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DEFICIENCIAS LEXICOGRÁFICAS Y ANÁLISIS CONTRASTIVO DEL LÉXICO

Julio CALVO PÉREZ

Universitat de València

A partir del análisis contrastivo del léxico peruano y español (TERCO, Calvo, 2015), algunas de las diferencias que se observan a primera vista entre los dos dialectos solo son tales si las sometemos a la información ofrecida en su día por el DRAE y más tarde por el DLE. En cuanto que se mejora el bagaje lexicográfico peninsular por otros medios (ampliación dialectal, indagación diacrónica, extensión del corpus, etc.), es posible realizar un trabajo contrastivo más estricto; con estos nuevos alcances, se detectan y explicitan mejor las deficiencias e insuficiencias del diccionario académico, pudiendo clasificarse estas con algún criterio en beneficio del perfeccionamiento del mismo. De hecho, esta mejora se viene dando, pues muchas de las ausencias o incoherencias encontradas se han corregido desde la publicación de TERCO, aunque como es habitual –y así lo denuncian muchos lexicógrafos latinoamericanos– la RAE no cita las fuentes en que apoya.

1. INTRODUCCIÓN

En TERCO (2015) planteé la necesidad de contrastar el léxico del castellano peruano y el peninsular, uno de los campos donde más sentido tiene el cotejo interdialectal de la lengua española: el gran volumen del Diccionario de americanismos de la ASALE (2010) nos da una idea de la diversidad léxica de una lengua tan extendida y sometida a tantas influencias como la nuestra, en concreto por el aporte de las lenguas indígenas que han dejado su huella el español peruano y como consecuencia de varios siglos de separación léxica con la Península. Por otra parte, la comparación entre lenguas diferentes lleva a un concepto manido y en su denominación absurdo, el de falso amigo, de modo que por mi parte preferí establecer un nuevo concepto de equiparación, el de término de compromiso, haciendo ver que en los contrastes léxicos, sea cual sea su naturaleza, no hay mayor divergencia entre palabras de significantes alejados como próximos para memorizar y emplear los vocablos y locuciones más propios de cada dialecto en contextos muy concretos. No obstante,

este argumento particular se aplica igualmente a los falsos amigos intralingüísticos que son convivientes, [o] compromisos, elementos que, aunque con dificultades, permiten seguir viviendo orgánicamente en la lengua sin ruptura semántica entre los dialectos involucrados en ella (TERCO, p. 22),

es decir, palabras con el mismo significante o muy parecido que significan distinto, en diversos grados de diferencia, sin que por ello se rompa la unidad del idioma o la estructura semántica general del léxico. Para realizar este diccionario, me serví, en principio, de mi propia experiencia contrastiva y lo difícil que me resultaba pasar por peruano en una conversación normal o por escrito, pese a mis largas temporadas de convivencia con los (sub)dialectos nacionales. Para dar objetividad a todo esto, pero con la infinidad de notas que se toman en veinte años de investigación lingüística en un lugar, me avine a publicarlas haciéndolas pasar por el tamiz de los diccionarios, entre ellos y muy particularmente, el DRAE (ahora DLE).

Este preámbulo sirve únicamente para introducir el tema de mi contribución: las dificultades que acarrea el hecho de cotejar la realidad diversa y cambiante del léxico a partir de las situaciones estáticas que presentan incluso los mejores repertorios léxicos. Particularmente, advertí las muchas carencias y descuidos de nuestro diccionario oficial (DLE, 2014) y las necesidades de corrección continua que exigía la evaluación de las concomitancias y divergencias habidas respecto al Diccionario de peruanismos recién publicado por la Academia Peruana de la Lengua (DiPerú, 2016), en fase de corrección cuando se publicaba el TERCO.

Es una lástima que una obra académica que comenzó con tan buen pie en el período 1726-1739 (Diccionario de Autoridades), que se transformó pronto, en 1780, en un manual para uso común, sin autoridades y que lleva ahora 23 ediciones, haya sido sujeto de descuido hasta situaciones tan caóticas como las declaradas hace años por Calvo (1995) en cuanto al léxico de origen andino. El nuevo estudio, en base a lo recogido en TERCO, va a situar en la picota de nuevo a nuestro diccionario académico.

