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Un ser de cristal y sueño

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Debo empezar, Alejandro, agradeciéndote por este libro. Hace mucho tiempo que no circulan las obras de Sebastián Salazar Bondy y tampoco existe una valoración contundente de su trascendencia cultural. ¿A qué atribuyes este silencio casi imperdonable?

Como bien sabes, en nuestro país la valoración del talento de nuestros escritores y artistas corre paralela a la indiferencia. Son poquísimos los casos de quienes reciben reconocimiento en vida. Por ello, no resulta extraño el silencio en torno a la obra de Salazar Bondy, escritor que a lo largo de su vida precisamente luchó contra la apatía de nuestro medio y el lugar secundario que nuestra sociedad asigna a la creación artística.

En tu preciso prólogo destacas su vida intensa y prolífica. Es muy cierto, pero convendría añadir que exploró muy diversos géneros y enalteció algunos poco prestigiados como el teatro o la literatura infantil. ¿Cómo juzgas esa versatilidad creativa y ese afán escudriñador de índole político?

La versatilidad creativa de Salazar Bondy es solo comparable a la de escritores peruanos tales como César Vallejo o Abraham Valdelomar. Cultivó todos los géneros (ensayo, teatro, poesía, narrativa), hizo periodismo, fue director teatral, antologador, escritor de literatura infantil; un promotor cultural en todo el sentido de la expresión. Aparte de ello, incursionó en la política entusiasmado por el impacto de la Revolución cubana en nuestro continente y siempre adoptó una posición crítica frente a los gobiernos de turno. Vivió solo 41 años y en ese breve lapso de tiempo produjo una obra importante y trascendente. Me pregunto cuánto más podría haber aportado a nuestra cultura de haber vivido más.

Con una obra tan fecunda, ¿cómo procediste para efectuar la selección?

La antología Un ser de cristal y sueño agrupa cinco obras teatrales representativas de su producción, entre ellas, El fabricante de deudas, Ifigenia en el mercado y El rabdomante; seis relatos: “Soy sentimental”, “Recuperada” y otros más; cuatro artículos periodísticos y un capítulo de su célebre Lima la horrible. La selección fue hecha en función del público al cual va dirigido este volumen, principalmente formado por adolescentes.

Ganó muchos reconocimientos en el teatro. ¿Consideras que fue su principal preocupación creativa y que legó las mejores páginas a nuestra dramaturgia?

Es difícil establecer una jerarquía en la producción de Salazar Bondy. Probablemente es en el ámbito del teatro en donde su legado se hizo más trascendente porque en su época este se encontraba en un estado de completo abandono. Como bien señala Vargas Llosa en el homenaje que escribiera a raíz de su muerte, no existían autores teatrales en nuestro país en ese entonces. Sin embargo, el ensayo Lima la horrible también ha sido trascendental en la formación de muchos intelectuales de generaciones posteriores. A diferencia de estos dos géneros que colocan el énfasis en el impacto sobre el receptor, la poesía de Salazar Bondy, en cambio, nos revela una faceta completamente distinta de su personalidad: íntima, melancólica y vital.

Es verdad, él fue esencialmente un poeta. Resultan reveladoras sus antologías de mediados del siglo pasado: una con Sologuren y Eielson, y otra con Romualdo. ¿No te parecen dos perspectivas distintas?

Absolutamente. A eso apuntaba mi respuesta anterior. La poesía de Salazar Bondy aún permanece relegada a un segundo plano y se hace necesaria una nueva reedición, que espero poder llevar a cabo el próximo año. Por otra parte, la temprana amistad de poetas de la talla de Sologuren y Eielson resulta decisiva no solo en la trayectoria de Salazar Bondy, sino en el reconocimiento de los fundadores de nuestra tradición poética moderna a través de la antología que publicaron en 1946. Más adelante, Salazar Bondy desarrollará un interés no solo por la poesía quechua en sucesivas antologías, sino por el arte prehispánico (cerámica, textilería, etcétera), preocupación que compartirá también con Eielson y Sologuren.

