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115. Federico, Leopoldo

Bandoneonista, director, arreglador y compositor nacido en Buenos Aires el 12 de enero de 1927.

Iniciado por uno de sus tíos en el tango, el que resultara un importante personaje en el desarrollo artístico del futuro músico, induciéndolo a escuchar las distintas orquestas y reconocer sus estilos. Así fue como Leopoldo se inclinó rápidamente por la modalidad interpretativa de Pedro Laurenz, mientras perfeccionaba sus propios conocimientos del instrumento.

Su debut profesional se produjo siendo aún un adolescente, en el año 1944, cuando se incorporó a la orquesta de Di Adamo y Flores en las noches del cabaret Ta–Ba–Rís.

En ese mismo año, estuvo en la formación de Juan Carlos Cobián y en 1946 integró brevemente la de Alfredo Gobbi, la que por entonces no había comenzado su labor discográfica, para incorporarse luego a la de Osmar Maderna, con quien estuvo durante el año y medio transcurrido desde los inicios de esta orquesta —a mediados de 1946— hasta fines de 1947.

Participó, de esta manera, de las primeras grabaciones que la flamante agrupación realizara para el sello rca Victor en Buenos Aires, luego de los cuatro registros que inicialmente hiciera para el sello Sondor en el Uruguay, cuando Federico aún no la integraba.

Por entonces, los cantores eran Luis Tolosa y Orlando Verri, al comienzo, y Pedro Dátila en reemplazo de Tolosa, poco después.

Desvinculado de Maderna, Federico formó parte de la orquesta con la que Emilio Balcarce acompañaba al cantor Alberto Marino y ya en 1949, de la formación de Osvaldo Manzi integrada, además, por Antonio Rossi, en violín, y los cantores Roberto Ray y Oscar Larroca, con la que actuó en el café Marzotto.

A fines de la década del cuarenta, Leopoldo, quien ya gozaba de un sólido prestigio, prosiguió su carrera en las orquestas de Víctor D’ Amario, Héctor Stamponi, Miguel Caló, Lucio Demare, Mariano Mores, Florindo Sassone y Carlos Di Sarli, para desde 1950 a 1952, desempeñarse como primer bandoneón de la orquesta de Horacio Salgán, en el que fuera uno de los grandes hitos de su trayectoria.

En 1953, cuando recién tenía nueve años de actuación profesional, dirigió por primera vez su propia agrupación junto con el talentoso pianista Atilio Stampone, presentándose en el local del Tibidado y en radio Belgrano.

Después actuó un tiempo en la orquesta de Héctor Artola, con quien se presentó en radio El Mundo, para producirse posteriormente su incorporación al revolucionario octeto Buenos Aires dirigido por Astor Piazzolla, en el que permaneció desde 1955 a 1957.

Simultáneamente a su pertenencia al octeto Buenos Aires, en 1956 formó parte de la agrupación que bajo la dirección del pianista Atilio Stampone grabó dos discos de 78 rpm, en el que se incluyeron los temas Responso, El chupete, Melancólico, Danzarín y El recodo.

El primer violín de esta formación era Enrique Mario Francini y también integraban esta fila Mauricio Misé y Nito Farace, mientras que el violoncello estaba a cargo de Víctor Marchetto.

En ese mismo año, se incorporó a la orquesta que bajo la dirección de Carlos García acompañó al cantor Héctor Pacheco en la realización de grabaciones para el sello Odeon, formando parte de una agrupación en la que también estaban, entre otros, Tito Bissio (acordeón), Aldo Nicolini (contrabajo), Panchito Cao (clarinete); Elvino Vardaro, Leo Lipesker y Hugo Baralis (violines) y Horacio Malvicino (guitarra).

A fines de ese año, integró un exitoso dúo con el guitarrista Roberto Grela, asociación que se prolongó durante seis años.

En 1957, también formó parte del conjunto Los Notables del Tango, otra recordada agrupación de los primeros años de la renovación del género.

Todas estas actividades son consideradas por muchos como una brillante culminación de la etapa previa a la conformación de su propia orquesta como único conductor, hito en su carrera profesional que se concretó en el mes de octubre de 1957. Con ella, comenzó dando marco musical a los cantores Roberto Rufino, Hugo Marcel y Elsa Rivas, a la vez que dirigía la orquesta estable de radio Belgrano.