2. DESARROLLO

Los aspectos que se han tenido en cuenta a la hora de comparar el léxico común peruano y el peninsular en TERCO han sido muchos. Entre ellos, los de las diferencias léxicas que implican sinonimia, paronimia, homofonía y homografía y aquellas derivadas de estas dos últimas: particularización y generalización, espines, metáforas y metonimias (con diferencias por sinécdoque), polisemia, etc. y la estandarización, ampliación o reducción léxica a partir del uso en el contexto americano. Los demás aspectos analizados tienen que ver con las divergencias gramaticales (morfológicas y sintácticas), los cambios referenciales, los registros pragmáticos (eufemismo, etc.), las diferencias de registro social o cultural y cómo no, las que he bautizado como falsos registros debidos a las carencias, insuficiencias y deficiencias metalexicográficas, desajustes definicionales de los que me voy a ocupar en este breve ensayo. Para la casuística del resto de los fenómenos me remito a TERCO (pp. 15-50 y passim).

2.1 Carencias metalexicográficas

Considero que son carencias lexicográficas aquellas en que uno esperaría que el diccionario académico contuviera la entrada con su desarrollo correspondiente, pero que por alguna razón no la contiene (o no la contenía en el momento de la redacción de la obra). Se observa en entradas del TERCO como las siguientes1:

abrefácil. 1. m./adj. ‘Dispositivo metálico o plástico, en el exterior de los envases, con que estos se abren fácilmente con las manos’ / […]. En España se utiliza igual (El uso de las latas de refrescos se generalizó en la década de 1960 gracias a un invento, el abrefácil, y a la incorporación del aluminio en su fabricación) y además nombra al recipiente entero en ciertas construcciones (sardinillas abrefácil), pero el DRAE no lo contempla2.

aprestamiento. 1. m. ‘Desarrollo de habilidades y destrezas que recibe el niño, generalmente previas a la lectoescritura’ / […]. En la Península se ha desarrollado este sustantivo verbal, aunque no lo aporte el DRAE, y cuyo significado es el esperado como delata el ejemplo siguiente: Desde los momentos iniciales de esta etapa de adquisición de la técnica de la escritura, todos los ejercicios tenderán a trabajar con el significado, con unidades significativas. El aprestamiento debe ser un proceso bien planificado, presentado a modo de juego3. Así que, diferencialmente, no se trata de un caso de creación léxica por derivación en el Perú, puesto que la palabra es de uso peninsular también, sino de una carencia lexicográfica que la propia Academia debe valorar.

autor, ra: autor de sus días. 1. loc. sust. ‘Progenitor, padre o madre’ / […]. El DRAE no trae la locución antedicha, pero se conoce igualmente en España. Ejemplo: …y ahora al cabo de no muchos años de aquel fracaso, era mucho más rico que el autor de sus días. Se trata de un circunloquio para no nombrar al padre, el cual puede sufrir alteraciones en el posesivo por razones referenciales obvias como: el autor de mis días, etc.

barbi. 1. adj./f. ‘<Dicho de una mujer> Que tiene rostro y cuerpo de muñeca adulta, con cabello y formas ostentosas’ / f. […]. En España se emplea igualmente esta metáfora cosificadora a partir del hipocorístico (< BÁRBARA), aunque no la traiga el DRAE: Solo hay que ver las pintas de las primeras fotos conocidas de esta señora y compararlas con su transformación en una Barbi del barrio de Salamanca (ejemplo español tomado tal cual, donde sería preferible escribir barbi en minúscula; cf. Calvo, 2007).

chamote. 1. m. ‘Arcilla que se obtiene de fragmentos de cerámica reducidos a polvo’ / chamota - chamote […]. Cualquier ceramista sabe en España lo que es el chamote (o chamota, más usual), independientemente de que no pueda haberlo aprendido en el DRAE. Ejemplos españoles: Ah... se me olvidaba. Sobre la chamota hay ya mucho dicho en el foro, de cómo realizarla / Las formas abiertas (platos y fuentes) son muy difíciles, y hará falta mucha chamote4.