Incluyes en el volumen dos textos periodísticos sobre la lectura en nuestra sociedad. Sé que fue una gran inquietud en él y que trabajó en ese sentido. ¿Cuáles fueron sus postulados y qué vigencia conservan hoy, sesenta años después de publicados?

En los últimos tres años he estado recopilando los artículos periodísticos de Salazar Bondy. En ellos, se aborda un sinnúmero de preocupaciones: destacan, en particular, aquellos en los que aboga por la necesitad de motivar y estimular el hábito de la lectura entre sus compatriotas. Es asombroso descubrir que la situación —como, por ejemplo, sus crónicas sobre Lima— en realidad, no parece haber cambiado mucho: en el Perú, aún se lee muy poco. Lo significativo radica en que Salazar Bondy esboza en esos artículos una suerte de programa de lectura para los lectores jóvenes y los que recién se inician, algo que también llegó a esbozar en relación con la historia del arte occidental y el arte peruano en dos breves volúmenes.

A propósito de la vigencia de su obra: he releído tantas veces —a menudo con mis estudiantes— sus relatos de carácter juvenil y me he quedado asombrado de su eficacia. Me refiero principalmente a “Soy sentimental” y “Recuperada”. ¿No crees que en ambos haya una mirada penetrante y sensible del científico social?

En términos narrativos, Salazar Bondy privilegiaba una narrativa de corte realista con ciertas resonancias del realismo decimonónico literario y pictórico (recordemos que fue también crítico de arte). Para él, resultaba imprescindible ofrecer a los lectores una visión honesta y sincera de la realidad social de nuestro país. De allí que las vanguardias o la literatura fantástica le merecieran solo un relativo interés. Por otra parte, los temas que aborda en esos relatos que mencionas —y en otros más— eran inéditos en el momento en que se publicaron: la discriminación, la marginación y el machismo del que son víctimas las mujeres en nuestra sociedad y la postergación de los sectores menos privilegiados, principalmente los jóvenes. De allí —creo— se debe la eficacia que mencionas.

Es sorprendente. Son cuentos que integran Náufragos y sobrevivientes, colección de cuentos publicado en 1954 y que expone temas todavía proscritos en nuestra literatura juvenil. “Soy sentimental”, por ejemplo, presenta con aspereza una situación de aborto entre adolescentes… ¿Cómo reaccionarían hoy ante esta lectura en muchos colegios de Lima?

Es asombrosa la vigencia de ese texto. En él, además, se plantea una especie de relación triangular en la que cada personaje aparece caracterizado por oposición a los demás. Así Gustavo, amigo del narrador, ejemplifica todo lo opuesto a este último pues es prepotente, falso y, sobre todo, cobarde. Cecilia, por su parte, encarna a la muchacha engañada y sometida a la penosa circunstancia de exponerse al peligro de un aborto clandestino en un medio en el que la mujer es explotada y maltratada sistemáticamente. Por último, en la solidaridad del narrador para con su amiga probablemente se reconoce la propia posición de Salazar Bondy con respecto a la situación de la mujer en nuestra sociedad, situación que, por cierto, no ha cambiado mucho.

Aprovecho para preguntarte sobre tres cuentos de ese mismo libro: “Volver al pasado”, “Pájaros” y “El último pasajero”, sobre los que has reflexionado acerca del espacio privado y del espacio público. ¿De qué modo se construyen y definen estos ámbitos a partir de unos textos literarios?

He examinado esos tres cuentos a la luz de las transformaciones que sufre una ciudad como Lima desde mediados del siglo XX y el impacto que ello ejerce sobre el habitante de la calle —más precisamente el de la clase media—. En esos tres cuentos, por ejemplo, se pueden apreciar personajes que de algún modo son despojados de sus referentes espaciales, aquellos que marcaron sus experiencias vitales desde muy temprano. Lo que se demuestra es que la transformación física, económica y demográfica de la ciudad obliga a los individuos a despojarse de una parte importante de su subjetividad, es decir, deja heridas en ellos ante las cuales no pueden mostrarse indiferentes.

