Читать книгу Ley general de Derecho internacional privado de la República Oriental del Uruguay 19.920, de 17 de noviembre de 2020 - Asociación de Escribanos del Uruguay - Страница 59
El reconocimiento de lo uno y de lo múltiple
ОглавлениеEn sexto lugar, habría que realizar un esfuerzo para que lo uno haga lugar a lo múltiple. Como hoy día «las reglas de Derecho parecen surgir por todos lados, en cualquier momento y en todo sentido», debe propiciarse un pluralismo cooperativo ordenado entre esas redes descentralizadas y los Estados nacionales, como lo ha propiciado Mireille Delmas-Marty180 El pluralismo reenvía a la consideración de otros órdenes jurídicos distintos de los Estados nacionales, a un concepto de juridicidad ampliado donde la complejidad revela un entrelazamiento de órdenes jurídicos y no sólo una coexistencia, lo cual permite rechazar «la apología de lo homogéneo».181
Parece necesario dar entrada al concepto de complejidad para entender la nueva realidad como medio para interpretar lo múltiple heterogéneo en numerosos sentidos. Edgar Morin se interrogaba qué es la complejidad, y respondía: «A primera vista, la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la complejidad es efectivamente el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de la inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre… De allí la necesidad para el conocimiento, de poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar. […] Tales operaciones necesarias para la inteligibilidad corren el riesgo de producir ceguera si se eliminan a los otros caracteres de lo complejo y, efectivamente, como ya lo he indicado, nos han vuelto ciegos».182