Читать книгу Amarillo - Blanca Alexander - Страница 17
*** Marcus lanzaba piedras hacia un pequeño lago en medio del bosque. Cerca de allí, su familia tenía una cabaña. Su caballo marrón con crines negras aguardaba atado a un árbol, mientras él arrojaba las piedras cada vez más lejos. Deseaba regresar algunas horas atrás, cuando su mayor preocupación era que estaba enamorado de una novicia por orden, una jovencita escogida directamente por el máximo representante de la iglesia de Nirvenia, el Abba, para que consagrara su vida al servicio de Dios, al cual llamaban el Santo. La renuncia no era una opción para ella o sus compañeras de orden, la única forma de liberarse de la obligación era a través de un mandato del Abba, quien también decidía la forma de castigo que se aplicaba a las desertoras.
ОглавлениеLiliana Reiss era el nombre de la muchacha que ocupaba el corazón del joven más codiciado de Zuneve. Se habían conocido hacía cuatro meses, mientras Marcus cazaba con Cruz y Marky durante una tarde de brillante sol. Portaban rifles de un solo tiro y trajes de caza que cubrían sus cuerpos, a excepción del rostro. En cierto momento, decidieron separarse para aumentar las posibilidades de encontrar el ciervo que se había escapado varias veces.
Marcus subió una pequeña colina con el arma en posición de ataque, un grupo de pájaros amarillos se elevó del suelo al sentir su presencia. Los miró alejarse y, de repente, escuchó que alguien lloraba, así que siguió el sonido, pues sin duda provenía de una mujer. Sentada en el suelo entre los árboles vio a una chica de abundante cabello castaño rizado. Profusas lágrimas brotaban de sus grandes ojos marrones, llevaba un largo y sencillo vestido rosa pálido de mangas cortas. Marcus se acercó y descubrió un pájaro amarillo muerto junto a ella.
—¿Lloras por el ave?
La joven secó sus lágrimas y se puso de pie con un salto.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Marcus, mi familia tiene una cabaña muy cerca de aquí y a veces vengo a cazar con mis amigos.
—Siento estar en tu territorio, es solo que…
La miró con una sonrisa en sus labios.
—Puedes pasear por aquí las veces que quieras.
—Gracias.
La chica tenía una voz dulce, Marcus no dejaba de observarla con ternura.
—Y para responder a tu primera pregunta, no, no lloro por el pájaro, sino porque mi vida se ha arruinado. —La irritación que demostraba no restaba delicadeza a sus gestos.
—Puedo escucharte si quieres, tal vez eso te haga bien. ¿Cómo te llamas?
—Liliana…
Marcus puso el rifle a un lado para sentarse en el suelo. Ella lo miró extrañada, pero accedió a contarle el motivo de su angustia. De esta forma, no solo descubrió que había sido escogida como novicia por orden y en unas semanas debía partir hacia la abadía a empezar sus estudios, también supo lo mucho que le dolía dejar a su abuelo solo, su único pariente, ya que había quedado huérfana de niña. Mientras la escuchaba con atención, no dejaba de mirarla.
El relato de la joven fue interrumpido por el sonido de un disparo distante que la asustó.
—Son mis amigos, no te preocupes.
—Está bien… Debo irme, la noche caerá pronto. —Se levantó para alejarse en dirección contraria a la que Marcus había tomado para llegar hasta allí—. Gracias por escucharme.
—¿Puedo volver a verte mañana?
Ella asintió con la cabeza antes de sonreír con timidez.
—Mañana después del mediodía te esperaré aquí. Por favor, no faltes.
De esta forma iniciaron un romance a escondidas basado en encuentros furtivos en medio del bosque. Después de varios días, sellaron el primer beso y, con él, el fuerte sentimiento que los unía.
Aquella tarde, Liliana descendió de forma apresurada del lomo de un caballo grisáceo con manchas negras. La joven vestía una capa azul que cubría la túnica blanca que la identificaba como novicia de la abadía. Una vez con los pies en el suelo, corrió hacia Marcus y lo abrazó llena de euforia.
—Pensé que no vendrías.
Le dio un beso breve.
—¿Crees que faltaría al único momento de la semana en que puedo verte?
Marcus rodeó su cintura con el brazo izquierdo, mientras usaba la mano derecha para tomar el rostro de la chica. Acarició con el pulgar su piel y recorrió de forma frenética sus facciones, como si temiera perderse algún detalle.
—No quiero que sea solo un momento a la semana, te quiero en mi vida todos los días. Cuando cumpla la mayoría de edad podré hacerle la petición al Abba en persona, serás mi esposa.
Ella se separó lentamente, una ráfaga de aflicción invadió sus ojos.
—He escuchado que el Abba rechazó con anterioridad peticiones de hombres muy importantes, tengo miedo de que no escuche la tuya. No me imagino continuando de esta manera toda mi vida.
—¡Eso no ocurrirá! —Tomó sus manos—. Serás mi esposa y estaremos juntos el resto de nuestras vidas.
Liliana lo abrazó con fuerza.
—Todos los días rezo al Santo para que así sea.
Una brisa repentina arropó el lugar, los caballos se inquietaron.
—Creo que lloverá, debemos irnos.
Liliana miró hacia el cielo, se nublaba con lentitud.
—Te escoltaré hasta las cercanías de la abadía.
—No iré a la abadía, debo regresar al templo de Río Dulce, en pleno corazón de la ciudad, donde todos te conocen. No puedo aceptar que me acompañes, sería muy imprudente de nuestra parte.
—Está bien, tienes razón… ¿Qué harás allí?
—Un grupo de novicias fue designado para ayudar al banamara de Río Dulce a preparar todo para la llegada del Abba. Ha elegido el templo de la ciudad para dar un sermón este séptimo día.
—No he escuchado nada al respecto.
—La decisión la tomó hace muy poco, se dice que ha tenido revelaciones sobre Zuneve y quiere compartirlas con sus habitantes.
—¿Revelaciones? Eso será interesante.
—No te burles. Lo creas o no, el Abba es el único hombre que puede comunicarse con el Santo, su función en la tierra es comunicarnos sus designios, por eso es venerado y respetado en Nirvenia.
—Lili, el Abba es respetado, y sobre todo temido, porque es dueño de casi toda Nirvenia. Cualquier cosa que ocurre, cuenta con su permiso. Su función no es comunicar los designios de un dios (si es que existe alguno), sino actuar como uno.
Liliana miró a Marcus con rechazo.
—Sabes muy bien que las tierras antiguas perecieron porque desobedecieron al Abba de aquellos tiempos y creyeron que podían vivir sin ayuda del Santo, esas naciones fueron destruidas por sus rebeliones. Nirvenia ha gozado de bienestar durante tantos siglos porque el mundo entendió que necesita seguir al hombre enviado por el Santo. —Respiró profundo antes de adoptar un tono conciliador—. No quiero caer en la misma discusión. Soy muy feliz de verte y tengo fe en que estaremos juntos algún día.
Marcus decidió ahogar los argumentos que tenía en contra bajo el inmenso mar de sus sentimientos.
—Estoy seguro de que estaremos juntos. Si tengo que cambiar el mundo para lograrlo, lo haré. No sé cómo, pero lo haré, lo prometo.
—Te amo, Marcus.
Se besaron bajo la lluvia que empezaba a caer.