No voy a reproducir todos los casos de carencias lexicográficas halladas en el momento de recopilar el TERCO. Baste con decir que los ejemplos que anteceden son paradigmáticos en cuanto a que sirven para una subcategorización sencilla. Por ejemplo, al igual que está ya incluido el compuesto abrefácil, podría estar también el ausente caficultura5. Las derivaciones obvias no son bien atendidas en el DLE, pues lo mismo que aprestamiento deberíamos tener también atragantamiento, atrasador, cachivachero, rescatable6, ronero, similaridad, etc. y no están. A la locución autor de sus días se le suman otras como oleado y sacramentado a la se le hubiera podido dar una compañera más: cerrar filas, si no fuera porque al fin ya ha sido admitida en el diccionario académico peninsular7. El deónimo barbi busca un compañero sentimental como es pinocho, que no está tampoco en el DLE, pero que tiene significado obvio, por iniciativa del personaje de Carlo Collodi: «Mentiroso, que acostumbra a mentir o que no da importancia al hecho de mentir» (DiPerú); ejemplo español: El fútbol es el gigante que reina rodeado de cortesanos pinochos. Los puristas dirían que el fútbol es el arte de dominar el balón y engañar al feroz contrario (https://tinyurl.com/y7zj8w3c). Sobre los tecnicismos, hay algunos de ellos, como chamota, no incorporados, a falta de diligencia terminológica que nada tiene que ver con la que tuvo en el siglo XVIII el gran lexicógrafo español Esteban de Terreros en su Diccionario (1786-1793).

Las carencias metalexicográficas están a veces minimizadas bajo el pretexto de que la entrada figura también en el DLE, aunque en tales casos falte la acepción de referencia, que sería preciso ingresar. Diríamos que se trata de carencias parciales, especie de artículos incompletos o faltos de acepciones8, como las observadas en:

acartonado, da. 1. adj. ‘<Dicho de una persona> Estirado, poco natural en su figura y comportamiento’ - [Mx, RD, Co, Ve, Ec, Bo, Ch, Ar, Ur, Pe. ‘Persona que se comporta de una manera muy poco natural y espontánea’] / ‘Que tiene el aspecto o la consistencia del cartón’. Una cosa acartonada es aquella que presenta arrugas o excesiva sequedad en su superficie o que simplemente se parece al cartón. Eso se puede aplicar al físico de las personas (de rostro acartonado), aunque figuradamente también al comportamiento, como se ve en las dos acepciones (muy próximas) de la primera parte del artículo doble (peruano y español) del texto. Estas acepciones no han sido registradas en el DLE todavía, aunque hay ejemplos españoles en que la metáfora para lo abstracto se aplica con naturalidad: …conocer cómo todas estas cargas de gustos, aversiones, esquemas, ideologías, modos de ser, ideas de cómo debe de ser la vida, los comportamientos asumidos, nos van convirtiendo en personas acartonadas (https://tinyurl.com/yclldk75).

En casos como este, las carencias parciales del DLE se detectan muy frecuentemente. Las vemos por ejemplo en borrarse (‘Dejar de pertenecer a algo’), florero (con varias acepciones, pero ninguna de ellas la más popular metafóricamente hablando, que falta en todos los inventarios: ‘Persona bella e insustancial que está como de adorno en un lugar’, que se aplica injustamente casi siempre a mujeres, o bien el sustantivo ‘Persona que se sirve de palabrería para persuadir u obtener algo de alguien’, reducido a adjetivo por el DLE), listo (con cinco acepciones, pero ninguna de ellas la que recoge DiPerú, también usual en la Península: ‘interj. <Expresión usada por quien realiza una acción para indicar que algo se ha concluido> Hecho’), oxidarse (‘Quedar <alguien> desactualizado en el ejercicio de algún oficio o profesión’ con ejemplos peninsulares, que denotan que la acepción debería darse también en el DRAE: Las matemáticas me asustan porque estoy oxidado, pero habría que ver el nivel de dificultad que tienen, con inclusión de una nueva acepción en el DLE después de la publicación de TERCO), etc.

