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UN NO EXPLETIVO NO TAN EXPLETIVO

Julio BORREGO NIETO

Universidad de Salamanca

1. PLANTEAMIENTO: LA SITUACIÓN NORMATIVA DEL NO EXPLETIVO CON HASTA

Si alguna vez le ha dado a usted por decir, lo cual, por cierto, sería bastante natural, No trabajaré hasta que no me paguen dignamente, debe saber que no solo está incurriendo en un acto contra el orden establecido, sino también en una posible transgresión gramatical. En efecto, ese segundo no, el que le ha colocado a paguen, representa a la negación que ha recibido calificativos diversos: redundante, superflua, pleonástica, innecesaria, potestativa, espuria o, más técnicamente, expletiva. Lázaro Carreter (1977) define expletivo así: «Se dice de cualquier término no estrictamente necesario para la frase». Como se sabe, el contexto creado por hasta no es el único en que tal negación aparece, pero sí es uno de los más proclives a ella, si no el que más (Bosque, 1980: 152).

Hay que decir que el normativismo no se ha cebado demasiado con este «defecto», aunque no ha dejado de censurarlo. Morera (1986: 102-103) cita los reproches de Cuervo, Restrepo, Santamaría y Kany. Más recientemente, en el Manual de Gómez Torrego (2002: 711), se invita, aunque con mucha suavidad, a no darle preferencia:

Este uso, considerado incorrecto por algunos normativistas, hoy es bastante frecuente y se encuentra en documentos del nivel culto; no obstante, se ha de preferir la construcción sin el adverbio no, que significa lo mismo que con el adverbio y es más económica lingüísticamente.

El artículo de Morera antes citado (Morera, 1986: 103, 106) agradece a la Academia su falta de pronunciamiento sobre el asunto. Seguramente no se había pronunciado hasta esa fecha, pero sí lo hace en el DPD (RAE y ASALE, 2005): «Debido a lo arraigado de este uso, ha de considerarse admisible, aunque no hay que olvidar que el enunciado no necesita esta segunda negación». En la NGLE (RAE y ASALE, 2009) de nuevo se elude totalmente cualquier referencia normativa.

Como se señala en muchos de los trabajos dedicados al tema (véase, por ejemplo, Ridruejo, 2014), la «norma correcta» es una cuestión puramente social: los usos aceptados en ella lo son porque no reciben estigma alguno de los hablantes tenidos por modélicos (y, ligado a ello, tampoco de las instituciones oficialmente responsables de la norma) y los emplean en sus emisiones formales. El tema de la negación que nos ocupa es enfocado, pues, de forma adecuada por quienes se remiten, para su condena o aceptación, al uso y no a la estructura. Por ejemplo, por Gómez Torrego en la cita anterior, por María Moliner en su Diccionario, al aludir en último término a su carácter «inelegante», por el propio DPD y su recurso a «lo arraigado de su uso», o por Santos Río, 2003, s.v. hasta), que lo asocia principalmente al lenguaje «espontáneo y emotivo».

En cambio, dictaminar en estas cuestiones alegando disfunciones semánticas como la anfibología o la ambigüedad, desajustes estructurales o razones de economía lingüística suele desenfocar el problema. Los hablantes antiguos y modernos han asistido con frecuencia al triunfo social de las soluciones menos precisas (por ejemplo, el de escuchar en detrimento de oír) y, como se muestra en Borrego y otros (2016), fenómenos presuntamente incoherentes con el funcionamiento del sistema (por ejemplo, el uso no impersonal de haber: Hubieron fiestas) pueden encajar perfectamente en él si se analizan de otra manera. En lo que sigue trataré de ilustrar hasta qué punto esto es cierto utilizando el tema planteado al inicio, esto es, el de la «negación expletiva» con hasta.

2. EL FUNCIONAMIENTO DEL NO EXPLETIVO CON HASTA

Del propio nombre de expletiva, así como de otros calificativos que se le han aplicado, puede desprenderse que el usuario elige libremente entre poner o no esta negación. Lo cual resulta sorprendente, porque si así se hiciera, podrían resultar secuencias como las siguientes:

1) a. *Vimos la televisión hasta que no cenamos

b. Vimos la televisión hasta que cenamos

2) a. *La sesión de pilates no dura hasta que no se agota la gente

b. La sesión de pilates no dura hasta que se agota la gente

3) a. ?La conferencia no empieza hasta que la gente no permanece en la sala

b. ?La conferencia no empieza hasta que la gente permanece en la sala

4) a. # Aquella vez los gladiadores no lucharían hasta no morir

b. Aquella vez los gladiadores no lucharían hasta morir

5) a. Nadie hace penitencia hasta no caer enfermo. (Entonces se acuerda de la divinidad)

b. Nadie hace penitencia hasta caer enfermo. (Se detiene antes de llegar a ese extremo).

