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LA EXTENSIÓN INDUSTRIAL

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Señalemos que, tras la Segunda Guerra Mundial, estos términos empezarían a ser aplicados al mundo comercial y empresarial. Hasta entonces, las industrias habían trabajado en el perfeccionamiento y la planificación de los procesos de producción; esta fue la obra de Frederick W. Taylor y de Henry Ford, en Estados Unidos. Pero tras la guerra interviene un nuevo factor, la estrategia empresarial, cuyas primeras formulaciones fueron propuestas por la llamada teoría de juegos, ideada por los matemáticos John von Neumann y Oskar Morgenstern. Esta establece que, sea cual sea el conflicto, hay siempre un margen de interés común, y, a partir del cálculo de ese margen, se evita, cuando menos, el riesgo de destrucción mutua y, cuando más, se maximizan los beneficios de ambos concurrentes.

Esto coincide con las conclusiones de los teóricos de la estrategia militar, que establecen que toda estrategia, que ya vimos que era conveniente mantener en secreto, debe darse a conocer en la batalla, en su traducción a los términos de la táctica. Siempre hay un interés, por elemental que sea, en dar a conocer las intenciones propias al adversario a partir de la idea de que las amenazas, las conminaciones, son una forma de comunicación. No nos pronunciamos aquí sobre la posibilidad de extraer de esta necesidad algún tipo de pacifismo que parta de una teoría de la comunicación y de las esperanzas de una neutralidad posible. En este sentido, Thomas S. Schelling, otro de los grandes desarrolladores de la teoría de juegos, sostiene la idea de que incluso la disuasión puede ser una vía de paz: «la disuasión pone en juego la influencia ejercida sobre la otra parte a través de la apreciación que así se ve obligado a hacer sobre las consecuencias de su propio comportamiento futuro. El objeto mismo de la disuasión es demostrar a esa otra parte que nuestro propio comportamiento estará determinado por el suyo».17 Entendemos entonces la paradoja de la disuasión: se presenta con fines pacíficos, cuando es, de hecho, una amenaza que implica un acopio de fuerza.

No todo es política en la orientación lacaniana

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