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La promesa de la vida peruana

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¿Te sorprende encontrar un libro de Basadre, publicado hace setenta años, dentro de una selección de lecturas esenciales para secundaria? ¿Es conveniente leerlo con los estudiantes, están vigentes sus postulados sociológicos?

Me parece conveniente este acercamiento de un clásico de la historiografía peruana a los jóvenes de secundaria. Basadre representa una de las voces más lúcidas del país y gran parte de sus interpretaciones mantienen vigencia y son materia de debate. Sus investigaciones y análisis son fundamentales para entender la historia republicana, sus procesos e hitos.

Detengamos un momento en el estilo ensayístico de Basadre. Su prosa es elegante, enriquecida con numerosas referencias culturales —algunas bastante eruditas— y además muy versátil de figuras literarias: epítetos, analogías, metáforas, paralelismos... ¿No será este lenguaje un escollo para maestros y estudiantes?

En la secundaria los profesores y sus alumnos tienen que estar preparados y a la altura de entender y debatir este texto. Para los profesores de Ciencias Sociales, y en especial de Historia, leer a Basadre debe ser como leer la Biblia para los profesores de Religión. O sea, leer, releer, interpretar, debatir y analizar el contenido. No es una tarea fácil por algunos puntos entramados, como los filosóficos; pero es el momento en el que el maestro de aula debe exhibir su pasión por su especialidad.

Con el propósito de seguir una guía rectora, te propongo abordar directamente la tesis central del libro: el libro afirma que los americanos lucharon por una independencia genuina, no ganados por intereses personales y mezquinos. Te pregunto si esa lucha, animada por la promesa de una vida “firme y feliz”, ¿se ha cumplido a medias, ha sido desatendida o se ha traicionado sistemáticamente?

Es una pregunta compleja. La independencia supuso el nacimiento de repúblicas criollas en América hispana que entraron de inmediato en la esfera económica del Imperio británico. En el plano interno las cosas no fueron las más felices y armónicas entre los nacientes países. Además los más grandes hombres de la emancipación acabaron mal: San Martín en el autodestierro y Bolívar perseguido. Y una de las promesas no resueltas y que Basadre enfatizaba constantemente es el abismo social entre ricos y las clases menos favorecidas.

El primer apartado del libro, “El paraíso en el Nuevo Mundo”, muestra el tránsito que experimenta la utopía del hombre con la conquista de un continente maravilloso y más adelante con la necesidad de alcanzar la gloria eterna. ¿Este sueño de la felicidad perdida ha sido continuo en el mundo?

En cierto modo fue la visión del hombre occidental con respecto al llamado Nuevo Mundo, es decir, América. Este encuentro con poblaciones en un estado de desarrollo material inferior, propició esta idea entre intelectuales europeos de los siglos XVI, XVII y XVIII que crearon la idea del buen salvaje, en referencia al nativo de las Indias orientales. Me parece que este sueño de felicidad ha sido continuo en el mundo; sin embargo, se contradice con las continuas guerras que han azotado a la humanidad en el siglo XX.

¿No te parecen interesantes, incluso necesarias, estas disquisiciones planteadas por Basadre antes de ingresar al Perú moderno?

Son interesantes para entender cómo vieron a América al insertarse a la historia de Occidente. Era un mundo utópico alimentado en la existencia del imperio de los incas, donde si bien nadie se moría de hambre, sí existía un Estado teocrático y militar que coaccionaba a sus habitantes.

¿Qué sostiene él para el fundamento de nuestra República?

La República se fundó en América hispana no solo con un objetivo material y político sino espiritual, donde los ciudadanos de un país tienen la misión de cumplir un ideal de libertad, igualdad y felicidad.

En aquel tiempo no faltaban problemas, pero se creía que el país tenía un destino y era la misión de los peruanos realizarlo. Teníamos una “fuerza formativa e inspiradora de la promesa” que nos alentaba, ¿qué pasó con nuestra clase dirigente?

Durante la guerra de la independencia, el Perú soportó más de catorce años de guerra continua. Su economía financió ambos ejércitos, el patriota y el realista. Sus campos quedaron arrasados. Fue muy alto el costo económico de la independencia, pues además el naciente país nació con deudas con Inglaterra y varios países sudamericanos. El grupo dirigente también fue mermado con la emigración de los funcionarios españoles. Entonces los criollos asumieron la dirección del país junto a los militares vencedores en Ayacucho. Nuestra economía siguió la ruta trazada en la Colonia, y se orientó a exportar materias primas y en las zonas pobres se enraizó una economía autárquica de subsistencia.

Basadre sostiene que tampoco fuimos afortunados del lado de nuestros ideólogos. Ni conservadores ni liberales estuvieron a la altura de la historia. ¿Qué pasó en uno y otro bando?

Basadre escribió que en gran parte la clase dirigente nacional estuvo desvinculada de las masas. Se trató de élites falsas que han visto al Perú como oficina o hacienda, con visiones administrativas y económicas alejadas de las grandes mayorías. Hubo ceguera de la clase dirigente que no formó un Estado eficiente y progresista en medio de la bonanza financiera que generó la venta del guano. Los ideólogos liberales o conservadores no formaron escuela o doctrina, vacilaron en la ambigüedad y lo pragmático.

¿Por qué el empresario estadounidense Enrique Meiggs, que venía celebrado por la construcción de ferrocarriles en Chile, no reeditó su éxito en el Perú? Basadre sugiere que desde entonces (los setenta del siglo XIX) ya se producían “toda clase de negocios”.

Meiggs era un hombre que gastaba conforme ganaba. En Chile hizo fortuna, pero la dilapidó. Para Basadre, Meiggs amaba más que el dinero el poder y la influencia. Aquí fue mecenas de artistas, donó terrenos para construir cementerios y dinero para reparar daños ocasionados por terremotos. El lado oscuro de Meiggs fue cómo “negoció” con diversas personas para llevar a cabo su ambicioso proyecto ferroviario en el Perú. Repartió gran cantidad de dinero entre funcionarios de varios gobiernos, administradores públicos, periodistas, parlamentarios. Los nombres de estas personas eran anotados por Meiggs en una libreta, que para algunos investigadores cumplía la función de los modernos vladivideos. El Estado recurrió a onerosos préstamos que acabaron arruinando nuestra economía.

A fines del siglo XIX convivían en América el fervor patriótico con la fascinación por lo extranjero. ¿Es una combinación difícil cuando se quiere construir una comunidad genuina?

La fascinación por lo extranjero en Latinoamérica se orientó a los países llamados blancos y desarrollados como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia. Las élites gobernantes imitaron a sus pares de estos países, pero sobre todo en lo superficial como modas de vestir y costumbres. Por otro lado, muchas veces se realizó violencia sistemática contra las comunidades nativas y rurales que constituían gran parte de nuestra población. A mediados del siglo XIX las élites preferían viajar a Madrid o París que al interior del país, lo que resultaba además más fácil por lo accidentado de nuestra geografía.

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