Si nos atenemos a sus significados normales, las oraciones (1a) y (2a) resultan agramaticales, pero dejan de serlo si el no desaparece, como se observa en (1b) y (2b); (3a) podría aceptarse, pero solo con una interpretación determinada, favorecida, precisamente, por el no expletivo, como luego veremos. En cuanto a (4a), lo que el signo # indica es que la oración no es exactamente agramatical, pero su contenido va contra el estado del mundo tal como lo conocemos, de modo que la oración podría resultar normal si aceptamos, por ejemplo, un mundo de zombis en el que los gladiadores luchan después de morir. En cuanto a las opciones de (5), ambas son aceptables, pero significan cosas distintas, según se observa en las posibles continuaciones que van entre paréntesis.

A la vista de lo anterior, uno empieza a desconfiar que una partícula que tiene tales restricciones contextuales, que pone y quita agramaticalidades y anomalías y que cambia tan claramente significados no es tan espuria, redundante, innecesaria o antieconómica como a veces se dice.

Las restricciones que las opciones a. y b. de arriba sugieren ya han sido estudiadas, pero quizá sea revelador juntarlas, hacerlas explicitas, precisarlas y ordenarlas utilizando como hilo conductor los ejemplos propuestos:

2.1 Características aspectuales y semánticas

1. La anomalía que (1a) refleja la mencionan todos los autores que con finalidad descriptiva o normativa se han ocupado del tema: este no con hasta solo aparece cuando la llamada oración principal es negativa. Lo que no siempre se añade es que el sentido de la negatividad es más pragmático que sintáctico o semántico. Ya Bosque (1980: 154) hace ver que puede tratarse de cualquiera de los AANN (activadores negativos) clásicos, con ejemplos como los siguientes:

6) Tiene miedo de salir de casa hasta que no llegue su madre

7) Que sea la última vez que empiezas el trabajo hasta no haber recibido instrucciones

8) ¿Quién empieza a trabajar hasta que no llega el jefe?

9) Me sorprende que se levante de la cama hasta que no suena el despertador.

En realidad, constituye un contexto adecuado cualquier oración principal en que se manifieste rechazo por lo que alguien ha sugerido o está en el contexto. Los siguientes ejemplos son del CORPES XXI:

10) Constituir los grupos por separado, es decir, en hombres y mujeres, ya que hasta no lograr el empoderamiento de las muchachas, el unirlos las colocaría en desventaja [el unirlos claramente equivale a el no separarlos]

11) Hasta no efectuar estudios en seres humanos, los científicos recomiendan a los pacientes diabéticos continuar con las prescripciones [con continuar se quiere decir aquí no interrumpir]

12) Yo decía que hablaba francés, y realmente me lo creí... hasta no vivir en Francia [= no salí de mi error hasta no vivir en Francia]

13) [El entrenador] dejó ver que hasta no recibir gol se fiaría del contragolpe [= no cambiaría de táctica]

14) Nos reservamos el diagnóstico hasta no consultar con los especialistas [Nos reservamos equivale aquí a no revelamos, no emitimos].

Creo que merece la pena destacar no solo la presencia del no expletivo en oraciones como (12) o (13), donde es difícil señalar alguno de los AANN habituales, sino también el hecho de que en algunos de los ejemplos se hace difícil la interpretación si se suprime el no, aquí aún más paradójicamente tildado de expletivo. Pruébese a hacerlo, por ejemplo, con los de Bosque. En los aportados por mí la supresión es posible, pero la presencia de la negación resulta más natural que su ausencia.

