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Fervor por la cultura

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Estamos ante un discurso que se pronunció en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sorprende no solo el vasto conocimiento de Porras y su agudeza interpretativa, sino su prodigiosa capacidad de concentración. ¿Podría considerarse el epítome de su sabiduría histórica?

Considero que sí, pues se trata de una obra de madurez que compendia trabajos precedentes y otros que estaban en curso de preparación. Habría que recordar sobre aquel discurso la circunstancia en que se pronunció: la conmemoración del cuarto centenario de la Universidad de San Marcos, en mayo de 1951. El título original de la conferencia era “La Universidad y la Historia”. De ahí que presenta dos partes: una primera versa sobre el rol de San Marcos en la historia y la cultura peruana; la segunda aborda el tema de la memoria histórica en el Perú y las formas que esta asumió en su dilatada trayectoria. El discurso de Porras Barrenechea se publicó ese mismo año con el título de Mito, tradición e historia del Perú, que es como corrientemente se conoce a esta obra.

Alguna vez escuché que hubo una anécdota alrededor de esta conferencia.

Sí, muy interesante. El escritor Carlos Eduardo Zavaleta refirió que, siendo secretario de Porras, tuvo el encargo de escribir a máquina el texto del discurso que este le dictó. El día de la conferencia, encontrándose en la Casona de San Marcos, Porras advirtió que había olvidado su escrito; sin embargo, Zavaleta, previsoramente, contaba con una copia. Lo curioso es que durante la lectura del texto, Porras recordaba con todo detalle las correcciones que había anotado en el original y, aunque no estuvieran escritas en esas cuartillas, las agregó como si estuviera leyéndolas.

El doctor Puccinelli señala que es un “discurso que sintetiza trabajos ya cumplidos o anticipa otros que tenía en preparación”; en este sentido, ¿de qué manera esta conferencia condensa el itinerario intelectual de Porras?

La cita del doctor Jorge Puccinelli alude a que este trabajo condensa el profundo saber de Porras sobre la historia del Perú, resultado de eruditas indagaciones. Efectivamente, el historiador venía estudiando la temática que desarrolla en la segunda parte de su pequeño libro desde hacía más de veinte años; como ejemplo podría citar muy especialmente sus investigaciones sobre los cronistas. Además, había ahondado en la tradición oral incaica y en la función de los quipus y las quilcas en la conservación de la memoria del pasado. También debe recordarse que, como parte del curso de Fuentes históricas peruanas, que impartía en San Marcos, venía componiendo un libro en el que, junto con el estudio de múltiples fuentes, analizaba la producción historiográfica sobre cada una de las etapas de la historia del Perú. Esta materia fue expuesta también en su discurso de 1951. De ahí que haya temas comunes de abordaje en Mito, tradición e historia del Perú y en otras obras de Raúl Porras.

Además de erudición y penetración intelectual hay en Porras una esencia espiritual que afina su mirada histórica: la vocación peruanista. ¿Crees que se valora esta aptitud en los historiadores de hoy?

Es preciso poner de relieve este aspecto de su pensamiento histórico. Como se sabe, es un lugar común etiquetar a Porras Barrenechea como historiador hispanista. Con esto se interpreta que, en su perspectiva de la historia del Perú, prevaleció una valoración del legado español sobre el aporte indígena. Una lectura fragmentaria de su obra, a partir de ciertos juicios del historiador, ha orientado tal consideración, bastante extendida por cierto. Un aspecto del hispanismo de Porras, se puede apreciar, por ejemplo, en la refutación que hizo de la “leyenda negra” de la Conquista. En este sentido, sus escritos sobre Pizarro y la conquista del Perú, basados en un examen minucioso de las crónicas, pretendían restablecer los hechos históricos en su integridad y corregir las distorsiones que, en su opinión, habían pergeñado sobre todo los historiadores ingleses. En este propósito Porras exaltó aspectos de la empresa conquistadora y de la figura de Pizarro, en contraposición a lo que sostenían autores indigenistas. En consecuencia, pienso que debe interpretarse su postura hispanista, básicamente, como reacción ante ciertas tergiversaciones de nuestra historia. Frente a estas versiones, asumió una posición antagónica.

Tal vez fue un intento de equilibrio, ajeno a los extremos…

Es sabido que Porras apreciaba las contribuciones espirituales de España, legado que se manifestaba en un conjunto de creencias, valores e instituciones que componían el ser y la identidad histórico-cultural del Perú. Pero ello no implicó que dejara de apreciar las aportaciones del mundo andino, particularmente de la etnia quechua, en la formación de nuestra cultura. A este patrimonio material e inmaterial, dedicó diversos estudios reunidos en el tomo I de sus Obras Completas (1999), titulado El legado quechua. Además preparó una notable Antología del Cuzco, en la que se echa de ver su profunda admiración por la obra incaica en la ciudad imperial. Por lo dicho, juzgo que lo esencial de la obra de Porras es su mensaje peruanista. Este aspecto central de su visión histórica debería ser mejor conocido y más ampliamente divulgado. Porras, como otros destacados intelectuales del siglo XX, es aún para la mayoría de nuestros compatriotas un ilustre desconocido.

¿Cómo aprecia Porras el papel de la universidad a lo largo de la cultura peruana?

Para él, San Marcos es un referente central de nuestra cultura. Porras afirmaba que si bien, durante la Colonia, la escolástica dominaba la educación universitaria, este carácter no restringió el espíritu de investigación. Como ejemplo mencionaba el estudio de las lenguas indígenas y la fundación de la cátedra de quechua en San Marcos. Además, señaló la importancia que la universidad otorgaba a los estudios geográficos sobre el país. En otros terrenos de la ciencia, como la botánica, la historia natural y la medicina, se realizaron avances significativos. Recuerda, también, la escuela de medicina de San Fernando, cuyo fundador, Hipólito Unanue, investigó la influencia del clima sobre los seres vivos. Durante la República, hubo una renovación de los estudios universitarios y se crearon cátedras e institutos. Destaca, asimismo, el hecho de que San Marcos fuera semillero de figuras que sirvieron al país desde responsabilidades públicas. Así, en el derrotero histórico que traza, San Marcos aparece como faro de la cultura y de la ciencia en el Perú.

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