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PERSES

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El epigrama 21 es atribuido en el lema a Perses el tebano; el 22, a Perses el macedonio. Quizá se trate, pues, de dos poetas distintos. En todo caso, el autor de 17 tenía relación con Tebas, capital de Beocia, y pudo haber redactado dicho epigrama antes del 316. Sus obras, si de un solo escritor puede hablarse, son intrascendentes, pero no carecen de un cierto encanto simple (cf. 22, 23, incluso el modesto 24; es francamente bello el 20). Meleagro (776, 26) le atribuye como flor el junco, quizá por el origen oriental de esta planta puesto en relación con el nombre que evoca a Persia.

17 (VI 112)

Con alguna imaginación, los hechos históricos pueden resumirse así: la familia, en que, según costumbre, se repetían los mismos nombres, era muy conocida en Tebas; un tal Leontíadas mandó las fuerzas de aquella ciudad en las Termópilas (cf. el 5 de Hegemón); otro fue polemarco en 383; otro, padre de Prómenes; éste, como consecuencia de la destrucción de Tebas por Alejandro Magno (335) y del pánico que ello causó entre los Griegos, fue privado por los ciudadanos de Delfos, sede en la Fócide del famoso oráculo, de la proxenia (especie de consulado honorífico); sus hijos, Leontíadas e Hipolao, se desterraron a Arcadia, región del Peloponeso a cuyo SE. está el monte Ménalo; el joven Leontíadas, antes o después, casó y tuvo dos hijos, Daíloco y Prómenes; en 328, los Delfios se sintieron suficientemente seguros ante los Macedonios como para restituir la proxenia, en inscripción que conservamos, a Prómenes y su descendencia; Leontíadas y sus hijos, ante un éxito obtenido en la caza, consagraron a Apolo, probablemente en Delfos, los trofeos; y es de suponer que volvieran a Tebas después de su restauración (316) por Casandro, hijo de Antípatro (cf. intr. a Arato), que vivió entre el 355 y el 297 y no llegó a imponer su dinastía en Macedonia.

Tres cabezas de ciervos menalios con cuernas enormes

te son consagradas en tu pórtico, Apolo;

a caballo cazólos la mano veloz de los hijos

del valiente Leontíadas, Daíloco y Prómenes.

18 (VI 272)

Timaesa, después de padecer un difícil embarazo y parto, consagra en acción de gracias a Ártemis, hija de la diosa Leto y patrona de las mujeres encintas, las vestiduras que a lo largo de nueve meses ha llevado: faja, cipasis (prenda oriental fina y suelta de manga larga) bordado con flores y una cinta que sujetaba los pechos inflamados.

La faja, el florido cipasis, la cinta que oprime

el pecho estrechamente te ofrenda, Letoide,

Timaesa, que al décimo mes escapó con tu ayuda

a la carga terrible de un penoso embarazo.

19 (VI 274)

La parturienta, en acción de gracias, consagra a Ilitía, diosa de estos trances, una especie de capa que se abrochaba con un alfiler y una diadema, quizá metálica, con la que se sujetaba el pelo empapado en lucientes ungüentos.

Esta túnica toma, señora que al niño proteges,

y también la diadema de los brillantes rizos,

bendita Ilitía, conserva y de Tíside acepta,

porque la sacaste con bien de su parto.

20 (VII 501)

Patético epigrama dedicado a Filis, quizás un conocido músico de Delos, la célebre isla del mar Egeo en que se tributaba culto a Apolo y Ártemis, que pereció en un naufragio al zozobrar su nave ante un huracán del Euro o viento E. cerca de Lesbos, otra isla del mismo mar no menos conocida.

Los helados embates del Euro tu cuerpo desnudo

arrastraron, Filis, a una triste playa

de las costas de Lesbos, la rica en viñedos, y yaces

bajo el espolón húmedo de un roquedo escarpado.

21 (VII 445)

Dos leñadores, naturales de Dime, en la Acaya, región del NO. del Peloponeso, perecieron tal vez juntos en un accidente.

En un bosque fragoso yacemos, viajero, los hijos

de Equelo, Mantíadas y Éustrato, de Dime;

leñadores y agrícolas fuimos de siempre, y por eso

son las cortantes hachas emblema en nuestra tumba.

22 (VII 487)

La madre, en lugar de realizar las ceremonias que le incumbían en la boda, hubo de desgarrar su cuerpo en señal de luto.

Moriste, Filenion, soltera y Pitíade, tu madre,

en vez de conducirte, la sazón llegada,

al tálamo, te ha sepultado a la edad de catorce

años tras lacerarse cruelmente las mejillas.

23 (VII 730)

Descripción del relieve de una tumba. Neotima había muerto al dar a luz. Sus padres, acongojados, vieron próximo el fin de sus propias vidas y quisieron que en su tumba figurara la madre, contemplando un retrato de la muchacha, y frente a ella, en actitud de dolor, su esposo Aristóteles.

¿Por qué, desdichada Mnasila, hasta el mismo sepulcro

acompaña a tus lágrimas el grabado retrato

de Neotima? Aquí está tras perder en un parto la vida;

tú, madre amada, besas sus párpados hundidos

en la niebla, ¡ay de ti!, y Aristóteles, padre apenado,

se lleva a tu lado la mano a la cabeza.

¡Desgraciados entrambos, que ni aun con la muerte pudisteis

hallar en el olvido consuelo de los males!

24 (IX 334)

Habla un diosecillo, Ticón, a quien algunos identifican con Priapo (el lematista, desorientado, habla de él o de un sátiro o de Pan); es una divinidad modesta, patrocinadora de pequeñas fortunas o alegrías para las gentes pobres.

Si oportuno aun a mí, dios pequeño entre todos, me invocas,

obtendrás tus deseos, mas no busques grandezas;

lo que un dios popular conceder puede a un hombre indigente,

eso soy yo, Ticón, dueño de otorgarlo.

25 (VII 539)

Inscripción para un cenotafio. El mar comienza a ponerse peligroso a fines de octubre, cuando por primera vez es visible de noche la puesta de la estrella Arturo, de la constelación del Boyero. El lema duda entre Perses y el tardío Teófanes.

No previste, Teotimo, la puesta fatal del lluvioso

Arturo y a terrible viaje te arrojaste

que, cuando el Egeo surcabas en nave potente,

con tus compañeros al Hades te condujo.

Aristódice y Éupolis, padres que vida te dieron,

llorando abrazan, ¡ay!, tu sepulcro vacío.

Antología Palatina I. Epigramas helenísticos

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