Es digno de destacar que esta orquesta se ha mantenido hasta nuestros días, alcanzando al momento de escribir estas líneas cincuenta y seis años de vigencia durante los cuales el director ha sabido mantener un grupo de músicos de primera línea cohesionados en un mismo sentimiento musical. Horacio Salas ha señalado que «esta orquesta ha significado para Leopoldo el medio más importante de desarrollo y expresión de sus ideas musicales».

La formación tuvo permanente continuidad en sus actuaciones hasta alrededor del año 1995, interrumpiéndolas en ese año cuando se produjo el cierre de Casablanca, el local en el barrio de San Telmo en el que se presentaba frecuentemente.

De todos modos, la orquesta nunca fue disuelta, continuando su actividad aunque a partir de entonces en forma periódica. Así, como se recordará luego en esta reseña, realizó un par de viajes a Japón y, en 2005, en ocasión de cumplirse el septuagésimo aniversario de la muerte de Gardel, actuó en Montevideo en un gran festival organizado en homenaje al insigne cantor.

Retornando a las primeras etapas de su orquesta, cabe recordar que a poco de haberla fundado se incorporó a la formación de Mariano Mores. Este acontecimiento, producido a mediados de 1959, mermó transitoriamente la actividad de su joven agrupación, por lo que a comienzos del año siguiente, decidió desvincularse de la formación del compositor de Taquito militar a fin de concentrar nuevamente su actividad al frente de su propia orquesta.

Comenzó entonces con ella a acompañar a Julio Sosa, quien se transformaría en la máxima estrella del tango hasta su trágica desaparición en noviembre de 1964. Asumió también la creación de los arreglos musicales de las interpretaciones del celebrado cantor, muchas de las cuales son aún hoy objeto de permanente difusión.

Los casi cinco años de actuación conjunta de Sosa y Federico constituyen sin dudas uno de los hechos más relevantes de esa etapa tan difícil de la historia de la música ciudadana. Esta magnífica conjunción entre cantor y marco musical dejó grabados sesenta y dos temas para el sello musical Columbia, publicados en discos de ese momento, a los que cabe agregar dos más que fueron editados en un disco compacto recién a mediados del año 2008.

Realizaron, además, inolvidables ciclos en radio Belgrano y animaron innumerables veladas danzantes en clubes de barrio, en las que a pedido del público, invariablemente debían repetir muchas de las interpretaciones que habían realizado en la radio.

Los dos temas inéditos dados a conocer en 2008 fueron el vals Como todas, de Américo Chiriff y José Antonio Trelles, registrado el 5 de junio de 1961, y el tango Levanta la frente, llevado al disco el 17 de abril de 1962, que no es la versión registrada al año siguiente e incluida en el disco larga duración publicado bajo el título Con permiso, soy el tango.

Entre los conocidos a través de los discos long play editados a poco de sus grabaciones, se recuerdan algunos clásicos de Gardel y Le Pera como Soledad y Volvió una noche, a los que las orquestaciones de Federico dieron especiales matices, o letras primigenias del género como Ivette, escrita por Pascual Contursi en los inicios del tango canción.

Fueron recreados además exitosos temas de los años cuarenta, como Nada, el tango de José Dames y Horacio Sanguinetti que veinte años antes llevara al disco la orquesta de Miguel Caló con el cantor Raúl Iriarte, y En esta tarde gris, de Mariano Mores y José María Contursi.

Nuevas composiciones de esos primeros años de los sesenta, como la milonga Cuando era mía mi vieja, de Pascual Mamone y Juan B. Tiggi, y El último café, el tango con el que Héctor Stamponi y Cátulo Castillo ganaran el Festival de la Canción del año 1963, fueron otros de los registros de este inolvidable rubro.

Destellos, de Canaro y Caruso; Lloró como una mujer, de José María Aguilar y Celedonio Flores, y Secreto, de Enrique Santos Discépolo, fueron otras versiones emblemáticas de la que sería la etapa final en la vida de este cantor.

En algunos casos, Sosa agregó recitados sobre la música que ejecutaba la orquesta de Federico. Se recuerdan así sus introducciones al canto de los tangos Madame Ivonne y María, y el recitado completo del poema Porque canto así, sobre una impecable versión de La comparsita.

Federico se encontraba grabando al frente de su orquesta un disco larga duración para el sello cbs integrado por doce temas instrumentales, cuando se produjo el accidente y posterior muerte Julio Sosa. La orquesta llevaba en ese momento grabados diez de esos temas, faltando completarlo con A media luz y Porque para culminar su contenido. Entonces, y tal como lo explica el propio director en la nota incluida en la tapa con la que ese larga duración fue editado, los músicos debieron sobreponerse al inmenso dolor que les provocó la desaparición del ídolo, para realizar pocos días después esas dos grabaciones faltantes.