2. El ejemplo (2a), *La sesión de pilates no dura hasta que no se agota la gente, resulta agramatical por otro requisito, este no mencionado en todos los trabajos, pero sí en los que han entrado en la cuestión de forma más meticulosa. Podríamos enunciarlo brevemente diciendo que la parte A de la construcción debe contener un predicado télico, entendiendo por A la considerada oración principal, La sesión de pilates no dura, y por B la oración de hasta. Dicho en los términos de Vendler, la parte A debe ser un logro o una realización, y durar no lo es. La oración «se arregla» de dos maneras: bien cambiando el verbo por otro con telicidad (La sesión de pilates no termina hasta que no se agota la gente), bien suprimiendo el no expletivo, como en (2b): La sesión de pilates no dura hasta que se agota la gente. En este caso, no obstante, a costa de un cambio en el significado, puesto que lo que ahora se indica es que su duración no llega hasta el punto de agotar a la gente. Como se verá más adelante, este es el contexto normal de las oraciones con hasta que no admiten no expletivo: un predicado durativo y no télico en desarrollo, cuyo límite final se indica en la subordinada:

15) La sesión de pilates se prolongará hasta que termine el invierno.

3. El carácter no del todo natural o satisfactorio de (3a), ?La conferencia no empieza hasta que la gente no permanece en la sala, se debe a la ruptura de otro requisito simétrico del anterior y necesario para la presencia del no expletivo: la parte B también tiene que tener carácter télico. Esto es común a todas las construcciones con hasta, presenten o no la negación que ahora nos ocupa1. Por eso cualquier verbo durativo colocado en esa posición o es agramatical o recibe automáticamente una interpretación incoativa o terminativa que le da carácter télico. Ello afecta incluso a verbos tan típicamente estativos como ser o saber, como puede comprobarse en las oraciones que siguen, en que eran españoles se interpreta como ‘habían adquirido la nacionalidad española’, y sabían español como ‘aprendían español’, es decir, como verbos de cambio de estado y, por tanto, télicos:

16) No conseguían trabajo hasta que no eran españoles / hasta que no sabían español.

Incluso verbos inherentemente atélicos como permanecer no son del todo inmunes a esta interpretación, y por eso no acaba de sonar mal (3a), interpretable, aunque de modo algo forzado, y de ahí la interrogación, como ‘La conferencia no empieza hasta que la gente deja de entrar y salir en la sala’.

4. Los casos de (4a,b) y (5a,b), que repito ahora como (17) y (18), son los más interesantes porque permiten individualizar, por contraste, la característica más destacada de la negación que estamos tratando, así como su utilidad para la interpretación de la oración, utilidad que socava de manera notable los argumentos normativos tradicionales en contra de su empleo.

17) a. # Aquella vez los gladiadores no lucharían hasta no morir

b. Aquella vez los gladiadores no lucharían hasta morir

18) a. Nadie hace penitencia hasta que no cae enfermo. (Entonces se acuerda de la divinidad y empieza a hacer penitencia)

b. Nadie hace penitencia hasta caer enfermo (Se detiene antes de llegar a ese extremo)

Las construcciones con hasta que admiten negación expletiva, es decir, las propias de los contextos télicos descritos en 1-3 de arriba, tienen siempre un significado que suele denominarse puntual (véase, por ejemplo, Bosque, 1980: 146). Ello significa que en una secuencia como No gritó hasta que (no) sintió el pinchazo la acción descrita en A (gritar) no sucede antes de que ocurra la descrita en B (sentir el pinchazo): entonces empieza a suceder. Por contra, cuando el predicado de A no es télico, como en Normalmente no corría hasta agotarse, la negación expletiva no es posible, como hemos visto, y la secuencia adquiere un sentido llamado durativo: lo que se indica es que la actividad de A (correr) sí sucede, pero no se prolonga hasta el punto de agotar a la persona, sino que se detiene antes.

Pues bien, hay muchos predicados que designan estados o actividades, como hacer penitencia en el ejemplo (18b), pero que pueden adquirir también un sentido incoativo o terminativo y convertirse entonces en télicos, como sucede en (18a). Eso explica que la oración Nadie hace penitencia hasta que cae enfermo, sin otro contexto, sea ambigua, de modo que el hasta puede interpretarse como puntual o como durativo. En tal tesitura la negación expletiva puede resultar de utilidad: (18a), que la lleva, solo puede interpretarse como ‘No hace penitencia, pero empieza a hacerla cuando cae enfermo’, es decir, con un significado puntual. Por el mismo mecanismo se explica que (17b) Aquella vez los gladiadores no lucharían hasta morir sea perfectamente natural y que no lo sea (17a) #Aquella vez los gladiadores no lucharían hasta no morir: en el mundo que conocemos, los gladiadores no luchan cuando mueren, y de esta interpretación solo ese no pleonástico, innecesario, redundante, inútil y expletivo es el responsable. Es verdad, por tanto, que no niega, como dicen los lingüistas más cautos, pero no lo es que no aporte nada a la interpretación.

