Читать книгу Déspotas, tiranos y otros hijos de puta - Benjamín Troyse - Страница 17

El nombre real de Vlad III fue Vladislaus Draculea —«Hijo de Dracul», y dracul, a su vez, significa «dragón» o «demonio, diablo»—. Fue más conocido por su apodo, Tepes —«empalador»—, ganado por su costumbre de ensartar a sus víctimas en estacas puntiagudas que las atravesaban poco a poco por efecto del peso, y que las hacía morir lenta y dolorosamente. Se estima que mató de esta manera a cerca de cien mil personas.

Cuentan que disfrutaba al oír los gritos de sus víctimas y verlas agonizar mientras asistía a sus banquetes. Llegó a sofocar una rebelión con la amenaza de que los cuerpos de los conspiradores servirían de alimento a los cangrejos y que, a su vez, esos cangrejos serían dados como alimento a sus familias. Además, forzó a las viudas a comer los cuerpos asados de sus maridos y a los campesinos a hacer de caníbales con sus hijos. A pesar de ello, en Rumanía es considerado como un héroe nacional que defendió a su país contra los intentos de conquista de los turcos y el Imperio otomano.

Cayó en desgracia frente al rey de Hungría, quien lo apresó y encerró varios años en la cárcel, en donde mataba pájaros y pequeños animales. Fue liberado y apoyado para recuperar el trono, el cual se encontraba ocupado por su hermano Radu el Hermoso, quien había establecido una alianza con Turquía. En la batalla murió a manos de los boyardos, grupo que había sido víctima de su crueldad. Al morir, su cabeza fue llevada a Constantinopla, donde el sultán la exhibió para constatar que el terrible empalador finalmente había muerto.