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PRESENTACIÓN1

Hace algo más de cinco años, un grupo de profesores e investigadores del Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Valencia, decidió emprender un proyecto, entonces poco definido todavía, a partir de la experiencia cobrada a lo largo de más de dos décadas de investigación sobre la sociedad urbana tardomedieval, y de su común interés por las circunstancias económicas, sociales y políticas que, a finales del siglo XV y en el concreto caso valenciano, rodearon la transición desde el viejo modelo del municipalismo oligárquico a otro de cariz autoritario y regalista, presidido por la figura poderosa e inquietante de Fernando II de Aragón. Los libros de dos modernistas valencianos, Ernest Belenguer y Ricardo García Cárcel,2 que conocíamos bien desde nuestros días de estudiantes, habían ido dejando con el tiempo un poso de preguntas superpuestas acerca del sentido de unos cambios en las relaciones de poder cuyo resultado más llamativo era el incremento de la violencia institucional, y su criatura más conspicua la «nueva» Inquisición, instrumento de un renovado celo católico tras el cual no podíamos dejar de ver la sombra alargada del terror político.3 El convencimiento de que cualquier solución pasaba por el regreso a los orígenes de ese problema histórico que es la Inquisición, nos decidió a emprender, desde perspectivas diferentes aunque siempre entrecruzadas, una tarea que ha tenido continuidad y que ahora comienza a rendir los primeros frutos.

La decisión de ocuparnos de los orígenes del problema inquisitorial suponía un doble retorno, tanto cronológico como, en términos más amplios, heurístico. Debíamos centrar nuestras pesquisas en la primera época de la acción inquisitorial, y ante todo en aquel «primer tiempo» que Jean-Pierre Dedieu veía extenderse entre 1483 y 1525, y cuyas características (antijudaísmo descarnado, extrema violencia) no eran exclusivos del tribunal de Toledo que él había investigado, sino del conjunto de los que actuaron durante ese periodo. También la acción represiva de las distintas sedes había evolucionado, en su opinión, según pautas similares: un elevado número de víctimas hasta los primeros años del siglo XVI, luego un estancamiento de los resultados hasta la década de los años veinte, cuando una reactivación de las persecuciones señalaba el comienzo de un «segundo tiempo» en el devenir de la institución. Lo que había cambiado no eran tanto los procedimientos administrativos y judiciales, heredados de la etapa anterior, como la identidad prioritaria de las víctimas. Los tribunales más activos eran ahora los que podían dedicar mayor atención a los moriscos; los demás, ante la evidencia de que ni los casos de luteranismo ni las acciones contra el propio Santo Oficio bastaban para justificar su propia existencia, se revolvieron contra los cristianos viejos, interesándose vivamente por delitos que hasta entonces no habían merecido mucha atención: proposiciones heréticas, palabras «escandalosas», blasfemias, bigamia, brujería, en la Corona de Aragón también la sodomía y el bestialismo. Dedieu alarga esta segunda etapa hasta las primeras décadas del siglo XVII, estableciendo en su parte final, iniciada a partir de 1555-1560, una fuerte caída del número de víctimas que asocia a una importante transformación, ahora sí, del procedimiento inquisitorial, que en sus propias palabras, se hizo más sereno, matizado y cuidadoso.4

En definitiva, durante ese siglo prolongado que mediaría entre 1480 y 1600, la Inquisición evolucionó desde aquel organismo inicial poco articulado formalmente aunque muy dinámico, cuya capacidad de adaptación a las condiciones locales corría pareja a la violencia feroz de sus procedimientos, a su absoluta decisión de prevalecer frente a toda resistencia, hasta convertirse en una institución al borde mismo de la madurez, cuyos métodos se habían suavizado porque ya no se ponía en cuestión su existencia ni la legitimidad del control que ejercía sobre la sociedad. Por el camino fueron quedando las víctimas, sobre todo las dos grandes minorías religiosas, judíos y musulmanes, a los que la conversión al cristianismo, voluntaria o forzosa, dejó a los pies de los caballos; pero también esa concepción medieval de la autonomía política que hacía del foralismo un escudo frente a las injerencias de la monarquía. Ambos aspectos del problema inquisitorial, que podemos calificar respectivamente como social y político, estaban muy presentes en nuestras preocupaciones a la hora de emprender aquel proyecto de investigación común. Era necesario redefinir el perfil social de las «minorías» conversas que se habían visto atrapadas en el ojo de un torbellino político de causalidad imprecisa, pero que pronto superó toda su capacidad de resistencia con graves consecuencias para haciendas y vidas. Era necesario, asimismo, comprender mejor las condiciones de ese enfrentamiento entre el monarca y las oligarquías locales ‒¿todas? ¿una parte de ellas? ¿qué parte?‒ que se situaba en los orígenes mismos del problema histórico que pretendíamos abordar. En uno y otro ámbito, los archivos valencianos ofrecían múltiples posibilidades, y en este punto juzgábamos necesario un segundo retorno a los orígenes, en este caso a los de la propia investigación histórica, es decir, a las fuentes documentales.

