Читать книгу Amarillo - Blanca Alexander - Страница 16
Tu mundo perecerá si no lo haces, debes ser fuerte y valiente para salvarlo… Mi presencia será constante cuando estés en el Palacio del Reloj.
Оглавление—¿Qué? ¡Espera, no te vayas! Espera… ¿Estás allí?
No recibió respuesta. Decepcionado, guardó el pergamino en su mochila otra vez y salió de la habitación para bajar a merendar, aunque su mente no dejaba de formular preguntas: “¿Por qué encontré ese mensaje? ¿Por qué permití que Dan me convenciera de seguirlo? ¿Por qué yo?”. Dejó de rezongar al llegar al pie de la escalera, pues vio que su madre se despedía de Román Busti. El hombre lucía atribulado, así que ella lo abrazó antes de que se fuera.
—¡Madre! Ese señor es el hermano del yerno del presidente, Román Busti, ¿verdad?
Diora asintió con la cabeza.
—¿Qué quería? Se ve muy mal.
La mujer respiró profundo.
—Su esposa e hijo están desaparecidos desde ayer. Algunos hombres de seguridad del presidente los buscan, pero dice que no es suficiente y se puede hacer más. Vino a pedirle ayuda a tu padre para que refuerce la búsqueda, así que ahora se dirige hacia la alcazaba central para entrevistarse con él… Me preguntó por qué no salió la noticia en la prensa, pero no supe qué decirle; la verdad es que lo ignoro.
—Acude a mi padre porque es la única persona, además del presidente, con la autoridad para dar esa orden… Eso quiere decir que Aurelio Buenas Casas se ha negado a darla, es decir, que quiere evitar cualquier escándalo antes del baile de independencia. No sería conveniente que los representantes del reino, que se encuentran en este momento en la ciudad, se vayan con una mala impresión de nuestro sistema de seguridad ni que se sientan vulnerables en nuestro territorio. Hay muchos intereses de por medio. No veremos esa noticia en la prensa mientras estén en la ciudad.
Diora se acercó a él, sorprendida por su capacidad de deducción, y lo abrazó con gesto triste.
—No te preocupes, madre, no diré eso frente a un adulto. —Sebastián presionó un lado de su rostro contra el pecho de Diora—. Sé que en este mundo en que vivimos no es prudente decir lo que pienso, no se admiten cuestionamientos.
—Te contaré un secreto.
Sebastián se separó levemente de su madre y la miró expectante, todavía rodeaba su cintura con los brazos.
—¿Cuál?
—Las personas con tu valentía, inteligencia y corazón tienen el poder para cambiar al mundo, aunque me aterra decírtelo. No pongas en menos lo que eres o sabes solo porque la mayoría no está de acuerdo, guárdalo y úsalo cuando sea el momento. —Sus ojos se pusieron vidriosos.
Sebastián estrechó a su madre con más fuerza. Salvar al mundo, cambiar al mundo, ser fuerte o sabio, confiar… palabras y expresiones que provenían de fuentes diferentes, pero que se complementaban y convencían al muchacho de acudir al Palacio del Reloj.