Entiendo que para Un ser de cristal y sueño dejaste de lado el cuento infantil El señor Gallinazo vuelve a Lima, pues forma parte de un nuevo proyecto editorial.

En 1961 se editó por primera vez El señor Gallinazo vuelve a Lima. Desde esa fecha el libro ha sido reeditado varias veces y pronto estará nuevamente al alcance de nuestros pequeños lectores. Se trata de un texto que intenta mostrar la contraposición entre dos clases sociales separadas por las diferencias económicas. Hay en el libro un evidente mensaje ideológico que logra ser transmitido a través de la belleza y plasticidad de su lenguaje. Se trata, sin lugar a dudas, de una obra fundadora en nuestra literatura infantil.

Es verdad, aunque conviene añadir que de una literatura infantil que no termina de consolidarse en el Perú. El señor Gallinazo vuelve a Lima evidencia no solo una preocupación por el público infantil —hay otras muestras del autor en este sentido—, sino que deja en claro un doble compromiso por la calidad literaria y por el temple social. No es solo un divertimento…

Definitivamente. Los pocos pasos que Salazar Bondy dio en el ámbito de la literatura infantil muestran —como sucede en gran parte de su producción literaria— una profunda preocupación por el tejido social y las situaciones de explotación en la que viven ciertos sectores de la sociedad. En ese sentido, en obras como El señor Gallinazo vuelve a Lima o la pieza para títeres —aún inédita— El amigo de las mariposas, está muy clara la intención de despertar la conciencia del niño lector, de mostrar las contradicciones insalvables de la sociedad peruana.

Recuerdo antologías y prólogos suyos de literatura infantil, además de artículos de promoción a la lectura. Otro texto que he conocido gracias a ti es El amigo de las mariposas, una breve pieza para títeres que revela un sentido formativo. ¿Nos cuentas de esta obra?

El amigo de las mariposas es una pieza breve para títeres que, al parecer, fue escrita por Salazar Bondy en ocasión de uno de los cumpleaños de su hija Ximena. En ella, aparecen enfrentadas dos clases sociales en una zona de Lima, aparentemente situada en los suburbios de la ciudad. La historia narra la relación entre un niño pobre y una mariposa que logran comunicarse mágicamente. El conflicto se inicia con la aparición de otro niño que torpemente intenta apropiarse de ella, convencido de que su padre —un hombre rico, claro está— está en condiciones de comprar todo lo que está a su alcance. La pieza toca en realidad varios temas: no solo el enfrentamiento entre dos clases sociales, sino, implícitamente formula una crítica al consumismo y el materialismo.

Después de cerrar esta antología, qué certezas te quedan de la obra de Sebastián Salazar Bondy. ¿Es una producción de calidad irregular o de una maciza excelencia? ¿Se trata de una creación desarticulada o lo apremia un orden temático y una misma actitud crítica? Imagino que te habrá dejado también algunas incertidumbres.

Creo que Salazar Bondy alcanzó a sentar las bases de una producción sumamente articulada: existen estrechos vínculos, por ejemplo, entre varias de sus obras teatrales y narrativas con respecto a la representación de las carencias de la clase media. Por el contrario, la poesía nos muestra la intimidad del escritor y una visión muy personal del mundo; aun cuando existen poemas de acento social, por decirlo de algún modo. En el terreno del ensayo, Lima la horrible es un texto sumamente complejo en el que se pretende desmantelar algo que podría describirse como una ideología de castas que se remonta a la colonia y que aún estaba vigente cuando fue escrito. Lo asombroso de Lima la horrible, además, es el carácter polifónico del texto pues en él no solo podemos percibir las voces de los viajeros y cronistas que en algún momento visitaron la ciudad sino las consejas populares, los mitos que hicieron posible el imaginario de la ciudad desde tiempos muy remotos.

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