Nuestro proyecto pasaba por reconstruir la presencia de los conversos en los distintos ámbitos de la sociabilidad urbana, profundizar en las consecuencias de la agresión inquisitorial tanto sobre las personas como sobre las instituciones políticas; para ello contábamos con importantes fondos archivísticos: desde la documentación municipal a la inquisitorial, pasando por la cancillería regia y los registros notariales. Era preciso que de nuevo nos preguntáramos sobre las fuentes documentales y las maneras más adecuadas de proceder con ellas. El estudio de los primeros tiempos de la Inquisición, y particularmente de ese periodo originario que media entre 1478 y 1525, adolece de una particular penuria informativa. Aquella primera documentación inquisitorial, fruto en su día de un proceso de producción administrativa aún poco sistemático, sufrió después, y de manera particularmente grave, eso que llamamos «los estragos del tiempo» como expresión metafórica de la incuria, el desinterés y el abandono. Sin embargo, queda todavía muchísimo material por analizar, clasificar, sistematizar, incluso por descubrir. Los archivos inquisitoriales no han dicho sus últimas palabras, y si depuramos nuestros procedimientos de análisis, reformulamos nuestras preguntas, esas palabras pueden ser gloriosas. Está, además, la «otra» documentación: notarial, municipal, cancilleresca, unos fondos que por lo que toca a este problema sólo han sido explotados parcialmente, y acerca de cuyos usos y utilidades conviene seguir reflexionando.

Las jornadas celebradas en Valencia entre los días 16 y 19 de noviembre de 2011 con el mismo título de este volumen, fueron planteadas originalmente como colofón del proyecto de investigación «Redes de sociabilidad judeoconversa y actuación inquisitorial en la Corona de Aragón en el siglo XV » (HAR2008-02650), iniciado en 2009 merced a la subvención del Ministerio de Ciencia e Innovación, que en sus planteamientos y resultados guardaba continuidad con el proyecto «Los judeoconversos valencianos a finales del siglo XV. Familia, redes de sociabilidad y comportamiento económico» (GV/2007/071), financiado por la Generalidad Valenciana y desarrollado durante el bienio 2007-2008. Nuestro objetivo era poner en relación nuestro trabajo con otros proyectos y experiencias de investigación procedentes tanto del campo del medievalismo como del modernismo, contactos e intercambios que se remontaban al origen mismo del proyecto. Desde el primer momento hemos contado con los consejos, el interés y la generosa colaboración del profesor Pablo Pérez y de los compañeros del Departamento de Historia Moderna de la Universidad de Valencia, así como de los amigos de la Universidad de Montpellier y muy particularmente del profesor Rafael Carrasco, sin cuya ayuda este libro no habría visto la luz; también con el respaldo y el cotidiano auxilio del personal del Archivo del Reino de Valencia y de su director, Francisco Torres. Vaya por delante todo nuestro agradecimiento con ellos.

La iniciativa de la que este libro es fruto último, pudo materializarse gracias a las ayudas obtenidas tanto del Ministerio de Ciencia e Innovación como del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Valencia, sin olvidar en ningún caso el apoyo financiero y la hospitalidad ofrecida por la Facultad de Geografía e Historia y por el propio Departamento de Historia Medieval de dicha Universidad, a cuyos responsables también queremos expresar aquí un agradecimiento que cabe hacer extensible a los gestores de los servicios de publicaciones de las universidades de Valencia y Montpellier, cuya cooperación ha hecho posible editar este volumen.

Quiero expresar mi particular deuda de gratitud con Elisa Palacios, secretaria del Departamento de Historia Medieval, sin cuya generosa eficiencia y buenos oficios todo esto habría sido mucho más complicado de lo que en efecto ha sido. Por último, y también a título personal, vaya mi agradecimiento con quienes forman o han formado parte del equipo de investigación, y con quienes han colaborado de una u otra manera en las tareas del proyecto: Rafael Narbona, Manuel Ruzafa, Enrique Cruselles, José Bordes, Bernardo Tomás, Juan Antonio Barrio, María Luz Rodrigo y Enrique Díes. A todos nos une una larga amistad y una devoción común por la Historia que es el motor primero e imprescindible de este proyecto y de los que en el futuro podamos desarrollar.

JMC

1 La edición de este volumen forma parte de los resultados del proyecto titulado «Congreso Internacional En el primer siglo de la Inquisición española: fuentes documentales, métodos de análisis y experiencias de investigación» (HAR2011-13274-E), subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación dentro del subprograma de acciones complementarias a proyectos de investigación fundamental no orientada.

2 Ernest BELENGUER CEBRIÁ, València en la crisi del segle XV, Barcelona, Edicions 62, 1976; Ricardo garcía cárcel, Orígenes de la Inquisición española. El tribunal de Valencia, 1478-1530, Barcelona, Península, 1976.

3 Enrique CRUSELLES GÓMEZ, «‘Todo es cerrazón y noche’. La sociedad urbana valenciana en la encrucijada a los tiempos modernos», Revista d’Història Medieval, 3, 1992, pp. 117-142; Rafael NARBONA VIZCAÍNO y Enrique CRUSELLES GÓMEZ, «Espacios económicos y sociedad política en la Valencia del siglo XV », Revista d’Història Medieval, 9, 1998, pp. 193-214.

4 DEDIEU, Jean-Pierre, «Los cuatro tiempos de la Inquisición», en B. Bennassar, Inquisición española, poder político y control social, Barcelona, Crítica, 1981, pp. 15-39.

En el primer siglo de la Inquisición española

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