Читать книгу En sintonía con tu ciclo femenino - Алиса Витти - Страница 33

Gracias a las mujeres que fueron pioneras, las jóvenes de hoy creen que pueden ser lo que se propongan: presidentas de una nación, astronautas, directoras ejecutivas de una empresa tecnológica..., la lista sigue. Todo lo que puede hacer un hombre, nosotras también lo hacemos, y además con el periodo. Hemos demostrado claramente que podemos hacer cualquier cosa. Solo que a mí me gustaría que las mujeres hicieran lo que quieren hacer, sin tener que incurrir en actos innecesarios que perjudican su salud. Me encantaría que tuvieran un contexto en el que se sintieran respaldadas. No me malinterpretes, está muy bien trabajar duro para conseguir algo. Pero si pudiéramos incorporar, desde el principio, las lecciones que muchas hemos aprendido demasiado tarde, ¿no valdría la pena ese compromiso? Las mujeres nos hemos creído de todo corazón que para triunfar hay que sufrir; asimismo, se nos ha condicionado para que pensemos que estamos destinadas a soportar dolor físico, debido a nuestra bioquímica. Es un pensamiento sádico. Ha llegado la hora de darnos cuenta de que no hemos de sufrir enfermedades físicas, ni dejar que se deteriore nuestra salud, nuestras relaciones o nuestro bienestar mental en la persecución del éxito.

De la misma manera que suprimes algunas tareas de tu agenda, también te interesaría readaptar tu concepto del éxito y de la productividad. ¿Es la productividad lo mismo que el éxito? Si para ascender en la empresa o lograr una meta has de renunciar a todo lo que amas, ¿sales ganando realmente? Si tu incesante persecución de objetivos te hace enfermar –estrés crónico, trastornos intestinales o hipertensión–, ¿puedes considerarlo un logro? Si estás abrumada por la ansiedad o la preocupación de tener que estar esforzándote continuamente, ¿vale realmente la pena? ¿Qué es lo que, de verdad, tratas de conseguir, qué vacío estás intentando llenar en esta búsqueda interminable?

En el budismo, existe el concepto del fantasma hambriento. Para mí es como una especie de agujero negro interior que jamás puede ser llenado. En nuestra cultura, las personas persiguen una meta tras otra, o compran cosas a cual más llamativa, pero se sienten cada vez más vacías. En el imprescindible libro de Alain Botton Ansiedad por el estatus, el autor describe esta consecución incesante de tener más como una necesidad de amor. No importa cuánto consiga o posea la gente, seguirá queriendo más. Se compran su primer apartamento, pero seguirán anhelando la gran casa con jardín. Reciben un ascenso en su trabajo, pero ya están planificando su próximo cambio profesional. Adelgazan cinco kilos, pero se sentirán mal por no haber perdido diez. Probablemente conozcas muchas mujeres así; incluso tú podrías ser una de ellas. Ánimo. Hay una forma mejor.