Se ha discutido mucho, y con muy variados y sutiles argumentos, la forma de explicar el sentido puntual y el durativo de hasta, que confluyen en (18) (véase Bosque, 1980: 146-156; García Fernández, 2000: 109-115). Por ceñirnos a las dos posturas principales, para unos se trata de dos hasta distintos; para otros hay solamente un hasta, y las diferencias de interpretación tienen que ver con el ámbito de la negación de A, es decir, con los elementos afectados por ella, que no coinciden en las dos versiones de (18). Volveremos sobre esto más adelante.

También ha habido debate en relación con otros matices del contenido: se ha dicho, por ejemplo, que las dos interpretaciones son en realidad dos «efectos de uso» contextuales derivados del significado único ‘extensión que va a terminar a un punto final absoluto’ (Morera, 1986: 104); se ha señalado que el hasta puntual forma unidad con el no de A, es decir, que en realidad en No se levanta hasta las 12 el nexo es no…hasta, y este nexo actúa como un exclusor de los momentos previos en que se suponía que tendría que levantarse, lo que explica de paso la impresión de ‘tardanza’ que se percibe (García Fernández, 2000: 113-115); se ha atribuido a la parte B de las construcciones con hasta puntual un valor irreal o virtual, derivado del sentido excluyente mencionado, «lo que a su vez explica que esta oración tenga un sentido implícitamente negativo que puede manifestarse explícitamente en forma de negación expletiva» (Sánchez, 1999: 2630); el valor puntual se ha relacionado, por otra parte, con el condicional, dado que «Los equipos de rescate no actuarán hasta que no sea seguro» equivale a «Los equipos de rescate no actuarán si no es seguro» (Rodríguez Muñoz, 2011: 83).

No es nuestro objetivo ahora entrar en apreciaciones sobre los juicios anteriores2. Su mención aquí tiene la única finalidad de destacar que, independientemente de la explicación o el matiz que cada cual le atribuya, los dos significados son claramente perceptibles y solo uno de ellos, el puntual, está claramente ligado a la negación llamada expletiva, que se convierte así en un instrumento útil para deshacer ambigüedades.

2.2 El no expletivo y la negación encubierta

A propósito de lo expuesto en el apartado anterior, conviene dedicar unas líneas la «negación encubierta o tácita» que, según la NGLE (RAE y ASALE, 2009) «es característica del español de México y Centroamérica, y con extensión desigual se atestigua también en ciertas áreas de Colombia, del Ecuador y de Bolivia» (48.11v). Se trata de ejemplos como Se levantó hasta que no tuvo más remedio o Ese tipo de negocios abren hasta que llega la noche, que en otras zonas, España entre ellas, se expresarían anteponiendo una negación al verbo principal (no se levantó, no abren…) y que aquí se supone que queda implícita. Estas oraciones han sido muy perseguidas desde el punto de vista normativo porque, además de violar aparentemente las reglas de la gramática, resultan sumamente incómodas desde el punto de vista práctico, puesto que no se sabe si, por ejemplo, los negocios antes mencionados abren o cierran al anochecer. Pero si uno repara en los contextos de la negación encubierta (los que NO incluyen en A un predicado de estado o actividad: NGLE, 48.11w), vemos que coinciden justamente con los propios de la negación expletiva. Su labor de desambiguación es, por tanto, especialmente útil aquí, lo que explica su frecuentísima aparición en los ejemplos. Véanse, por ejemplo, estos, procedentes de México y tomados de los corpus académicos:

19) Tenemos, como directiva, que ser cautelosos para no manosear al jugador y que lo utilicen. Hasta no existir algo concreto, nos pronunciaremos

20) Esto se ha convertido en una necesidad para cientos de bandas más que, hasta no ver las pérdidas ocasionadas por la piratería, recordaron que su público quería verlos en vivo, no sólo comprar sus discos

21) Hasta no convivir con ellos comprendió que no era justo que vivieran dentro de una pieza de escasos tres por tres metros, máxime siendo tantos.

