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Las memorias emocionales

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Las emociones se almacenan en la amígdala en forma de memorias implícitas. Son las denominadas memorias emocionales, que veremos con más detalle en el capítulo 9.

A diferencia de las memorias explícitas o declarativas, las memorias emocionales son inconscientes, fieles, rígidas y duraderas. En ellas se conservan las emociones innatas —como el miedo a las serpientes—, los condicionamientos heredados —como el asco a la comida podrida—25 y los hábitos adquiridos —como la adicción al tabaco o la manía que algunas personas tienen a la canela—.

Existe una gran interrelación entre los mecanismos emocionales y los cognitivos, entre las «pasiones» y las «razones». Por este motivo los razonamientos, las decisiones y muchas otras funciones cognitivas no pueden explicarse dejando al margen los componentes y recuerdos emocionales.

Hay que considerar las emociones porque estas influyen notablemente en la atención, en las memorias, en el aprendizaje y en las decisiones, pero también porque son reacciones consustanciales a los desenlaces de los efectos mágicos.

Como veremos en los próximos capítulos, las emociones pueden dificultar la atención o ser un foco de distracción. También pueden influir en la fijación o consolidación de recuerdos y en su recuperación, lo que hace posible que puedan alterar, y mucho, los mecanismos de razonamiento y la toma de decisiones; sucede, por ejemplo, en situaciones de ansiedad y estrés o cuando alguien reacciona movido por la ira.

En el capítulo 11 exploraremos los contenidos de la experiencia mágica, las vivencias y las emociones que experimentan los espectadores tras el desenlace de un efecto mágico. En magia, la primera emoción que se produce tras un desenlace imposible es la sorpresa.

La sorpresa es una emoción que tiene, en general, una función innata defensiva, como ocurre, por ejemplo, ante un peligro, pues la sorpresa permite interrumpir la acción en curso, orientar a la persona hacia el evento significativo y prepararla para su reacción.

La sorpresa es la primera emoción ante un hecho inesperado (positivo o negativo, de poca o gran intensidad), dura muy poco y va seguida de otras emociones (miedo, alegría, alivio o confusión), así como de una respuesta del tipo «lucha o huye» (como sería el caso ante la aparición repentina de un león enfurecido).

En magia, la sorpresa también es una emoción breve y de transición, y va inmediatamente seguida de otras reacciones que pueden ir desde la incredulidad hasta el misterio, pasando por las risas, el gozo o la desazón.

Pero la sorpresa no es la única emoción en magia: la ilusión de lo imposible es toda una experiencia intelectual y emocional que exploraremos ampliamente en el capítulo 11.

Por el momento, sobre la base de estos conceptos básicos en neurociencias, a continuación, nos adentraremos en los procesos cognitivos implicados en los efectos mágicos.

El cerebro ilusionista

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