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2.4.5Caracterización tisular con contraste

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Captación de contraste. Secuencias de supresión miocárdica

Utilidad clínica: la captación precoz de contraste (CPC) permite detectar edema miocárdico, inflamación miocárdica y obstrucción microvascular. Se adquiere de 1 a 3 minutos tras la administración de contraste (fig. 2.12). La captación tardía de contraste (CTC) permite la valoración de fibrosis o necrosis miocárdica, así como la infiltración (amiloide o sarcoidea) o la captación de contraste por parte de otras estructuras (masas, pericardio). Se adquiere 10 minutos tras la administración del contraste (fig. 2.13).


Fig. 2.12 Imagen de captación precoz de contrate de un paciente en fase subaguda tras un infarto de miocardio, en la que se observa una extensa obstrucción microvascular (banda hipointensa en cara anterior y antero-septal del VI).


Fig. 2.13 Imagen de supresión miocárdica tras administración de contraste en un paciente con un infarto, en la que se observa captación tardía de contraste en el ápex ventricular correspondiente a la necrosis, mientras que el resto de miocardio sano no capta.

Secuencia: se utilizan secuencias anatómicas de supresión miocárdica, que son de sangre blanca y potenciadas en T1, en las que se anula la señal del miocardio normal (es hipointenso o negro) de manera que podamos ver mejor cualquier deposito de gadolinio. El miocardio sano tiene muy poco espacio intersticial, por lo que lava el contraste rápidamente, mientras que circunstancias patológicas como la inflamación, el depósito de algunas sustancias, la fibrosis, el infarto agudo y el crónico incrementan el espacio intersticial, y con ello la cantidad de gadolinio. Para la realización de esta secuencia se administran de 0,1 a 0,2 mmol/kg de contraste.

Las imágenes de captación de contraste son de alta resolución espacial, de manera que nos permiten valorar la presencia del depósito de contraste y su distribución: epicárdica, intramiocárdica, subendocárdica o transmural; y también el porcentaje de captación de cada segmento miocárdico (fig. 2.14). Su aplicación más importante es la de valorar la presencia y extensión de necrosis miocárdica. La necrosis miocárdica se puede cuantificar como porcentaje de grosor de la pared miocárdica, clasificándose en cuartiles, lo cual puede hacerse de manera visual. Cuando un segmento miocárdico presenta alteraciones de la contractilidad y la extensión de la necrosis es mayor del 50% del grosor de la pared, se dice que no existe viabilidad, es decir, a pesar de revascularizarlo no mejorará la función contráctil de este segmento. Otra manera de cuantificar la necrosis con más exactitud es obteniendo el porcentaje de necrosis respecto a la masa de miocardio total que nos da un valor muy exacto del tamaño del infarto. El tamaño de la necrosis miocárdica determinada por la técnica de CTC se ha visto que es un parámetro pronóstico muy importante en los pacientes con cardiopatía isquémica.


Fig. 2.14 Imágenes de supresión miocárdica donde se muestra captación tardía de contraste transmural (izquierda) de localización anterior y septal, y de tipo subendocárdico (derecha) en septo, ápex y cara lateral del VI.

Mapeo T1

Utilidad clínica: permite valorar la fibrosis intersticial o la infiltración que acontece en algunas miocardiopatías.

Secuencia: codifica el T1 de cada píxel en una escala de grises tras la administración de contraste. Como la cantidad de contraste es proporcional al espacio extracelular, nos da el volumen del espacio extracelular del miocardio.

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