2.2 Insuficiencias metalexicográficas

La carencia, respecto al DLE, implica inexistencia total o parcial de un artículo en la obra, como he dicho. En un segundo supuesto, menos grave, podría hablarse, sin ir tan lejos, de simples insuficiencias lexicográficas, de modo que calificaríamos solo de insuficientes ciertos aportes incompletos que hace la RAE al caso que nos ocupe. Por ejemplo, fulbito es tomado por argentinismo y fulbito de mano (‘futbolín’) por peruanismo. Para el Perú, fulbito (o fubsal) es también ‘Deporte variante del fútbol, en que participan dos equipos de seis jugadores cada uno, con arcos y cancha más pequeños, y que se juega generalmente en piso de cemento’. Es lo que equivale a fútbol sala en el estándar español, pero también a fulbito o futbito como voz popular y coloquial respectivamente.

Cosa semejante podemos ver en acordonar, donde el DRAE ya había perdido la acepción natural ‘Ceñir o sujetar con un cordón’, de modo que es incapaz de reconocer la acepción peruana ‘Cerrar los alrededores de determinada zona con cintas de seguridad’, siendo apenas recuperable por medio de un evanescente «etc.» en el DLE: ‘Incomunicar por medio de un cordón de tropas, de puestos de vigilancia, etc.’.

En ciertos contornos nos damos cuenta de una insuficiencia sistemática del DLE, la que tiene que ver con oficios y género gramatical. Compárese DiPerú con las acepciones españolas: adobero, ra. 1. m. y f. ‘Persona que tiene como oficio fabricar adobes’ / adobera. f. ‘Molde para hacer adobes’, ‘Lugar donde se hacen adobes’ (tomado como otros muchos ejemplos del TERCO). Habríamos de preguntarnos: ¿si aceptamos que alcaldesa es «5. f. coloq. p. us. Mujer del alcalde», ¿cómo debería llamarse al esposo (o esposa) de la alcaldesa? Si un diccionario debe sugerir usos también y no solo recogerlos, basta con fijarse en la siguiente acepción del DLE: «2. m. y f. Consorte del marqués o de la marquesa» (bajo la entrada marqués, sa). En este sentido es bueno que la Academia corrija o complete la información; así, de la definición insuficiente «Utensilio para enseñar a andar a los niños» (s. v. andador) se ha pasado a reconocer últimamente que también los ancianos o los cojos pueden usar el aparato de referencia con la misma propiedad y utilidad.

A veces la falta toma visos categoriales, como vimos en florero y en listo, o ahora en puro, que el DLE no acepta como adverbio, aunque de hecho lo es en España tanto como en el Perú: Esa película de puro mala es cachondísima (siendo correcto en el uso: Lo hizo de puro tonta, e incorrecto: ?Lo hizo de pura tonta, como se lee incluso en algún blog elemental de reglas gramaticales españolas: https://tinyurl.com/ya2so7uu).

Solo por lo que toca a aparentes diferencias con lo que ocurre en el Perú, TERCO recoge al menos un centenar de insuficiencias lexicográficas, del tipo de las analizadas u otras por el estilo. Un simple listado nos lleva a: andancia, ardiente, barriada, cafetalero, campana (En España es campana extractora, según la Academia, aunque los dos ejemplos que siguen permiten avalar la duplicidad: La actual gama de campanas extractoras posee una estética coordinada con el resto de los electrodomésticos de la cocina y las más altas prestaciones, pero Te ofrecemos una amplia gama de campanas que combinan con el diseño de tu cocina. Disponemos de campanas de pared y colgantes de diferentes estilos [España]), cuadrado (respecto a ‘Referido a persona, gorda, que no tiene figura o curvas’), escarabajo (el DLE no acoge la diferencia, real también en España, ‘Coche de cierta forma’), interiorizado, lance ([amoroso] ‘Aventura intrascendente, generalmente de carácter amoroso’), maría (= ‘mariguana’9), y tantas otras voces fronteras entre la mera carencia parcial o la simple insuficiencia léxicográfica.

