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Episodio 3 Los planos (orden jurídico)

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«¡Oh Perses! Retén esto en tu espíritu: acoge el espíritu de justicia y rechaza la violencia, pues el Cronión ha impuesto esta ley a los hombres. Ha permitido a los peces, a los animales feroces y a las aves de rapiña devorarse entre sí, porque carecen de justicia; pero ha dado a los hombres la justicia, que es la mejor de las cosas. Si en el ágora quiere hablar con equidad alguno, Zeus, que mira a lo lejos lo colma de riquezas; pero si miente perjurando, es castigado irremediablemente: su posteridad se oscurece y acaba por extinguirse, en tanto que la posteridad del hombre justo se ilustra en el porvenir, cada vez más».

Hesíodo (siglo VII a. C.) Los trabajos y los días

«El Mundo entero estaba lejos, era atractivo y enigmático, pero muy peligroso y hostil para nosotros: no quieren a los judíos porque son perspicaces, astutos y sobresalientes pero también escandalosos y jactanciosos. No les gusta lo que hacemos aquí, en Eretz Israel, porque nos envidian hasta un trozo de tierra cenagosa, pedregosa y desértica. Allí, en el mundo, todas las paredes estaban cubiertas de frases difamatorias, “Judío, vete a Palestina”, y nos fuimos a Palestina, y ahora el mundo nos grita “Judío, sal de Palestina”».

Amos Oz Una Historia de amor y oscuridad (2002).

«... me di cuenta de que una de las razones, la razón principal por la que quería tener hijos no era por ser madre yo, sino por hacerle a él abuelo y a mi abuelo bisabuelo. Por continuar con un linaje...».

Ana Iris Simón. Feria (2020)

SUMARIO: EN NOMBRE DE DIOS. Los mandatos divinos, por escrito. El derecho pone los pies en la Tierra. POR ORDEN DE NUESTROS ANTEPASADOS. PRESERVAR LA PAZ SOCIAL: UNA CUESTIÓN DE EQUILIBRIO.

En las primeras comunidades humanas el orden social venía impuesto por las circunstancias. En la época de los cazadores recolectores, la prioridad era la supervivencia del grupo y por ello instintivamente los individuos que lo componían se sometían, o al más fuerte de la tribu, o al miembro que estuviera en relación con las fuerzas sobrenaturales, el hechicero o chamán, que aún hoy las tribus indias de Norteamérica denominan «hombre medicina» (medicine man), porque entre sus funciones está la de curar las enfermedades, que consideran más averías del alma que del cuerpo. Estas sociedades primigenias creen que las fuerzas de la naturaleza se imponen al hombre. Los inuit del Ártico –los antiguos esquimales– piensan, por ejemplo, que el hombre está sometido a los seres-espíritu y a los animales porque entienden que poseen alma. De ahí que en su vida cotidiana procuren evitar toda actuación que pueda enojarlos, ya que de ellos depende su supervivencia. En sentido parecido, los navajos creen que el orden social pasa por el respeto de los cuatro elementos sagrados que sostienen la vida: el aire, la luz-fuego, el agua y la tierra, junto a la veneración de las seis montañas sagradas de la Nación navaja. Asimismo, entienden que los animales y la vida vegetal tienen derecho a existir libremente, con arreglo a sus propias leyes, porque no son inferiores al hombre sino que, como él, forman parte del entorno natural de la creación.

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