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El maestro

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Jorge Basadre vive sus “primeros años en la Tacna ocupada por los chilenos”, según sus propias declaraciones. ¿De qué modo esta experiencia marca su vida?

En 1901, con el objetivo de ganar el plebiscito acordado en el tratado de Ancón, el gobierno chileno arreció la política de “chilenización”, que consistía en hostilizar a las familias peruanas residentes en Tacna y Arica. A pesar de ello, los padres de Jorge Basadre decidieron quedarse en Tacna con la ilusión de participar en el plebiscito. Los tacneños —a pesar de la férrea vigilancia chilena— se las ingeniaban para cantar el himno nacional peruano e izar banderas el 28 de julio. Jorge Basadre, que había nacido en 1903, aprendió a amar al Perú en los libros, en el seno familiar y en el ambiente de añoranza de la ciudad. El Perú se convirtió para él en “la patria invisible”, en lo soñado y profundo. Esta idea se confirma en unas fotos de su infancia, donde Jorge Basadre viste un uniforme similar al de los soldados peruanos en el conflicto fronterizo de 1910 con el Ecuador.

¿Es verdad que Basadre inicia su formación en el liceo Santa Rosa, una escuela peruana que funcionaba clandestinamente en Tacna por las restricciones del gobierno chileno?

Sí, aprendió sus primeras letras en el liceo Santa Rosa, escuela tacneña que funcionaba de manera semiclandestina en la casa de su directora, la maestra peruana Carlota Pinto. En realidad se trataba de un grupo pequeño de niños que iban a clases con la sensación de estar haciendo algo prohibido.

Sabes muy bien que Basadre continúa estudios secundarios en Lima. Sus datos como estudiante son sorprendentes: culmina el colegio en Nuestra Señora de Guadalupe, al año siguiente ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde participa en el célebre Conversatorio Universitario de 1919. Años después se doctora en Letras y luego en Jurisprudencia. ¿Existen referencias de esos años... cómo era, qué círculos frecuentaba?

Luego de estudiar en el colegio alemán de Lima, Basadre ingresó al colegio Nuestra Señora de Guadalupe, para cursar el último año de secundaria. Destaca rápidamente, siendo elegido para ofrecer el tradicional discurso del 7 de junio ante el monumento a Francisco Bolognesi en la plaza del mismo nombre. Fueron sus pininos como historiógrafo. Basadre ingresó a San Marcos el año siguiente, cuando tenía 16 años. Ese mismo 1919 el joven tacneño participa en el Conversatorio Universitario organizado por el Centenario de la Independencia, donde destacan los jovencísimos Luis Alberto Sánchez, Jorge Guillermo Leguía y Raúl Porras Barrenechea, estos dos últimos sus grandes amigos.

En 1920 Luis Eduardo Valcárcel lo recordaría como un joven estudioso, serio y poco comunicativo. Lo concreto es que el joven tacneño estaba en continua actividad. En 1925 forma parte de la delegación plebiscitaria peruana que viaja a Tacna y Arica; y es testigo de los violentos ataques chilenos contra ciudadanos peruanos. Dos años después, Basadre estuvo preso en la isla de San Lorenzo en el Callao, víctima de las paranoias del presidente Leguía. Fue puesto en libertad tras varios meses y luego de haber recibido la solidaridad de personalidades y asociaciones.

En 1928 Basadre se doctoró en Letras y de inmediato fue convocado para ser profesor en San Marcos. Al año siguiente, y por ser el catedrático más joven, el rector de la Universidad le dio el encargo de pronunciar el discurso de apertura del año académico, nada menos que ante el presidente Leguía. Basadre no buscó la querella política y escogió un tema académico novedoso: una visión general acerca de la multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú.

Entiendo que uno de sus primeros trabajos fue en la Biblioteca Nacional, primero como auxiliar y después como conservador. ¿En qué consistían sus labores?

En 1919 Basadre formó parte de un equipo de estudiantes sanmarquinos que trabajó voluntaria y gratuitamente en la Biblioteca Nacional. Este trabajo era parte de un curso y estaba organizado por Raúl Porras Barrenechea. Casi de inmediato, como dices, Basadre pasó a ser auxiliar y luego conservador ya con un sueldo asignado. Por casi una década, Basadre registró y fichó libros, folletos, periódicos y manuscritos coloniales y republicanos. Además de sus funciones habituales, aprovechaba el tiempo para leer e investigar en sus momentos libres.

También a sus veintiún o veintidós años fue redactor del Boletín Bibliográfico de la Biblioteca de San Marcos. Estos trabajos como bibliotecario parecen decisivos en su vida, porque jamás se desvinculó de la pasión por los libros.

El director de la Biblioteca de San Marcos, el filósofo de ascendencia china Pedro Zulen, es quien convoca a Basadre para trabajar como redactor del Boletín Bibliográfico de la Biblioteca de San Marcos. Basadre escribió que más allá de las clases y programas académicos, San Marcos fue un lugar de reunión de gran parte de la gente inteligente del país, y donde leyó libros imprescindibles. Muchos de esos libros debieron ser de la biblioteca que tanto conocía. Luego llegaría a ser director de la Biblioteca de San Marcos, especializándose en la disciplina bibliográfica en Alemania y Estados Unidos.