En cambio, tenemos también sobreabundancias léxicas. Por ejemplo, cancelar. ‘2. tr. Pagar o saldar una deuda’ remite a acepción culta o menos frecuente en España, ya que donde la voz es verdaderamente estándar es en el Perú: ¿Cómo y cuándo puedo cancelar la reserva de un restaurante?, se dice por ejemplo (frente al español peninsular que prefiere anular). Es lo mismo que pasa con arribar, liso, luego de, ubicarse, etc., que –algunas en ciertas acepciones o empleos– son simplemente voces usuales en el país latinoamericano.

2.3 Deficiencias metalexicográficas

Un tercer apartado de fenómenos metalexicográficos, que no impiden, pero sí dificultan el trabajo contrastivo entre dialectos de una misma lengua, es el que he recogido bajo el rótulo de deficiencias metalexicográficas, tomando técnicamente deficiencia como error o falta menor que la carencia o la insuficiencia. Veamos algún caso:

mocoso, sa. ‘Persona que está en la niñez o pubertad’ / ‘Que tiene las narices llenas de mocos’, ‘< Dicho de un mozo> Poco experimentado o advertido’. A partir de estas diferencias la verdad es que a quienes convivimos a caballo entre los dos dialectos, peruano y peninsular, mocoso nos suena desde el principio a lo mismo: a quien tiene mocos y a quien tiene poca edad, que es cuando usualmente el líquido nasal aflora con mayor frecuencia. Este ejemplo español lo revalidaría: –¿Te rindes, mocoso? –Miguel se incorporó de golpe y empujó a Rubén. Otra cosa es que los diccionarios no definan mocoso adecuadamente, por lo que para evitar errores se ha introducido la palabra en DiPerú, un diccionario estrictamente diferencial por otra parte. En efecto, un jovenzuelo, muy experimentado o advertido, lleno de picardías e incluso de arrogancia y todos cuantos sustantivos y adjetivos se nos ocurra añadir en esta línea, puede ser tildado de «mocoso». Otro ejemplo, español: Aquellas mocosas hicieron prender con sus acusaciones a ciento cincuenta personas (tras auscultarlas en el ojo izquierdo), las cuales fueron juzgadas: veintitrés de ellas fueron ahorcadas en Salazar… Es decir, que mocoso es simplemente también un adolescente o un mozo, no necesariamente solo el joven inexperto, empleado peyorativamente. Otros ejemplos que encontramos en TERCO son: antro, cuyas dos definiciones difieren, aunque parecen totalmente sinónimas (‘Local de mala reputación donde se practica algún vicio’ ) (DiPerú) / ‘Local, establecimiento, vivienda, etc., de mal aspecto o reputación’ (DLE)10), fenómeno que se da igualmente en apechugar (Apropiarse, tomar para sí’ / ‘Cargar con las consecuencias negativas de algo’), badulaquear (‘Comportarse como un bellaco’ / ‘Portarse como un necio’), bajial (‘Bajío <en las provincias litorales>, lugar bajo que se inunda en el invierno’) / ‘Bajío <como terreno bajo>, lugar inundable por las lluvias y crecidas de los ríos’), bombillo (‘Trampa, rejilla de desagüe’ / ‘Aparato con sifón para evitar la subida del mal olor en las bajadas de aguas fecales’), capear (‘Jugar con el toro para darle castigo y finalmente muerte’ / ‘Hacer suertes con la capa al toro o al novillo’), castañero, ra (‘Persona que cultiva y vende castañas’ / ‘Persona que vende castañas’), chupetón ( ‘Hematoma que queda en la piel, generalmente en el cuello, causada por la succión de los labios’ / ‘Acción y efecto de chupar con fuerza’), gallito ( ‘Agresivo, que busca pelea sin motivo alguno’ / ‘Hombre presuntuoso o jactancioso’), hacienda (‘Finca agrícola y ganadera’ / ‘Finca agrícola’), huero (‘<Dicho de un huevo> Podrido’ / ‘Vano, vacío y sin sustancia’ y otras muchas palabras peninsulares y americanas que llevan a sutilidades diferenciales o diferencias de concreción, difíciles de evaluar en ciertos casos, como sucede con cachaza (‘Aguardiente de jugo caña de azúcar destilada’ / ‘Aguardiente de melaza de caña’), encomendero ( ‘Terrateniente, dueño de campos cultivables a quien se ha otorgado una encomienda’ / ‘Hombre que por concesión de autoridad competente tenía indios encomendados’), peliculero ( ‘Que llama o busca llamar la atención’/‘Fantasioso, que se deja llevar de la imaginación’), recibo (‘Comprobante de pago de la adquisición de un producto o la prestación de un servicio’/‘Escrito o resguardo firmado en que se declara haber recibido dinero u otra cosa’), trono (‘Váter’/‘Taza del váter’), tupé (‘Jactancia’/‘Atrevimiento, desfachatez’), etc.