Para resumir brevemente todo lo expuesto en 2.1. y 2.2., si al hablar de negación expletiva alguien entiende que el hablante puede ponerla y quitarla a voluntad, debe saber que solo puede hacerlo en realidad en los casos en que la construcción adopta el valor llamado «puntual», y aun en estos casos es una herramienta muy útil para deshacer ambigüedades, lo que restringe su carácter potestativo. Así ocurre en concreto cuando el predicado de A puede interpretarse o no con valor incoativo o terminativo, como en el ejemplo de la penitencia antes citado3.

2.3 Las relaciones entre A y B en las construcciones de negación expletiva

Hay otra cuestión que conviene tocar antes de terminar este trabajo: no sé si en un ejemplo como el tren no entró hasta que la vía estuvo despejada la negación convierte, como se ha dicho, el predicado puntual de A, entró, en durativo y no sé tampoco si es el ámbito de esa negación el responsable de que en una oración como la (18) de arriba, Nadie hace penitencia hasta que cae enfermo, el significado se bifurque. Lo que sí parece fuera de discusión es que ese ámbito es diferente en la interpretación puntual y en la durativa de hasta. Si una madre le dice a su vecina

22) Mi hijo no anda por ahí hasta que cierran los bares [hasta durativo].

no está negando que ande por ahí, sino que lo haga hasta el cierre de los bares; es decir, (22) equivale a (23):

23) Mi hijo anda por ahí, pero no hasta que cierran los bares.

Si, en cambio, le dice a su hijo:

24) Hoy no sales hasta que no me pidas perdón [hasta puntual],

por el momento le está negando la salida, que, en todo caso, no se producirá antes de que ocurra lo que la oración de hasta señala.

Como ocurre con las causales con por(que), la negación desde el verbo principal de la oración con hasta durativo se debe a que se trata de complementos integrados en el predicado. Son indicio de lo mismo al menos los siguientes hechos:

a) Las oraciones con hasta durativo negado suenan mucho más naturales con infinitivo y correferencia de sujetos, característica habitual en las subordinadas más ligadas al verbo regente.

b) En las oraciones con hasta durativo hay una fuerte vinculación semántica entre la principal y la subordinada, de modo que esta o es una consecuencia (compárese Manolo estuvo estudiando hasta cansarse / *hasta irse a jugar con Pedro: Bosque, 1980: 153) o representa la culminación de una acción progresiva expresada en la principal (La rambla se estrechaba hasta convertirse en un torrente: Hernanz, 1999: 2309). Ello no ocurre con el hasta puntual, en que la relación no tiene por qué sobrepasar la mera relación temporal: Manolo no empezó a estudiar hasta no haber telefoneado a Luisa (Bosque, 1980: 153).

c) En las oraciones con hasta puntual la anteposición de la subordinada resulta mucho más sencilla y natural que con el hasta durativo, lo cual es indicio de menor trabazón sintáctica. Ayuda, además, a interpretar los ejemplos confusos originados por la ausencia de negación expresa en la principal, bien porque se trate de zonas de «negación encubierta» (véase 2.2.), bien porque la negación se efectúe por medios pragmáticos más que sintácticos: no es casualidad que de los cinco ejemplos recogidos para ilustrar arriba esta circunstancia (véase 2.1.), tres lleven la temporal delante. Tampoco lo es que en el Diccionario de Santos Río, 2003, alabado por la naturalidad de sus ejemplos, surjan con espontaneidad los antepuestos para el hasta puntual.

3. LAS RAZONES DEL NO EXPLETIVO

Más difícil que describir los contextos y valores del hasta puntual, el que admite la negación expletiva, es explicar satisfactoriamente la presencia de ese no. Es evidente que su papel no es negar, porque si negara se producirían las incoherencias que le han atribuido los normativistas. Dado que puede sustituirse por mientras no con valores muy cercanos (No habló hasta que no / mientras no le dieron la palabra), se ha pensado en un cruce con esta construcción ya desde Cuervo (Morera, 1986: 102; Santos Río, 2003; Bosque, 1980: 152; Gómez Torrego, 2002: 711, entre otros). Por otra parte, ya se ha mencionado más arriba (nota 3) que para Cépeda (2018) el no expletivo surge de la intención de marcar la finalización del evento denotado en B.

