Читать книгу Retos del mercado financiero digital - Belén Andrés Segovia - Страница 15
I. INTRODUCCIÓN
ОглавлениеEn 1950 Alan Turing definía las condiciones que debía cumplir una máquina para poder considerarla inteligente, pero fue realmente en 1956 cuando John McCarthy acuñó el término «inteligencia artificial» (IA) para referirse a máquinas que ejecutasen tareas características de la inteligencia humana, resolviesen problemas y lograsen objetivos de una forma similar a como lo hacían las personas.
Aunque las investigaciones en IA continuaron durante la década de 1970 y parte de la de 1980, pocos actores querían invertir su dinero en una tecnología que no estaba ofreciendo resultados tangibles. Fue en 1996, una vez que el ordenador Deep Blue de IBM se impuso en una partida de ajedrez al entonces campeón del mundo Kaspárov, cuando se comenzó a constatar que la IA ofrecía posibilidades de aplicación práctica. Ya en 2012 se empezó a hablar de deep learning al crear Google, un sistema capaz de identificar gatos en imágenes, y en 2015 AlphaGo se convirtió en la primera máquina en ganar a un jugador profesional del juego chino Go.
Precisamente el mayor conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro adquirido en los últimos años, junto con los avances en microelectrónica, el aumento de la potencia de computación, así como la posibilidad de acceder a grandes cantidades de datos y la conexión ubicua entre sistemas, han posibilitado los grandes avances en IA que se están dando actualmente. Esto ha motivado que la IA sea uno de los términos más utilizados en la actualidad, hasta generar la impresión de que un sistema que no haga uso de la IA en alguna de sus variantes (machine learning, deep learning…) no pueda considerarse un sistema relevante.
De este modo, lo primero que llama la atención es que cuando hablamos de inteligencia artificial1 nos estamos refiriendo a una tecnología vintage. Es una tecnología podríamos decir que “vieja”, puesto que sus fundamentos se sitúan en la década de 1950. Siendo esto así, ¿por qué tiene tanto auge hoy? Hay cuatro factores que desde el año 2007 han propiciado el esplendor actual.
En primer lugar, contamos con un hardware cada vez más económico, desde los portátiles hasta los smartphones. Recuerdo que cuando en el año 2007 se presentaba el iPhone hice una retrospectiva vital. Yo antes de dedicarme al Derecho aprendí a programar muy joven. Así, con 11 años, en el año 1992 fundé una empresa fabricante de software –empresa que sigue viva–, y en el año 1996 fuimos uno de los primeros proveedores de Internet en España, un ISP. Pues bien, todos los servidores que entonces necesitábamos para dar servicio de Internet –esto es, para el alojamiento de páginas web, el correo electrónico, los sistemas para autentificar las llamadas por el modem…–, las torres de los servidores pesaban unos 25 kilos cada una, y, en cambio, en el año 2008 todos los servicios se podían incrustar en un teléfono móvil, lo cual es un salto de calado y el iPhone es el motor de muchas innovaciones disruptivas, desde la economía de plataformas hasta los asistentes personales que utilizan IA.
En segundo lugar, hay que citar a las redes mundiales de comunicación y conectividad masiva, con Internet a la cabeza.
En tercer lugar, el almacenamiento de datos basado en la nube y las formidables capacidades de procesamiento que ofrece el big data.
Finalmente, las tecnologías digitales emergentes como, por ejemplo, robótica e inteligencia artificial (IA), Internet de las Cosas (IoT) o blockchain.