Las últimas grabaciones de la orquesta de Leopoldo acompañando a Sosa se concretaron el 18 de noviembre de 1964, es decir sólo seis días antes del accidente que provocaría la muerte del Varón del tango. Ellas fueron Milonga del 900, una de las célebres producciones en este ritmo de Sebastián Piana y Homero Manzi, y el tango Siga el corso, composición de Anselmo Aieta y Francisco García Jiménez escrita en la segunda mitad de los años veinte.

Integraban la formación, además de Federico en la dirección, arreglos y primer bandoneón, Osvaldo Montes, Antonio Roscini y Antonio Príncipe, completando la fila de «fueyes»; Mauricio Misé, Alberto del Mónaco, Roberto Rotta y Emilio González, en violines; Ramón Arias, en contrabajo, y un muy joven José Colángelo, en piano.

En 1965, para reemplazar a Sosa, Federico incorporó a su agrupación a los cantores Roberto Ayala, quien tuvo una breve participación en esta orquesta, y Carlos Gari, quien por el contrario, permanece desde entonces y hasta nuestros días en la orquesta de Leopoldo. Ambos habían sido los ganadores de un concurso organizado por radio Splendid.

De inmediato, la orquesta grabó un nuevo disco larga duración para ese mismo sello, con la intervención de sus nuevos vocalistas en algunos temas además de la inclusión de algunos instrumentales de gran jerarquía, entre ellos dos, Guardia vieja y De vuelta al bulín, en los que la orquesta contó con el aporte en carácter de invitados del guitarrista Roberto Grela, además del guitarrón de Ernesto Báez y el contrabajo de Rafael Del Bagno.

Estas dos grabaciones son consideradas, en cierto modo, como un antecedente de lo que años más tarde constituyera el Cuarteto San Telmo que integraran precisamente Federico, Grela, Báez y Del Bagno. Otro disco larga duración dado a conocer en esa época, en el que se incluyeron temas de Francisco Canaro, contó con la colaboración del cantor japonés Yoshinori Yoneyama, en carácter de invitado.

Por otra parte, en 1963, cuando aún brindaba marco musical a Julio Sosa, Leopoldo había vuelto a actuar bajo la dirección de Mariano Mores, incorporándose al flamante Sexteto Rítmico Moderno, que el compositor de Tanguera había constituido, integrado por el propio Mores, en el piano; Martín Darré, encargado de los arreglos, en órgano; Federico, en bandoneón; Ubaldo De Lío, en guitarra; Aldo Nicolini, en contrabajo, y José Corriale, en batería. El sexteto grabó para el sello Odeon dieciséis temas en 1963, los cuatro primeros con la participación del cantor Néstor Fabián y los restantes instrumentales, y doce temas más entre 1966 y 1967, todos éstos instrumentales.

En 1968, y simultáneamente con la dirección de su orquesta, se incorporó como primer bandoneón de la orquesta de Canal 11, cuya dirección musical ejercía Osvaldo Requena.

Entre 1971 y 1972, grabó dos discos larga duración con un trío que completó con el pianista Osvaldo Berlingieri y el contrabajista Fernando Cabarcos, incluyendo algunos clásicos como El pollito, Canaro en París, Saludos, Nunca tuvo novio, Julián y El bulín de la calle Ayacucho, con el difundido tema de Piazzolla Adiós Nonino y algunas novedades como Sentimiento tanguero, de Demare, y Pisciano, Diagonal y la milonga Calentísima, los tres pertenecientes a Berlingieri y Federico.

El mencionado trío, conformado en el año 1970, prolongó sus actuaciones con esa misma formación hasta 1975, realizando además de esas grabaciones, presentaciones en los locales El Viejo Almacén y Malena al Sur. El conjunto destacaba tanto el ensamble grupal como el talento individual de sus integrantes como solistas.

Desvinculado Berlingieri del conjunto, su lugar fue ocupado por Oscar Britos, quien permaneció en él desde 1975 hasta 1977, viajando a Japón en 1976.

En 1977, Britos fue reemplazado por Orlando Trípodi, conformando así la última formación del trío hasta el 9 de abril de 1978, día en el que se produjo el fallecimiento de Cabarcos y la consiguiente disolución del grupo.

En realidad, Federico, al mismo tiempo que ha mantenido su gran orquesta, intervino y lo sigue haciendo, en conjuntos más pequeños, como es el caso del trío mencionado. En esas pequeñas agrupaciones, ha hecho gala de su extraordinaria creatividad para interpretar una amplia gama de estilos tanguísticos.