En una entrevista que le hice a la educadora Lilly Cueto, ella considera a Basadre un visionario de las bibliotecas, pues no concebía fundar una biblioteca sin pensar primero en los niños. Me dijo textualmente: “Recuerdo que se quedó espantado cuando un niño fue a leer a la Biblioteca Nacional y no lo dejaron entrar. Lo primero que hizo fue acondicionar una sala bien bonita y con teatrín, en el segundo piso de la Biblioteca Nacional”. En el Perú de los años cuarenta es una actitud iluminada. ¿No te parece?

Todo partió de una experiencia personal que tuvo Basadre en la biblioteca en 1915. Tenía doce años y quiso ir a leer a la Biblioteca Nacional, pero fue rechazado por no tener la edad mínima necesaria para disfrutar de ese privilegio. La familia de Basadre envío una carta al director de la biblioteca y este, cordialmente, dispuso una mesa para el jovencito en su propio despacho. Es en recuerdo a este episodio que Basadre, cuando es director en la biblioteca, dispone que la primera sala de la nueva biblioteca fuese la sala del Departamento para Niños.

Basadre acababa de cumplir cuarenta años cuando ocurre el desastre de la Biblioteca Nacional. Me refiero al incendio de mayo de 1943. ¿De qué manera se presentan esas circunstancias en las que él asume la dirección?

En 1943, Basadre es convocado por el gobierno del presidente Manuel Prado para dirigir la reconstrucción de la Biblioteca Nacional. Lo primero que hizo fue recorrer las instalaciones del edificio siniestrado, comprobando el terrible daño que fuego y agua habían hecho con el patrimonio de la nación. El agua, desde luego, fue la usada por los bomberos angustiados para apagar las llamas. A Basadre le conmovió mucho el incendio. Escribió que fue el resultado del mal endémico del Perú del siglo XX.

¿Cómo lleva a cabo la reconstrucción y reorganización de la biblioteca?

Desde el inicio de sus funciones se empeñó en la tarea titánica de recuperar entre los escombros libros y manuscritos magullados, y recopilar material para la nueva biblioteca mediante adquisiciones y donativos. Lo asumió con un espíritu moderno: con mejores libros y servicios, organización y personal más eficientes. Creó la Escuela de Bibliotecarios. El local fue reconstruido y ampliado en su área. Como ya te dije, la primera sala inaugurada fue la del Departamento para Niños, posteriormente se abrieron la Sala de Lectura Perú, la Sala de Ciencias y Artes, la Sala de Investigaciones. El prestigioso intelectual puso toda su férrea disciplina y compromiso y sus conocimientos adquiridos en el extranjero para reconstruir la Biblioteca Nacional, y lo consiguió.

¿No te parece admirable, e incluso simbólico, que dos figuras señeras como Ricardo Palma y Jorge Basadre resuciten de los escombros a nuestra Biblioteca Nacional?

El insigne tradicionista y el historiador de la República ponen de pie a nuestra biblioteca tras dos terribles tragedias: la guerra y el incendio. Eso les otorga un lugar especial en la historia de esta institución y del Perú; aunque la labor de Basadre fue mucho más profesional y especializada, que la loable tarea de Palma.

Poco después, en julio de 1945, Basadre es nombrado Ministro de Educación Pública. Once años después, vuelve a ocupar la misma cartera ministerial. ¿De qué manera evalúas su desempeño en el gobierno?

En general fue bueno. En su primera gestión, interrumpida por el golpe del general [Manuel A.] Odría, Basadre centró sus esfuerzos en mejorar la educación rural y potenciar la enseñanza técnica. En su segunda administración, entre 1956 a 1958, trazó las bases de la reforma pedagógica con el Inventario de la Realidad Educativa, interesándose en la enseñanza de la Historia y la difusión de la investigación erudita; y en la formación de ciudadanos que respondieran a las exigencias y las responsabilidades de una cultura democrática. Una medida polémica durante su segunda gestión fue una norma que le quitó a la Escuela Normal Central (la Cantuta), el rango universitario y la autonomía. Esto le provocó un distanciamiento transitorio con José María Arguedas.

¿Crees que la docencia escolar —enseñó Historia en diversos colegios desde muy joven— y más adelante la cátedra en las universidades de San Marcos y la Católica lo acercaron a esa inmensa inquietud cívica por educar a las nuevas generaciones? ¿Existen testimonios de su labor como profesor?

El mismo Basadre nos cuenta que entre 1927 y 1928 enseñó en colegios de secundaria de zonas pobres, recibiendo un bajísimo sueldo. Fue un “profesor golondrino” sin título pedagógico que enseñaba en sus ratos disponibles. La misma experiencia pasaron destacados estudiantes como Jorge Guillermo Leguía, Luis Alberto Sánchez y Raúl Porras, que realmente amaban lo que enseñaban. Basadre complementaba sus clases en el aula con lecturas, excursiones y enseñándoles libros, periódicos reliquias, con el ferviente anhelo de despertar el interés de los adolescentes. En 1929 dictó en primer y segundo año en el Guadalupe. Ya como catedrático de San Marcos utilizó en sus clases de Historia de la República, la victrola ortofónica para tocar “El ataque de Uchumayo” y “La Marcha Morán”, en un viejo disco.

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