Otro tipo de deficiencia, más próxima a la carencia parcial o insuficiencia, según se mire, es la que se encuentra en la voz pacotillero. Obsérvese que existe en el DLE, pero no en la acepción recogida por el DA:

pacotillero, ra. 2. adj./m. y f. [Pe, Bo:O, Ch. ‘Persona que realiza algo sin esmero o de manera descuidada’] / […]. || Aparentemente, esta palabra no existe en España, pero sí (ser algo) de pacotilla ‘De inferior calidad, o estar hecho sin esmero’, lo que nos sitúa en la misma isotopía, aunque sin el desarrollo latinoamericano como adjetivo derivado. O al menos eso es lo que parece si nos atenemos al DLE, aunque como siempre la realidad lingüística va por delante de las Academias. Ejemplo español: Lo peor es que vas y encima sale con el rollo ese de los progres tan típico del liberalismo pacotillero y demagógico a la carta de algunos medios que tú tanto debes escuchar.

Un tercer tipo nos viene de ejemplos en que la deficiencia es intrínseca, al margen de su valor contrastivo. Así, es norma básica de la lexicografía avanzada y ha sido denunciado por expertos en lexicografía (como Porto Dapena, 2002: § 3.1.2) e investigadores en ciencias sociales (como Bunge, 1999: 91) que una definición en que el definiendum está contenido en el definiens es de por sí deficiente (circular, tautológica, ilógica…). Es el caso de la entrada palo, definida en el DLE no solo como ‘Pieza de madera u otro material, mucho más larga que gruesa, generalmente cilíndrica y fácil de manejar’, sino también como ‘Palo de madera u otro material que se utiliza como mango’. Véase que en esta segunda acepción [palo] es definido mediante ]palo[, donde el nivel lógico metalingüístico del abierto (o definidor) se hace coincidir grave e ilógicamente con el lingüístico cerrado (o definido), como ya denunció el lógico polaco Tarski para resolver la paradoja. Entonces, ¿cómo encajar la nueva acepción de palo debida al Perú y a otros muchos países latinoamericanos [en Mx, Gu, Ho, ES, Ni, CR, Pa, RD, PR, Co, Ve] como ‘Árbol de tronco exento’ o bien la explícita metáfora sexual para el pene [En Perú, lo mismo que en ES, Ni, Bo:C,O; Ho, Cu, Ch, Ar, Ur]? La dificultad estriba en que se llama palo al tronco en Latinoamérica, mientras que en España o se trata de una rama recta, desgajada y sobre todo seca, o bien de una pieza artificial, tallada para alguna utilidad, como el palo de la escoba que mejor hubiera sido definido como ‘Mango largo de madera u otro material para agarrar un utensilio’ o simplemente como ‘Mango de la escoba’, dada la colocación (el) palo de (la) escoba11. Esto hubiera simplificado el cotejo con solo añadir al conjunto definicional que se trata de la clásica polisemia, resuelta en las dos acepciones latinoamericanas como dos simples acepciones más en un proceso frecuente de ampliación del significado.

Un caso de grave deficiencia es aquel en que se esperaría, por tratarse de un diccionario general como es el DLE, de una diferencia por homonimia, que a veces no se da. Esto sucede cuando se acumulan en una sola entrada no indexada palabras de procedencia etimológica dispar (como en tortillera1 / tortillera2, en que el DLE no distingue como étimos entre lat. vulg. TŌRTA y lat. TŎRTA)12, tipo de casos a los que no me referiré aquí, aunque en alguno de ellos afecta directamente al Perú como en patero en sus acepciones ‘Que entabla amistades con facilidad’ < PATA ‘amigo íntimo’ < lat. PACTA ‘las cosas pactadas’, en el Perú / ‘Que caza patos salvajes’ < PATO), en general.

