Читать книгу Gente de tango - Carlos Federico Torres - Страница 13

Оглавление

109. Expósito, Homero Aldo

Uno de los más importantes poetas del tango, perteneciente a la emblemática generación del cuarenta, había nacido en Campana, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, el 5 de noviembre de 1918. Era seis años mayor que su hermano Virgilio, pianista y compositor con el que luego compartiera la autoría de una importante cantidad de temas.

Desde su niñez, ya radicado en la ciudad de Zárate, al mismo tiempo que avanzaba en sus estudios siempre ayudaba a su padre en la confitería que éste poseía en aquella ciudad vecina a la de su nacimiento, colaboración que sólo finalizó cuando el negocio fue vendido en 1945, lo que le permitió a partir de ese año radicarse definitivamente en Buenos Aires.

Luego de cursar el secundario en el Colegio San José de la ciudad de Zárate, comenzó sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, por lo que frecuentemente hacía el trayecto en tren entre ambas ciudades.

Dos años llevaba en la Facultad, cuando la enfermedad de su padre lo obligó a permanecer durante más tiempo en Zárate, para hacerse cargo de la confitería, abandonando, transitoriamente, sus estudios universitarios.

Ya estaba decidido a terminar su inconclusa carrera universitaria, pero otro motivo, su ya intensa actividad como letrista de tango, lo alejó definitivamente de la Universidad.

Corría entonces el año 1941 y de su reciente relación con Domingo Federico surge el primer tango producto de la inspiración del que luego sería un importante binomio: Yo soy el tango, que en ese mismo año grabaran las orquestas de Miguel Caló y Aníbal Troilo, con las voces de Alberto Podestá y Francisco Florentino, respectivamente.

También de ese año son los versos de la milonga El naranjerito, cuya música pertenece a Héctor Varela y Alberto Nery, en la que fuese su única colaboración con el luego llamado As del tango.

Esta milonga fue grabada casi de inmediato por la orquesta de Lucio Demare con su vocalista Juan Carlos Miranda, el primero de los cantores que lo acompañara en sus grabaciones para el sello Odeon.

En los años siguientes, la producción de Homero Expósito es sencillamente excepcional. Fue el período en el que se generó el primer aluvión de grandes temas de este poeta.

Así, de 1942, escribió la letra de Al compás del corazón, también conocido como Late un corazón, al que puede considerarse el primer éxito del binomio que conformó con Domingo Federico.

Este tango fue grabado en ese mismo año por las orquestas de Miguel Caló con la voz de Raúl Berón, y por la de Carlos Di Sarli con Alberto Podestá, además de Hugo del Carril, quien lo hizo con glosas pertenecientes a Julián Centeya.

También de 1942 son Libre, Tristezas de la calle Corrientes, Pedacito de cielo, Azabache, Dos fracasos y Pueblito de provincia, mientras que al año siguiente corresponden Percal, Farol, A bailar, Mi cantar, Pobre negra, Todo y Solo y triste como ayer, la mayoría de ellos incorporada a los repertorios de las orquestas tanto de Aníbal Troilo como de Miguel Caló y más adelante, a los desprendimientos de ellas: la orquesta dirigida por Astor Piazzolla que formara Francisco Florentino para su acompañamiento en lo que refiere a la primera y las agrupaciones de Osmar Maderna, Domingo Federico y Francini–Pontier en relación con la que dirigía Caló. En el caso particular de Libre, cuya fina música pertenece al pianista Emilio Barbato, integrante de la orquesta de Osvaldo Fresedo, la grabación correspondió precisamente a esta orquesta con la voz del mendocino Oscar Serpa.

A su vez, Solo y triste como ayer es un tango que lleva música de Alberto Soifer, pianista y director que lo grabó con la orquesta que dirigía y la voz del cantor Roberto Quiroga en enero de 1943.

Del año 1944, son tres temas insoslayables en cualquier reseña que se haga de esa década brillante: Trenzas, Naranjo en flor y Yuyo verde, los tres en cierto modo de factura muy similar entre sí.

En efecto, se trata de variantes de una misma raíz temática, lo que permite considerarlos como un texto continuado y homogéneo, en el que campea un clima de nostalgias y romanticismo.

En estos tangos, explica el investigador Juan Sasturain en el tomo 19 de La Historia del Tango, editada por la editorial El Corregidor, «existen en forma recurrente elementos convergentes que actúan como ejes ordenadores: el amor adolescente, la juventud asociada a la plenitud de la vida, la culpa irreparable y la confrontación entre el pasado y el presente dolorosamente atado a esa culpa».

