Читать книгу Amarillo - Blanca Alexander - Страница 10

*** —Le dirás a padre lo que pasó.

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En el pasillo principal del colegio, cerca de la puerta de entrada, Sebastián mantenía la cabeza gacha junto a Marcus.

—¿Cuándo te he delatado con padre?

—Gracias por defenderme.

—Escúchame bien, enano. —Marcus adoptó un tono comprensivo antes de levantar la quijada de su hermano para mirarlo a los ojos—. En ninguna circunstancia dejaré que alguien te lastime. No me importa si eres inocente o culpable, eres mi hermano y eso nada va a cambiarlo. ¿Me escuchaste bien? Nada.

Sebastián esbozó una sonrisa.

—Voy a regresar a los vestidores para buscar mis cosas. Espérame en la entrada del colegio, Kike debe estar por llegar.

Mientras Sebastián se dirigía hacia la salida, Dan, saliendo de un pasillo cercano, lo detuvo con gesto ansioso.

—¡Abre el pergamino para saber de qué se trata!

—Pensé que te habías ido.

—No sin antes ver qué contiene.

Sebastián miró a su alrededor con desconfianza, varios alumnos conversaban y caminaban en los alrededores.

—Los pasillos son muy transitados, Filipo podría aparecer en cualquier momento… ¡Ya se dónde podemos abrirlo! ¡Sígueme!

Caminaron con rapidez hacia uno de sus lugares favoritos, la biblioteca, donde solían pasar horas leyendo. El menor de los hermanos Tyles se inclinaba por los libros de historia y ciencias, mientras que su mejor amigo prefería las historias de fantasía y las leyendas.

La biblioteca era un amplio salón de techo abovedado y piso de piedra, el mobiliario estaba conformado por altos estantes, escaleras rodantes y mesas de madera que se extendía por toda la estancia. En la entrada estaba Lu, un anciano bibliotecario con gran habilidad para dormir en posición erguida.

El bibliotecario roncaba cuando los chicos llegaron. Sin hacer ruido se dirigieron a la mesa del fondo, el lugar estaba desierto. Sebastián sacó el papel de su saco, lo desdobló sin demora y observó un plano del Palacio del Reloj, donde se detallaba la existencia de un compartimiento subterráneo bajo el museo. Algunos segundos después, sobre el pergamino apareció un mensaje:

Amarillo

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