo que todas estas razones constituyen el núcleo de las causas de nuestras dificultades, y sin olvidar muchas otras que de seguro existen, podemos afirmar que no hay recetas mágicas para superar este problema secular, pero considero apropiado tener en consideración una serie de pautas que os paso a epigrafiar:

1.º Debemos convencernos de la importancia y valor de nuestro trabajo, del esfuerzo que hemos realizado para llegar a donde estamos, y de que esto merece una justa retribución.

2.º La abogacía es un medio de vida, o lo que es lo mismo, a través de la remuneración que obtenemos por nuestro ejercicio, contribuimos a que nosotros y nuestra familia salga adelante. Si no cobramos nuestros honorarios...

3.º Ciertamente el abogado ayuda y auxilia al cliente a salir adelante en un momento muy complicado de su vida, pero ¿no hace lo mismo el médico, el psicólogo o el detective privado? ¿alguien duda que a estos profesionales no se les pague sin duda alguna?

4.º Desde el comienzo de la relación hay que ser muy transparentes, informar al cliente de la forma en la que trabajamos, indicándole que le presupuestaremos nuestros servicios, elaborando una hoja de encargo y estableciendo los hitos temporales de pago de los mismos, es decir, hemos de ser muy transparentes para que el cliente no tenga dudas sobre nuestra política respecto al cobro de los honorarios.

5.º Frente a tácticas del cliente destinadas a rechazar, minusvalorar o demorar todo lo relativo a nuestros honorarios hemos de ser firmes, actuando sin complejos y, si bien seremos empáticos, debemos ser igualmente asertivos reclamando lo que es nuestro y nos corresponde, lo que no quita cierta flexibilidad en la negociación de los mismos y sobre su forma de pago.

6.º Igualmente, es muy conveniente que la cultura de nuestro despacho esté impregnada de lo importante que es superar estos temores, primando una filosofía basada en la importancia de la justa percepción de nuestros honorarios.

En fin, soy consciente de que todo esto es muy complicado, porque el aspecto psicológico está rondando permanentemente, pero no cabe duda que para ser un buen abogado hay que saber gestionar adecuadamente estas situaciones tan complejas y difíciles.

Para resumir lo expuesto, que mejor que traer nuevamente a colación las palabras de Santiago Sinópoli:

«el primer paso lo debe dar el abogado hablando claro desde la primer consulta, para no dejar dudas, que la profesión no es un acto de caridad o amor, que no es una función meramente altruista, que más allá del compromiso ético del abogado de hacer todo lo necesario para que su cliente deje de sufrir por un acto de injusticia, hay una contraprestación por los servicios prestados, que no se satisfacen con la bendición o el muchas gracias, sino con el pago de un justo honorario que es la sal de nuestra vida como el de cualquier otra persona.»

El Abogado y los Honorarios Profesionales: Una visión práctica

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