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CONCLUSIONES

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La década de los sesenta resultó crucial para el movimiento de liberación nacional palestino. La reestructuración en lo político-organizativo encontró respuesta en la sociedad en su conjunto. La doble perspectiva acerca del nacionalismo desde arriba y desde abajo nos permite analizar la reelaboración de su identidad y el reforzamiento de sus aspiraciones políticas. Se produjo un viraje paulatino en cuanto a la influencia y ubicación de los actores políticos, desde el exterior hacia el interior, que estuvo representado por varios principios interrelacionados: la guerrilla, la lucha armada, la creación de la OLP y la Carta Nacional (1964) y su reforma (1968). Al mismo tiempo, la guerra de 1967 desgastó a los regímenes de nacionalismo popular y la alianza con la URSS para reposicionar la región en los términos estadounidenses. Así como culminó la ocupación israelí de la Palestina que no fue ocupada en 1948.

Las circunstancias dividieron a esa comunidad palestina imaginada en lo geográfico, que igualmente pervivió ante esa adversidad caracterizada por la situación expectante en los campos de refugiados; la difícil asimilación en los países de acogida, los sitios de la memoria, el anhelo del “retorno” a un paraíso perdido y el sumud. Entonces, la identificación con los fedayín se fusionó con la imagen del sumud y con la guerrilla, es decir, la lucha armada. Esta última característica funcionó como elemento de cohesión principal, sumada al estado de guerra, conflicto u ocupación militar –deportaciones de población de la potencia ocupante–, las crisis económicas e incluso el impedimento para cultivar sus tierras.

Durante la Guerra Fría, las potencias apoyaron la creación de Israel y marginaron a los palestinos de las decisiones sobre su estatus. El alineamiento de Nasser al nacionalismo árabe dejó su marca. Luego, el acercamiento a la URSS en detrimento de Estados Unidos debido a su apoyo ideológico y general a Israel. Estos acontecimientos estructuraron el entramado en la historia de la conciencia moderna de la identidad nacional palestina.

En los años sesenta y setenta, en el aspecto ideológico, este movimiento nacional se aproximó al denominado en esa época tercer mundo, a Argelia, pero también a Vietnam, Cuba y China. Es decir que fue más afín a revoluciones de tinte socialista en el marco de la Guerra Fría. Los movimientos de descolonización y tercermundistas fueron modelos influyentes en la nueva cosmovisión adquirida por los palestinos, algo extensible a la región del Medio Oriente y Norte de África, con sus particularidades. La liberación nacional tomó un nuevo impulso, a través de la lucha armada y la representación política, lo que les otorgó a los palestinos un nuevo lugar entre las naciones. En la actualidad continúan su lucha por su autodeterminación y sus derechos.

La lucha armada o la resistencia por medio de la guerrilla, cuyos protagonistas fueron los fedayines, simbolizó su identidad y, en parte, posibilitó que los palestinos reconstruyeran su imaginación como comunidad. Esta identidad nacional se nutrió de ese espíritu combativo desde los aspectos culturales y políticos.

Además, se produjo un doble proceso: los refugiados no fueron asimilados en los países de acogida y consolidaron su identidad a pesar de la dispersión. Ellos se diferenciaron de manera dialéctica: por una parte, de los israelíes; por otra parte, de jordanos y libaneses con quienes compitieron al crear una especie de Estado dentro de otro en ambos casos (en diferentes momentos).

Su representación como refugiados se invirtió, de modo tal que propició la idea de resurgir. En otras palabras, se configuró la imagen de un nuevo hombre palestino que era capaz de pelear por su independencia y autodeterminación.

Los rostros del otro

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