También, agrega el aludido estudioso, «juegan en ese clima común los elementos descriptivos y el empleo de metáforas, tan habituales en la obra de Expósito».

Los tres fueron objeto de innumerables grabaciones desde el mismo momento de su producción. En el caso particular de Yuyo verde, Domingo Federico, compositor de la melodía, lo registró para el sello rca Victor con la voz de Carlos Vidal, el día 12 de septiembre de 1944, en la que fuera la tercera de las grabaciones al frente de su orquesta, cuando se desvinculó de Miguel Caló.

De ese año y similar contenido, aunque en este caso en ritmo de vals, es Tu casa ya no está, con música de su hermano Virgilio, que Osvaldo Pugliese grabó con Roberto Chanel el día 20 de julio de ese mismo año.

Los dos años siguientes fueron también particularmente productivos para Homero. En efecto, en 1945 y 1946, escribió las letras de la milonga Bien criolla y bien porteña y el vals Flor de lino, ambos objeto de innumerables registros discográficos, y los tangos Oro falso —grabado por Francisco Florentino con Astor Piazzolla— , Margo —llevado al disco por Miguel Caló con la voz de Raúl Iriarte el 15 de noviembre de 1945, y por Francini y Pontier, cantando Alberto Podestá el 29 de enero de 1946—, El milagro —grabado por esta orquesta y este mismo cantor el 4 de septiembre de este mismo año— y Qué me van a hablar de amor, todos con música de Armando Pontier, siendo quizás este último el tema más popular —aunque de ningún modo el mejor— de su producción, popularidad obtenida a partir de impecables versiones de Miguel Caló con Roberto Arrieta y de Aníbal Troilo con la voz de Floreal Ruiz en el mismo año en el que fue compuesto, y de Julio Sosa, ya cuando cantaba acompañado por la orquesta de Leopoldo Federico.

En realidad, aclaraba Expósito, la letra de Qué me van a hablar de amor había sido escrita en 1937, cuando sólo tenía 19 años, pero la melodía de Héctor Stamponi data del año a cuya producción estamos refiriéndonos.

También en 1946, con música de Argentino Galván, escribió la dramática letra de Cafetín, en el que en una línea idéntica a la de La violeta, cuyos versos escribiera Nicolás Olivari sobre música de Cátulo Castillo, Homero describe el drama del inmigrante: desarraigo, nostalgia y frustración, en el contexto de la postguerra que signaba a esa época. De este tema, existe una única pero definitiva versión de Osvaldo Pugliese con la voz de Alberto Morán.

En 1947, produjo los versos de dos tangos de enorme jerarquía, aunque su aceptación popular no fue paralela a esa calidad: Óyeme, con música de Enrique Mario Francini, en el que las metáforas adquieren ribetes de excepción, y Pigmalión, con música de Astor Piazzolla, en el que el poeta toma también metafóricamente la tragedia del mitológico escultor griego que se enamora de figura que ha creado.

Precisamente, Piazzolla al frente de la orquesta típica que conducía en 1947, la misma que el año anterior acompañara a Francisco Florentino, grabó este tema para el sello Odeon, contando en la ocasión con la voz del cantor Héctor Insúa.

Óyeme a su vez fue grabado por la orquesta que codirigían Francini y Pontier con la voz de Roberto Rufino, el 8 de julio de 1947.

Luego, escribió la letra del hermoso vals Pequeña, con música de Osmar Maderna, quien lo grabó con su orquesta y la voz de Héctor De Rosas el 21 de julio de 1948.

Desde 1946, integró la Comisión Directiva de sadaic y cuando ocupaba la tesorería de la entidad en 1950, razones políticas lo indujeron a renunciar, embarcándose con destino a Barcelona en 1951.

Luego de permanecer dos años en España y tres en París, donde trabajó como copista de la Ópera de esa ciudad, en 1955 regresó a Buenos Aires, retomando activamente su tarea de poeta del tango.

