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NÓSIDE

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Nació en el S. de Italia, en el pueblo de los Locros Epicefirios. Su fecha aproximada es posible deducirla a través de 65 (las luchas con los Bretios no debieron de ser posteriores al 280) y 73 (Rintón no pudo haber sobrevivido mucho a Ptolemeo I Soter, que nació en 367 y reinó entre 323 y 283); en 66 se nos dan los nombres de su madre y abuela materna; 74 confirma el lugar de origen de la poetisa. En 67 el lema la considera (cf. intr. a Ánite y Erina) como lesbia y en 74 se la llama amiga de Safo la mitilenea. Todo esto, claro está, carece de valor. Sus poemas tienen todos cuatro versos y la figura poética de Nóside debió de parecerse, en esto y otras cosas, bastante a la de su tal vez coetánea Ánite. Su temperamento muy femenino se muestra en la relación con mujeres de diez de sus doce epigramas; su sensibilidad artística, en los cuatro dedicados a retratos. Meleagro (776, 9-10) compara a esta poetisa con el iris, aunque ninguna de las irídeas es particularmente olorosa, y una incluso se llama lirio hediondo (sin embargo, de las raíces del denominado iris por los griegos se hacía un perfume); y sigue hablando del dulce tema amoroso de los poemas de Nóside, a pesar de que solamente 64 es erótico.

64 (V 170)

Nada excede al amor en dulzura, y no hay dicha ninguna

que aventajarle pueda, ni la miel en la boca.

Tal Nóside dice, y aquel a quien Cipris no ha amado

ignora cómo son sus rosas divinas.

65 (VI 132)

Los compatriotas de Nóside han derrotado a sus vecinos los Bretios, habitantes de lo que en época romana se llamaría el Bruttium . Éstos, en retirada, se desembarazaron de los escudos que llevaban al hombro; los vencedores los recogieron y consagraron en un templo.

De sus tristes espaldas las armas tiraron los Bretios,

heridos por las manos de los ágiles Locros,

y ahora en el templo divino ellas cantan su hazaña

sin echar de menos aquellos viles brazos.

66 (VI 265)

En la Italia meridional, al SE. de la antigua Crotón, había un famoso templo de Hera Lacinia. En él se quemarían con frecuencia inciensos, lo que explica el epíteto. El ropaje ha sido ofrecido por la madre de Nóside; nótense los nombres de abuela, madre e hija con arreglo a una costumbre genealógica, conocida ya también por Polibio (XII 5, 6), de los Locros, que, como recuerdo de antiguas costumbres matriarcales, citaban siempre a las mujeres en estos casos.

Tú, que el Lacinio oloroso a menudo contemplas

desde los cielos, Hera venerable, recibe

el ropaje de lino que a ti la de Cléoca ofrece,

la excelente Teofílide, con Nóside, su hija.

67 (IX 332)

Ofrenda de una prostituta (cf. el 1 de Filitas) con sus ganancias a la diosa del amor (cf. el 61 de Alejandro) en su templo: sabemos por Clearco (en Aten. 516 a ) que las mujeres de los Locros gozaban de gran libertad de costumbres. Sobre un error del lema, cf. intr.

Vayamos al templo y veamos qué artística queda

la imagen de Afrodita con su ornato de oro.

Poliárquide fue quien la trajo, que mucho ganara

gracias a la belleza de su propio cuerpo.

68 (VI 275)

En Homero (Il . XIX 38), Tetis introduce néctar y ambrosía por las fosas nasales de Patroclo para que su cadáver no se descomponga; en el 544 de Alceo veremos un cuerpo ungido con el mismo líquido; aquí Afrodita sana las heridas de su amado Adón o Adonis con néctar; posiblemente Sámita guardaba la redecilla ahora ofrendada junto al perfume con que se ungía en las Adonias, fiestas anuales en honor del héroe muerto por un jabalí.

Gozosa Afrodita esta ofrenda sin duda ha acogido,

la red que en sus cabellos Sámita llevaba,

pues es muy artística y huele lo mismo que el suave

néctar con que a Adón el bello unge la diosa.

69 (IX 605)

La muchacha Calo ofrenda su retrato (cf. el 23 de Perses) a Afrodita; y es posible que en los tres poemas siguientes la oferente sea la propia mujer retratada, lo cual podría ser una singular costumbre de los Locros. Como se ve, la poetisa insiste siempre en el realismo de la pintura.

Calo ofrenda a la rubia Afrodita en su templo este cuadro

que su imagen de modo muy exacto pinta.

Ved cómo luce gentil y su gracia florece.

Sea feliz, porque es su vida irreprochable.

70 (IX 604)

De la bella Taumáreta el cuadro muy bien nos refleja

la alegría y encanto de la mirada suave.

Contento al mirarte pondríase el perro, creyendo

contemplar a la dueña de la casa que guarda.

71 (VI 353)

Aquí está Melina en persona; mirad qué bonita

su faz, que contemplarnos dulcemente parece.

¡Qué fielmente la niña a su madre aseméjase en todo!

¡Qué bien, cuando los hijos reflejan a sus padres!

72 (VI 354)

Incluso de lejos se ve que a Sabétide pinta

este cuadro lleno de majestad y belleza.

Mira, parece que aquí su dulzura y talento

contemplo. ¡Que dichosa sigas siendo siempre!

73 (VII 414)

Es una graciosa originalidad la de pedir al viandante que ante la tumba no llore, sino ría. Ello porque Rintón (cf. intr.), a quien otros consideran de la ciudad de Tarante, del S. de Italia, pero a quien aquí se pone en contacto con Siracusa, la gran capital de Sicilia, fue poeta sin pretensiones, pero que gozó cierta fama (de ahí la yedra, cf. el 8 de Faleco) como autor de parodias trágicas. Sobre la alusión al ruiseñor, cf. el 47 de Ánite.

Acompaña, al pasar junto a mí, tu amistoso saludo

con una carcajada: soy Rintón, siracosio,

ruiseñor de las Musas humilde, pero he cosechado

con parodias trágicas mi ramito de yedra.

74 (VII 718)

Mensaje a Safo, modelo de todas las poetisas (cf. intr.), transmitido por alguien que va a Mitilene, capital de Lesbos.

Si navegas, viajero, a gozar con las Gracias floridas

de Safo en Mitilene, la de los bellos coros,

parte a decirles que adicta a las Musas y a ella

Lócride me engendró, y es Nóside mi nombre.

75 (VI 273)

La escritora (el lema no considera segura la atribución) pide a Ártemis que deje la caza, se bañe en el río Inopo, de Delos (cf. el 20 de Perses), y acuda a Locros para ayudar a una amiga de Nóside que está de parto. Solía decirse que la diosa no había nacido en Delos, como Apolo, sino en Ortigia, y hay varios lugares de los que se contaba que habían llevado este nombre, entre ellos la pequeña isla de Renea.

Tú, que a Delos proteges y a Ortigia la amable, tus dardos

en el seno depón, Ártemis, de las Gracias,

da al Inopo tu límpido cuerpo y acude a nosotras

para librar a Alcétide de sus vivos dolores.

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