Un ejemplo final, que tiene que ver con toda la polémica observada sobre el supuesto machismo del DLE es este, en que al parecer el resultado es el contrario, motivado sin duda por la infrecuencia de que una mujer maneje / conduzca un camión: camionera. 1. f. ‘Mujer de aspecto o comportamiento rudos’ - [Pe, Ch. ‘Lesbiana con modales y apariencia masculinos’] / ‘Mujer que conduce un camión’ Comentario: Un camionero en España no solo es quien conduce un camión, sino una persona ruda o de modales violentos, aunque el DLE no lo recoja: ¿Se puede saber porque a él no le riñes y a mí sí? Es una duda que me corroe, suponiendo que mi hermano de seis años habla como un camionero. Por tanto, la diferencia solo estriba en la buena o mala dedicación del lexicógrafo. En todo caso, la palabra es vejatoria para este oficio, y lo es más aplicada a mujeres, por nombrar un oficio que es una labor circunstancial para ellas. Ello es así, aunque se objete con este ejemplo real: ¿Él le dijo camionera? No veo nada de machismo en eso: esta mujer hizo un escándalo, faltó el respeto a todo el pueblo peruano al comportarse como una bestia en medio del discurso presidencial (TERCO).

Quizá sean ineludibles las deficiencias en los diccionarios. No deben insertarse palabras o alguna de sus acepciones en la nomenclatura hasta que estas no estén consolidadas, pero mientras tanto la carencia está ahí. Es el caso de amarillo, voz que designa el apoyo político de la prensa o de los sindicatos al poder en uno de sus sentidos y que no se ha incluido hasta hace poco en el artículo correspondiente del DLE. La exigencia de la realidad, que se impone sin paliativos, así como posiblemente la denuncia de TERCO, han permitido en este caso mejorar el DLE. Lo mismo ha sucedido con amueblado, chequera, conteo, filetear, incursión, interiorizar, luminaria (= ‘lumbrera’), pagos (‘Lugar o región’. U. m. en pl.), etc. Que haya sido en buena hora.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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TERREROS Y PANDO, Esteban (1786-1793): Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes […], 4 vols., Madrid: Viuda de Ibarra (los tres primeros: 1786-1788) y Benito Cano (el cuarto: 1793).

1 Los artículos de TERCO constan del lema (que pondré en negrita), la categorización y la definición en DiPerú (1916) o, eventualmente, en el DA (entre corchetes). A ello sigue una barra (/) a cuya derecha se inscriben las definiciones del DLE, o similares, en caso de que existan. Si no existen o bien quedan en parte podadas, se recurre a nuevos corchetes con puntos suspensivos en su interior: […]. Después, el artículo contiene las explicaciones oportunas sobre el conjunto antedicho, los ejemplos pertinentes (a veces) y la subcategorización semántica en base al método contrastivo. A los efectos de este trabajo, se añadirán los aspectos que se consideren oportunos para completar la información, pero se mantendrá siempre el orden trazado en las definiciones anteriores / posteriores a la barra indicadora. La comilla simple (‘…’) se utilizará para registrar el significado (o sentido) del lema y será sustituida por las comillas latinas («…») cuando haga referencia a citas literales.

2 En algunos casos, como este, el DLE ya ha incorporado la entrada: «1. m. Sistema que facilita la apertura de envases herméticos».

3 En María L. Regueiro Rodríguez: Lecto-escritura, cuanto antes mejor. Madrid, UCM, p. 9. En https://tinyurl.com/y9ecn8an. Para evitar citas incómodas, prescindiré de las referencias de los ejemplos en aquellos casos en que la competencia habitual de los hablantes no creamos que deba ponerse a prueba.

4 Voz de género ambiguo: se emplea indistintamente como masculino o femenino: Según la cantidad que se agregue y su tamaño, el chamote aporta a las piezas cierta textura áspera o rugosa, que igualmente se trasmite a los barnices.