Así, entre 1955 y 1957, la producción de Homero se amplió con otros títulos de significativa importancia: Sexto piso —con música de Raúl Nievas Blanco y cuya letra en realidad Homero ya había escrito cuando aún estaba en Europa—, Afiches, Siempre París, Maquillaje —con música de su hermano Virgilio—, el abolerado Quedémonos aquí y Te llaman malevo. Estos dos últimos, con música de Héctor Stamponi y de Aníbal Troilo, respectivamente tuvieron inmediata y amplia difusión, el primero a partir del registro que realizara José Basso con Floreal Ruiz, mientras que Te llaman malevo fue reconocido por el público como consecuencia de la impecable versión que el propio Troilo hizo con la voz de Ángel Cárdenas para el sello Odeon, éxito que Pichuco repitió a mediados de los sesenta cuando lo grabara, ya nuevamente en el sello rca Victor, entonces cantando Tito Reyes.

En cambio, la apreciación generalizada acerca de la calidad de los cuatro primeros temas mencionados llegó recién después varios años de haber sido producidos.

En el caso de Maquillaje, cuya música pertenece a su hermano Virgilio, Jorge Vidal lo grabó para el sello Odeon el 4 de marzo de 1958 acompañado por la orquesta dirigida por Héctor Stamponi; en tanto que Astor Piazzolla lo hizo con Héctor De Rosas algunos años más tarde; pero el tema sólo alcanzó la difusión que merecía cuando Roberto Goyeneche lo registró para rca Victor, acompañado por la orquesta de Atilio Stampone. Más recientemente, el tema forma parte del repertorio de la cantante Adriana Varela.

Lo mismo ocurrió con Afiches, con música de Atilio Stampone, al que la versión del Polaco con el acompañamiento de la orquesta de este director realizada varios años después de su fecha de origen, permitió al fin su reconocimiento masivo.

Siempre París, en cambio, nunca alcanzó la difusión de los anteriores, siendo grabado sólo por Astor Piazzolla con la voz de Jorge Sobral. Sexto piso, por su parte, tuvo que esperar hasta 1971 para que fuese registrado por un intérprete del género, en este caso Susana Rinaldi, quien lo llevó al disco para su inclusión en un long play editado por el sello Trova, acompañada por orquesta dirigida por Julián Plaza.

También de mediados de los cincuenta son el vals Absurdo, con música de Virgilio, grabado por Edmundo Rivero en los años setenta y por el octeto Carlos Rondó, con la voz de Pedro Etulain, en los noventa, y la finalización del tango Fangal, obra inconclusa de Enrique Santos Discépolo, cuya letra y música fue entonces concluida por Homero con su hermano Virgilio, en 1956.

En la producción de Expósito, se registra también un sentido homenaje a Pichuco, el tango Ese muchacho Troilo, con música de Enrique Mario Francini, grabado por Goyeneche con la orquesta dirigida por el binomio Baffa–Berlingieri el 17 de mayo de 1967.

Hacia el año 1957, junto con Virgilio, produjeron canciones para Billy Cafaro, por entonces ídolo de la incipiente nueva ola, actividad que por supuesto nada aportó a los pergaminos de Homero ni a los de su hermano.

Luego de esta tarea ajena al género que había abrazado desde sus inicios, la producción de sus versos se interrumpió durante una década completa, entre 1957 y 1967, etapa de su vida que dedicó a la actividad gastronómica, abriendo sucesivos establecimientos en Zárate, Buenos Aires y Punta Mogotes.

Al retomar la producción de poesías para el tango, en 1971 escribió la letra de Usura, con música no demasiado atractiva compuesta por un poco conocido Freyre, que fuera grabado por Miguel Montero en su etapa de solista, acompañado por la orquesta dirigida por Ángel Domínguez en julio de 1972.

También de esta etapa es Humano, con música de Eladia Blázquez quien lo grabó con la orquesta de Raúl Garello y Chau… no va más, con música de Virgilio, grabado por el Polaco nuevamente con la orquesta de Atilio Stampone.

Otros temas de menor difusión que los mencionados a lo largo de esta reseña fueron Esta noche estoy de tangos, Letra de tango y Pobre piba, este último también con música de Virgilio, cuya letra relata una historia similar a la de Estercita pero en una línea irónica y farsesca.

La calidad del tema hubiese merecido mucha mayor difusión, la que se limitó sólo a interpretaciones de la orquesta de Aníbal Troilo con Raúl Berón en los bailes de carnaval en el club River Plate en el año 1950.

Más desapercibido aun quedó Polos, escrito aproximadamente en la misma época que el tema anteriormente mencionado.

El fallecimiento de Homero Expósito se produjo el 23 de septiembre de 1987, próximo a cumplir sesenta y nueve años de edad.

Gente de tango

Подняться наверх