Sánchez (1999: 2630) apunta que la negación expletiva se deriva del carácter mutuamente excluyente de la oración principal y la subordinada en las construcciones con hasta puntual. Esta propuesta, que no excluye las razones aducidas por otros, resulta atractiva. La construcción está compuesta claramente de dos ramas interdependientes y, a la vez, contrapuestas, y las dos negaciones vendrían a ser como dos «balizas» que las delimitan a la vez que marcan su simetría. Sería una muestra más de la iconicidad en la gramática, que se pone de manifiesto en Borrego (2000), a propósito de las construcciones con ni...ni y o...o.

4. EL NO EXPLETIVO CON HASTA EN LOS TEXTOS

Lo que se ha pretendido mostrar en buena parte de este trabajo, ordenando lo que se sabe en torno al no expletivo con hasta, es que este no es ni contradictorio o totalmente inútil desde el punto de vista semántico, ni utilizable a la carta en cualquier contexto. Su aceptación o rechazo desde el punto de vista normativo debe atenerse a lo que es propio de este punto de vista: el uso social que de tal fenómeno se hace. Así lo entienden, por ejemplo, Gómez Torrego (2002: 711), cuando tacha su empleo de «frecuente» y encontrable «en documentos de nivel culto», o el DPD cuando lo considera «arraigado». Ninguna de las dos fuentes indica los datos concretos en que se basa tal afirmación, así que vamos a terminar el artículo aportando algunos. Se trata de una mera aproximación, bastante imprecisa por el momento, que convendría refinar en el futuro.

Como fuente primaria de datos hemos utilizado una vez más el CORPES XXI. Se han llevado a cabo varias búsquedas:

a) En la primera se han pedido las secuencias con la combinación hasta que no precedida, a una distancia de no más de 5 palabras, del adverbio no, tratando de determinar así, aunque sea de manera grosera, que el predicado principal vaya negado. El resultado es que cabría pensar que el no es expletivo en el 9,78 % de los casos. Teniendo que cuenta que este no podría no ir pegado a la conjunción, hemos contemplado la posibilidad de que esté situado hasta cinco palabras después. Los resultados se colocan entonces en el 13,33 %. Si tenemos en cuenta el porcentaje solo para España, sube hasta el 16,35 %. Se alegará, con toda razón, que muchos de los casos registrados pueden no corresponder a la construcción que se busca. Luego volveremos sobre esto.

b) Como se recordará, la construcción con infinitivo (hasta no + inf.) se ha considerado más propia del valor durativo que del puntual (véase 2.3.b), que es el que aquí se busca. Los datos del CORPES parecen confirmarlo: una búsqueda semejante a la descrita en a), pero sin que y con el no siguiendo de forma inmediata al hasta, da un porcentaje de casos del 0,76 %, de los que el 0,36 % corresponden a España.

c) Con el fin de refinar más los resultados, se ha realizado un tercer tipo de búsqueda. Le hemos pedido al programa que nos dé todas las secuencias en que hasta que vaya precedido de no en un intervalo de 5 palabras. Para que los datos obtenidos no fueran excesivos, se ha acotado la búsqueda a España, a la lengua escrita y a cinco años, situados en la zona central del corpus: 2005-2009. El resultado arroja 683 registros, que han sido analizados manualmente uno por uno, lo cual significa que todos los casos de no expletivo son reales. Han sumado, en total, 102 sobre 533 posibles4, es decir, un 19,14 %.

Es evidente, pues, que Gómez Torrego tiene razón cuando señala que el fenómeno ha llegado a los textos del nivel culto. ¿Podemos considerar, como él, que es «bastante frecuente» o, como el DPD, que es un uso «arraigado»? Pues todo depende de qué se entienda por bastante y por arraigado. Dice Emilio Ridruejo en su magnífica lección sobre la norma: «Sea cual sea el criterio elegido para seleccionar una variedad de la lengua, su registro por escrito funciona como un instrumento decisivo. Solo se escribe aquello que se considera correcto» (Ridruejo, 2014: 37); si esto es así, que el fenómeno que estudiamos se escriba casi una de cada cinco veces en que hay ocasión de hacerlo, le otorga una parcelita respetable de frecuencia, de arraigo y de corrección.