5 «caficultura. 1. f. ‘Técnica del cultivo del café’ - [Lo mismo en Gu, Ho, ES, Ni, CR, RD, Co, Ve, Ec, Bo; PR] / (Col., El Salv., Guat., Nic., P. Rico y Ven. ‘Cultivo del café’), […]. Es americanismo en el DRAE, aunque no se menciona al Perú. En todo caso, uno puede hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo se llamará en España al cultivo del café? Pues, sin duda, del mismo modo; ej.: La caficultura no puede ser ajena a los requerimientos del mercado. La carencia es del diccionario, no de los hablantes. La prueba indirecta está en que el DRAE trae caficultor» (TERCO, s.v. correspondiente).

6 «La palabra no está en el DRAE, pero hay ejemplos que denuncian esa carencia; un portavoz de un partido político en el gobierno ha dicho: La fuerza de España hace que no sea un país rescatable. Sí, eso se dijo y nunca se pudo saber si España fue un país rescatado o no…» (cita reproducida en julio de 2012 en diversas páginas de Internet).

7 Tampoco está saludo a la bandera: «saludo: saludo a la bandera. 1. loc. sust. ‘Acto que resulta inútil o puramente simbólico’ / […]. No hay en la Península (e Islas, sin duda) una locución en estas palabras: El soldado saluda a la bandera el día de la jura, por ejemplo, es literal [y no tiene alcance lexicográfico]. Pero sí hay una locución sinónima: brindis al sol…» (TERCO, s.v.), la cual no aparecía, incomprensiblemente, en el DRAE, aunque ya se ha incorporado al DLE.

8 Evidentemente, faltos de acepciones netas, porque tampoco se trata de acumular infinitesimalmente sentidos a los sentidos dados en el artículo léxico. No obstante, el conocimiento contrastivo interdialectal del español, en sus múltiples dialectos, debe ser una pauta para fragmentar el continuo de la realidad como convenga.

9 Que maría equivale en España a ‘marihuana’ lo demuestra también el ejemplo español siguiente: Las razones que los responsables de estas páginas apuntan cuando se trata de justificar la irrupción de Barcelona como ese supuesto mejor lugar del planeta para fumar maría son variadas.

10 Siempre en el orden advertido de latinoamericanismo/voz peninsular.

11 Sirva igualmente para cotejo la diferencia entre bandera como adjetivo directo transformado o la locución de bandera, sinónimos al efecto, aunque el DLE no lo explicite en su caso. Ejemplo: Productos bandera como el café, los espárragos, la maca, el pisco y la lúcuma alcanzaron en exportaciones los US$ 708,07 millones (Perú). Pero sucede que en el Perú se dan las dos formas, al igual que en España: Fue reconocido producto de bandera en abril de 2013 (Perú) / Nuestro producto bandera es la naranja y todas sus variedades (España).

12 La distinción es entre los étimos (1): < lat. vulg. TŌRTA < lat. TŌRTA [PANIS] ‘pan redondo’ < gr. τώρτίδιον, contracción de τò άρτίδιον ‘panecillo’, dim. de ἄρτος ‘pan, torta’ (de donde ha derivado tortilla, como ‘alimento hecho con huevo cuajado’ y tortillera1) y (2) < lat. TŎRTA < torquēre para ‘tortera, tortillera’, es decir, ‘lesbiana’). Véase DEPP (2015) y DCECH (1980-1991), en sus entradas correspondientes. En concreto el DEPP asegura: «La palabra tortillera apostamos a que viene del francés entortillée ‘retorcida’ (< fr. ENTORTILLER < lat. TORTILIĀRE < TORTĬLIS, ‘torcido’ < TŎRTUS < TORQUĒRE, part. pdo.), que luego tendría como atractor tortillera2 en España, pero no referido a una torta pequeña, como en cocina, sino a algo tuerto o torcido (< lat. TŎRTA, y no < lat. TŌRTA). Esta explicación se refuerza con el hecho de que el amor lésbico se considera un amor torcido [por la forma física de amarse entre mujeres homosexuales], o desviado [moralmente además] de lo natural. De modo que guárdense ustedes de asociar hacer tortas con practicar el sexo entre mujeres y las formas o fórmulas que se adopten en ello» (p. 679).

Estudios lingüísticos en homenaje a Emilio Ridruejo

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