Así, aparte del aludido trío cuya actuación se extendió entre 1970 y 1978, ha formado parte también del cuarteto Pa’ que Bailen los Muchachos, el grupo Palais de Glace, el cuarteto San Telmo —en el que se lució la guitarra de Roberto Grela— y el trío que formó con este último y el violinista Antonio Agri.

Simultáneamente a su participación en las distintas formaciones del trío recordado en los párrafos anteriores, en 1973, acompañó con orquesta bajo su dirección al cantor sanjuanino Alberto Podestá, para la grabación de un disco long play con el título de Los éxitos de Alberto Podestá fue editado por el sello Music Hall.

Se incluyeron en él catorce temas, con arreglos de Federico en ocho de ellos y de Osvaldo Berlingieri en los seis restantes. Entre otros, formaron parte del álbum los tangos Tu amor ha de llegar, tema perteneciente al mismo Podestá en colaboración con el bandoneonista Roberto Vallejos; Lo que me hablaron de vos, con música de Leopoldo y letra de Raúl Gramajo, y Junto a tu corazón, un tango de Héctor Stamponi, Enrique Mario Francini y José María Contursi del que Podestá ha hecho una auténtica creación, además de los valses Acordándome de vos, compuesto por Aníbal Troilo con letra de Enrique Dizeo que Pichuco no grabó, y Bajo un cielo de estrellas.

También en 1973, con esa misma formación musical tuvo a su cargo la dirección orquestal y los arreglos del acompañamiento al cantor Héctor Mauré en la grabación de ocho temas que fueron editados en un long play del sello Music Hall, entre los que se incluyeron Será una noche, De igual a igual, Tengo miedo, Tormento, El vino triste y Cosas olvidadas.

Al año siguiente, nuevamente acompañó a Mauré en el doble rol de director y arreglador, en la grabación de otro disco larga duración para el mismo sello, el que fue editado bajo el título de Héctor Mauré le canta a Buenos Aires.

En este caso, fueron doce los temas incluidos en el disco y las tareas de grabación se realizaron entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre de 1974, siendo éstas, por otra parte, las últimas grabaciones de Mauré, quien falleciera repentinamente en el mes de mayo del año siguiente.

En 1975, Federico fue uno de los catorce solistas invitados para participar en la producción de Ben Molar titulada Los 14 de Julio de Caro, en la que cada uno de ellos participaba en tal carácter en uno de los temas, mientras que al año siguiente realizó su primera gira a Japón al frente de su orquesta.

Ya en 1983, brindó el marco musical de su orquesta a Edmundo Rivero, trabajo que recién fue editado en 1995 por el sello Polydor, quien lo difundió bajo el título de El último payador. Entre los temas incluidos en el mismo estuvieron Yira Yira, Cambalache, Amigos que yo quiero, A media luz, La última curda, Silencio y Yo tengo fe, tema perteneciente al propio Rivero con letra de Mario Batistella.

En los años 1987 y 1988, ejerció la dirección y realizó los arreglos musicales de un cuarteto que completaban nuevamente el pianista Oscar Britos, el contrabajista Fernando Cabarcos —hijo de aquel que participara en su trío de los setenta—, y el violinista Fernando Suárez Paz. El conjunto se formó con la finalidad de acompañar al cantor Carlos Barral en la grabación de doce temas, editados en un disco compacto titulado Aristocracia de arrabal recién en el mes de junio de 2003. Su segundo viaje a Japón se concretó en diciembre de 1999. Las actuaciones en vivo realizadas en esta oportunidad fueron recopiladas en un magnífico cd titulado De antología.

Acompañaron a Leopoldo, director y primer bandoneón del conjunto, el pianista Nicolás Ledesma; los violinistas Damián Bolotín — quien realizó los solos—, Briggita Danao, Mauricio Svidovsky y José Mancuso; los bandoneonistas Antonio Príncipe y Héctor Lettera; el cellista Diego Sánchez; el contrabajista Horacio Cabarcos —hijo de su viejo compañero en el trío de los setenta—, y el cantante Carlos Gari.

Entre septiembre y diciembre del año 2000, participó como bandoneón solista de la orquesta que bajo la dirección y arreglos de Osvaldo Requena grabó doce temas pertenecientes a ambos músicos, que fueran editados en un compacto significativamente identificado como Coincidencias, título de una de esas doce composiciones, la mayoría de las cuales, dedicada a otros músicos del tango e inclusive, a personalidades de otros ámbitos, como por ejemplo el doctor Daisaku Ikeda, el poeta de la paz.

