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LA RESISTENCIA PALESTINA: INFLUENCIAS ESTRATÉGICAS E IDEOLÓGICAS

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Con posterioridad a la guerra, se tornó primordial la lucha por la liberación de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este ocupadas. La estrategia fue emprender una guerra de guerrillas de base popular en dichos territorios, revueltas inspiradas en la práctica y la ideología maoísta. Sin embargo, el problema radicó en que la población no estaba preparada para constituir la base activa de ese tipo de confrontaciones. Entonces, reapareció la idea de transformar Jordania en una especie de Vietnam del Norte israelí, es decir, que fuese una plataforma extranjera de ataques guerrilleros.

El movimiento al-Muqawwama (Resistencia) fue un grupo de luchadores inspirado en el Viet Cong (Frente de Liberación Nacional de Vietnam) –que se identificaban como el “Hanoi árabe”– y en el FLN argelino. Dicho grupo guerrillero vio obstaculizados los planes de liberar su territorio debido a sus propios desacuerdos internos. Además, esta organización obtuvo entrenamiento y armamento de otros movimientos revolucionarios tercermundistas. Sus líderes obtuvieron resultados y legitimidad al adoptar conceptos del revolucionario Frantz Fanon, quien abogaba por la primacía de la lucha en sí misma frente a la consecución de sus objetivos (Pappé, 2007, pp. 235-236).

La resistencia palestina se retroalimentó con las influencias estratégicas e ideológicas de los modelos tercermundistas e izquierdistas. Esos movimientos independentistas, de revolución socialista o de intransigencia a la injerencia estadounidense fueron en primera instancia en Argelia, luego en Vietnam, Cuba y China. Si bien es cierto que estos países tuvieron el patrón de no ser alineados soviéticos en su totalidad, lo cierto es que se posicionaron en el sector opuesto o de confrontación a los intereses estadounidenses. Por tanto, su perfil estaba más emparentado con la era de la descolonización y el llamado tercer mundo. Sin embargo, la OLP explotó todas sus potencialidades políticas y militares, dentro de ciertos límites.

Esto significa que dichos modelos no se asemejaban a la situación palestina como para aplicarlos. La concepción anterior de la meta de independencia –la eliminación de la presencia sionista de Palestina histórica– se depuró en 1969 con el concepto complementario de un “Estado democrático laico”, que reemplazaría a las administraciones israelíes de carácter exclusivista.

Los pequeños grupos formados en la década de los sesenta se habían fusionado y Fatah se erigió como el más vigoroso, su solidez se basó en una combinación, primero, de apoyo de las distintas clases palestinas; segundo, una amplia estrategia nacional; tercero, las buenas relaciones con la mayoría de los gobiernos árabes; y, por último, la popularidad entre las masas. El FPLP cuestionó su liderazgo, aunque en febrero de 1969 Fatah confirmó su carácter de partido nacional al encabezar la OLP. La Organización, a través de la Asamblea Nacional, empezó a representar a los grupos de la resistencia, en lugar de las regiones y los sectores sociales como había hecho hasta ese momento. El Comité Ejecutivo incluyó a representantes de los principales grupos de la resistencia y varios independientes. El Movimiento de Resistencia reactivó a la OLP que así pudo hablar en nombre del pueblo palestino (Sayigh, 2007, p. 149).

El movimiento nacional palestino ocupó el vacío político, a pesar de su advenimiento en una sociedad desintegrada, y se relacionó con el surgimiento político de un grupo generacional. Estos jóvenes pertenecían al movimiento estudiantil en las universidades de El Cairo y Beirut, y procedían de las clases medias radicalizadas en Palestina y en la diáspora, por lo que accedieron tanto a los estudios superiores como a los asuntos públicos (Abu Tarbush, 2001, p. 331). La OLP permitió que ser palestino no solo fuera posible sino valioso para todos ellos sin importar su lugar de residencia o su postura ideológica (Said, 2013, p. 199).

Al no acordar con el movimiento nacionalista palestino, el sionismo laborista encausó su política colonialista en Palestina y aplicó el método de “ir creando los hechos sobre el terreno” (Masalha, 2011, p. 9). Por tanto, los nacionalistas enfrentaron coyunturas bien diferenciadas, por un lado, según habitaran ya fuera en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este; o en el Estado de Israel o Línea Verde (la frontera según el armisticio de 1949); y, por otro lado, si eran refugiados en dichas regiones de Palestina (denominados territorios en disputa o simplemente los territorios desde Israel); o estaban en esa misma condición que al exterior de los límites de la Palestina histórica (Regan, 2011, p. 242).

El movimiento palestino se identificó en solidaridad con otros movimientos revolucionarios anticoloniales y antiimperiales, y optó por la guerra de guerrillas como la estrategia de su thawra (revolución 1969-1982). Esto fue aprovechado para aumentar la autoconciencia palestina y ser el catalizador de un movimiento de masas cuyo objetivo era “la liberación de la patria” (Abu Iyad, 1981, pp. 36-37, citado en Sayigh, 2004, p. 667). La guerrilla encarnó las ideas de la resistencia armada y la revolución, su iconografía se reprodujo en lo cotidiano de las interacciones sociales y rituales de los campamentos (Khalili, 2004, p. 142).

El resurgimiento del movimiento nacional dotó a su población de una organización y dirección política. Los dos tipos de Estados propuestos a lo largo de este proceso fueron, uno palestino, democrático y laico, o el binacional (palestino-israelí); y otro que logró erigirse, Israel. En otras palabras, en esta fase primero se quería liberar toda la Palestina “histórica” para alcanzar un Estado laico y democrático que diese lugar a musulmanes, judíos y cristianos, sin embargo, tiempo después se optó por el pragmatismo y la búsqueda de una solución de “dos Estados”.

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