El corpus utilizado permite llegar todavía un poco más lejos. Arriba señalábamos (2.3.c) que la anteposición de la subordinada parece un contexto que favorece notablemente la aparición del no expletivo. Para tratar de confirmar la intuición con algún dato concreto, hemos recurrido de nuevo al CORPES XXI con los siguientes parámetros: España, lengua escrita, años 2005-2009. Lo más difícil era fijar el contexto. Para obtenerlo, al menos de manera aproximada, le hemos pedido que busque los casos en que hasta siga de forma inmediata a un punto. Hemos analizado uno por uno los 390 registros obtenidos, para filtrar los que cumplieran las condiciones: subordinada antepuesta y principal negada, es decir, ejemplos del tipo Hasta que no oigo los pasos del repartidor que se va, no abro la puerta; Hasta que se examinó este fenómeno en el contexto de la seguridad, no había explicación. Los resultados son sorprendentes: de los 42 casos posibles, 27, es decir, el 64,3 % muestran el no expletivo. Pero es que además a estos ejemplos habría que añadirles otros 11 en que aparece negación expletiva sin que haya negación sintáctica –y sí solo pragmática– en la principal5. De modo que no parece nada temerario sospechar un fuerte vínculo entre negación expletiva por un lado y anteposición de la subordinada y negación pragmática de la principal por otro.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN

Se ha señalado con frecuencia que las oraciones de hasta constituyen un contexto muy propicio para la aparición de una negación llamada de diversas maneras (expletiva es el nombre más técnico), y de la que con frecuencia se ha dado a entender que es, como mínimo, innecesaria y antieconómica, cuando no contradictoria. En este trabajo se han procurado repasar sus características, para llegar a la conclusión de que:

1. No puede colocarse a voluntad: su aparición está sometida a restricciones muy estrictas: oración principal negada bien sintáctica, bien pragmáticamente; predicado, tanto en A como en B, de naturaleza télica o interpretable como tal. En este contexto la construcción adquiere un significado que ha sido llamado «puntual»: hasta indica el arranque de un evento que hasta entonces no se ha producido. Si la construcción tiene un sentido «durativo», es decir, indica que el evento de A tiene lugar pero que cesa antes del punto que hasta señala, el no expletivo no es posible.

2. Tampoco puede suprimirse siempre sin consecuencias: su aparición deshace la ambigüedad de los predicados que pueden adoptar la interpretación puntual o la durativa marcando que es la primera la que debe considerarse. Como herramienta de desambiguación es particularmente útil en contextos de negación pragmática o de negación encubierta, sobre todo si se ayuda de la anteposición.

3. Desde el punto de vista normativo, ha contado con detractores, pero también con defensores, algunos ilustres. Los detractores se basan, en general, en consideraciones de contenido. Los textos académicos no se pronuncian, salvo el DPD, que la admite, aunque con reticencias. No está ausente, ni mucho menos, de los textos cultos escritos, sobre todo en determinados contextos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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1 Escribiría «a absolutamente todas las construcciones con hasta» si no fuera porque Santos Río (2003) habla también de un «uso, muy chocante, del segmento hasta que [que] se da con actos durativos», que equivale a mientras y que es visible en ejemplos como Estaremos aquí hasta que dure la verbena. Añade que este uso no está generalizado.

2 Si lo hiciéramos, señalaríamos, por ejemplo, que el carácter de del no…hasta como exclusor y la idea de tardanza que de él se desprende (quizá una implicatura, técnicamente) es muy sugerente; que el valor irreal o virtual no acabo de verlo, y que el sentido condicional, además de restringirse solo a algunos casos, parece secundario frente a los propios de hasta.

3 Cuando el predicado de A es inequívocamente télico, como en Ana no se irá hasta que María cante el himno sí parece indiferente añadir o no la negación: Ana no se irá hasta que María no cante el himno. Aun así, hay autores que aquí perciben diferencias, como Cépeda, a quien se debe el ejemplo, y que piensa que añadiendo el no se indica que TODO el acto de la oración de hasta ha llegado a su fin cuando tiene lugar la eventualidad de la oración principal, es decir, que María ha terminado de cantar el himno cuando Ana se va (Cépeda, 2018). Si no se añade el no, Ana se iría, en opinión de la autora, cuando María solo ha comenzado la interpretación.

4 Lo cual significa que los 150 registros que faltan hasta los 683 originales no corresponden a la estructura estudiada.

5 Se trata de los marcados en las concordancias resultado de la búsqueda con los números 25, 48, 56, 76, 84, 116, 140, 141, 156, 200, 207.

Estudios lingüísticos en homenaje a Emilio Ridruejo

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