Completaban la orquesta además del pianista y director y de Leopoldo Federico, el violín solista de Ángel Bertero, los violines de Sergio Polizzi, Pablo Borzani, Pablo Agri —hijo de Antonio— y el esperancino Fabián Bertero; la viola, a cargo de Aby Rojze; el violoncello de Patricio Villarejo; los bandoneones de Carlos Pazo y Alejandro Zárate, y el contrabajo del siempre presente Horacio Cabarcos.

En un reportaje concedido a la revista Cabal, publicado en el número correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 2005, señalaba que por entonces «su orquesta estaba formada por once músicos, dado que uno de sus integrantes se había radicado en Japón». Comentó también en esa ocasión que la misma «concretaba actuaciones en forma esporádica, las que habitualmente eran producto de las gestiones que a tal fin realizaba Cabarcos». Así en ese año, además haber actuado en Montevideo en el homenaje a Gardel al que ya se hiciera referencia, se presentó al frente de sus músicos durante varias semanas en el local del Torcuato Tasso y en el Séptimo Festival del Tango.

Como compositor, la extensa tarea de Federico se inició en 1949 con el tango Conmigo siempre estás, continuando luego con otras excelentes expresiones del género como Festival, Lo que me hablaron de vos, con letra de Roberto Gramajo, grabado por las orquestas de Francisco Rotundo con la voz de Enrique Campos el 10 de septiembre de 1956 y la de Carlos Di Sarli, cantando Jorge Durán el 25 de abril de 1957, en las que fueron las dos primeras de una significativa cantidad de versiones grabadas de este tema; Tango al cielo; Cabulero, en colaboración con Manuel Flores; Éramos tan jóvenes; Cautivante; la milonga Al galope, escrita con Julio Rubio; Sentimental y tanguero, escrito en colaboración con Víctor Felice, y Milonguero de hoy, de 1960, a la que podría identificarse con el cierre de la primera etapa de su producción.

A esta primera etapa, siguieron cronológicamente los once temas en colaboración con Requena que integraron el ya comentado disco compacto editado en 2000, comenzando la serie de estas composiciones en 1968 con los temas Preludio nochero y Capricho otoñal; a los que siguieron A Roberto Guisado, escrito para al recordado violinista que durante más de treinta años colaboró en las formaciones de Carlos Di Sarli; A Héctor Ernié, Retrato de Julio Ahumada, Evocando a Paquito Requena, Coincidencias, séptima obra en común y que como ya se dijera da título al trabajo; Al flaco Paz, en homenaje al recordado pianista de Francini Pontier, desaparecido a comienzos de la década del 70; Hiroko en Buenos Aires, dedicado a este destacado ciudadano japonés, representante de sadaic en Japón y gran difusor del tango en ese país; el ya mencionado Al poeta de la paz, y el último de ellos, titulado Concertante, escrito en el año 1999.

Sigue luego la etapa más reciente de sus composiciones, entre las que se encuentran siete que han sido incluidas en un disco compacto editado en junio de 2010 bajo el título de Raras partituras, en el que Federico participó como intérprete solista de bandoneón en la totalidad de los temas que integran el álbum, acompañado por la orquesta El Arranque, una notable agrupación contemporánea que integran Camilo Ferrero y Ramiro Boero, como primer y segundo bandoneón respectivamente; Guillermo Rubino y Gustavo Lulé, como primer y segundo violín; Ariel Rodríguez, en piano; Ignacio Varchausky, en contrabajo, y Martín Vázquez, en guitarra eléctrica, participando Noelia Moncada, con su voz en los temas cantados.

Los diez temas incluidos fueron de la inspiración de Leopoldo, algunos en colaboración con otros compositores. De ellos, tres ya habían sido estrenados con anterioridad: Milonguero de hoy, Evocando a Paquito Requena y Capricho otoñal, mientras que los siete nuevos fueron titulados A Ernesto Sábato, Zamba de la extranjera, Es para Horacio Salgán, Cautivante, Póker, Milonga para Don Ángel y Cuando te pienso en zamba. En el caso de Cautivante, la interpretación está a cargo de Federico acompañado sólo por los dos bandoneonistas integrantes de la formación.

Federico falleció el Buenos Aires el 27 de diciembre de 2014, dieciséis días antes de cumplir 88 años de edad. A esa fecha aún presidía la Asociación Argentina de Intérpretes, cargo que ocupaba desde 1996.

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