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11 EL GRAN ARRECIFE DE CORAL EUROPEO
ОглавлениеEs 1 de junio de 2016 y estoy parado frente al gabinete gris que contiene la colección de corales fósiles del Museo de Historia Natural, y apenas puedo creer lo que veo. Parece una irregular masa rocosa, pero Brian Rosen, uno de los investigadores de coral del museo, me explica que de hecho se trata del holotipo (de quien surge el nombre para la especie) del Acropora britannica; un miembro del gran Acropora, el grupo de coral cuerno de ciervo que hoy constituye uno de los arrecifes más importantes. Nombrado así por la doctora Carden Wallace, una australiana experta en este tipo de arrecifes coralinos (los Acroporidae), fue encontrado en sedimentos de hace 37 millones de años (Eoceno tardío) cerca del pintoresco pueblo de Brockenhurst en el New Forest, cerca de Southampton.
Las rocas alrededor de Brockenhurst han producido fragmentos de una extraordinaria fauna marina, incluyendo a los Acropora anglica y britannica: dos especies que se cuentan entre los miembros más antiguos de los dos grandes grupos de especies de coral —robusta y humilis II— que en la actualidad representan la mayoría de los corales ramificados costeros del Indo-Pacífico.[A] ¿Realmente pudo Brockenhurst, en el New Forest, haber sido el lugar donde nacieron los magníficos arrecifes de coral de la Tierra? Durante más de un siglo, los geólogos han sabido que hace 37 millones de años el área de Brockenhurst era donde la costa del protocontinente europeo se enfrentaba con el océano Atlántico abierto. En este lugar, de acuerdo con un geólogo del siglo XIX, «los arrecifes de coral, expuestos al furioso oleaje de un gran océano», habían formado un baluarte contra los vientos y marejadas del sur.[B]
Investigadores más recientes dudan de que haya habido un verdadero arrecife de coral en el área de Brockenhurst, aunque las formaciones coralinas claramente crecían ahí, y corales ramificados de rápido crecimiento, como el Acropora, florecieron en entornos así de vigorosos. Además, Brockenhurst no marca el inicio del género Acropora, pues existen algunos fósiles más antiguos provenientes de Francia, y un solo registro de Somalia que data de hace unos 55 millones de años. Los fósiles de Brockenhurst, sin embargo, sí forman parte de la evidencia de que muchos organismos de los modernos arrecifes de coral se originaron en la sección europea del mar de Tetis.
Gracias a un excepcional depósito de fósiles en Italia, sabemos un poco sobre las comunidades animales que florecían cuando los corales Acropora comenzaron a desarrollarse. Durante más de 400 años, los viajeros han visitado Monte Bolca, cerca de Verona, para asomarse en una pecera de 50 millones de años de edad, la Cava della Pesciara, como la llaman los italianos. Los primeros registros escritos de una visita al lugar, autoría de Pietro Andrea Mattioli, datan de 1554: «algunos bloques de piedra, los cuales, se habían partidos por la mitad, revelaban las formas de varias especies de peces, cuyos más mínimos detalles habían sido transformados en piedra».[C] A lo largo de los años, nobles, cardenales e incluso el emperador Franz Joseph pasaron por allí y partieron llevándose consigo peces fósiles como souvenir.
Hace unos 50 millones de años, cuando los fósiles eran criaturas vivientes, las rocas de Monte Bolca se estaban formando en el mar de Tetis. Los peces y otras criaturas preservadas en el depósito parecen haber habitado una laguna costera que se formaba entre la tierra y un arrecife (aunque los modernos arrecifes de coral, como el Acropora, no han sido encontrados en ese lugar). Muy cerca de ahí, han sido encontrados restos de cocodrilos, tortugas, insectos y plantas, todos exquisitamente preservados. Entre las plantas se encuentran cocoteros y otras palmas, higueras y eucaliptos.[D] Estos peces fósiles se cuentan entre los más hermosos y espectaculares que se hayan encontrado sobre la Tierra: algunos parece que siguen nadando y hasta conservan restos de color.[E]
La maravillosa conservación de los peces fósiles de la Pesciara no puede ser explicada del todo. Hoy por hoy, la mejor teoría consiste en que en algún momento se dio un repentino florecimiento de algas tóxicas que mató a los peces en masa y sus cuerpos se hundieron hasta las aguas sin oxígeno de las zonas más profundas de la albufera. Cualquiera que haya sido la causa, unas 250 especies de peces están representadas en el yacimiento. Y no tendríamos ninguna de ellas de no haber sido por un improbable evento geológico. La región completa alrededor de Verona era volcánica y altamente inestable en la época en que se formaron los estratos. Antes de que se hubiera endurecido y convertido en roca, el bloque de sedimentos que contiene a los peces, de varios cientos de metros de largo por diecinueve metros de ancho, fue movido, intacto, a una distancia considerable; tal vez por un derrumbe submarino.
Lo más importante sobre la fauna de Monte Bolca es que se trata de la aparición más antigua que se conoce de la comunidad de peces que habita los arrecifes de coral en la actualidad. Dejando a un lado la presencia de unas pocas familias de peces hoy extintas, las 250 especies preservadas en el sitio son muy similares en tipo y forma a las que aún pueden ser observadas en los arrecifes del mundo, incluyendo rayas, peces ángel y anguilas. Pero tanto el pez mariposa como el pez loro, que abundan en los modernos arrecifes de coral, están ausentes en el yacimiento, lo que sugiere que probablemente evolucionaron después.[F] Una asombrosa excepción, sin embargo, la constituye un único fósil de un pez mano, llamado así porque «camina» sobre sus aletas como si fueran manos; hoy habitan exclusivamente en las frías aguas del sur de Australia.1 Hace algunos años tuve la opción de visitar la Galleria dell’Accademia, en Florencia, para ver el David de Miguel Ángel, o de ir al Museo de Historia Natural de Verona para ver los peces fósiles. Podrá usted adivinar lo que escogí. Llegué a Verona un soleado jueves y me fui directo al museo, que se localiza al otro lado del río viniendo desde el centro de la ciudad, y casi me desmayo al descubrir que estaba cerrado sin ningún aviso. Como seguramente les ha pasado a muchos visitantes de museos en Italia, volví al día siguiente solo para descubrir que el museo cerraba cada semana de viernes a martes, ¡justo el día que tenía el billete para dejar la ciudad! Mi único consuelo fue pasear por la bien preservada arena romana, donde algunas de las gradas contienen restos de amonitas del tamaño de llantas de tractor, y cuyas superficies fueron pulidas como gemas por los traseros de los antiguos romanos. ¿Alguna vez, me pregunto, se habrán cuestionado sobre qué hacían en sus asientos de piedra esas enormes formas como de caracoles redondos?
Notas
1 Al pez mano de Monte Bolca se le conoce como Histionotophorus bassani. De las catorce especies vivientes, once están restringidas a Tasmania. Durante el Eoceno deben haber existido a todo lo largo de Tetis.