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Documento 7
ОглавлениеAbril 20 de 1683
Carta de Kino al padre Francisco de Castro (97)
Pax Christi Iesu
Mi amantísimo padre Francisco de Castro.
Desde que, a 18 de marzo, salimos de la barra del río de Sinaloa, por falta de vientos favorables, quedamos cinco días en la cercanía de los cerros e islas de San Ignacio; pero a 25 del dicho mes de marzo, día de la Anunciación de Nuestra Señora, quiso su divina Majestad que llegáramos a dar vista a la California, sin perder de vista la tierra de Sinaloa y los dichos cerros de San Ignacio; pues de travesía no hay más de 35 leguas.
A 31 de marzo, día en que acabábamos una novena al glorioso San Joseph, entramos en la gran bahía de Nuestra Señora de La Paz, que tiene su entrada en 24 grados y 55 minutos de altura.
El día siguiente, primero de abril, entramos caminando al sur hasta la boca del puerto de La Paz, y algunos saltaron en tierra y hallaron un lindísimo ojo de agua, muchísima leña, un carrizal, un lindo palmar, rastros de indios, etc.
A dos de abril saltamos casi todos en tierra, fabricamos una cruz muy grande y la pusimos en un altillo, y nos volvimos a dormir a los navíos.
A 3 de abril, sábado, saltamos otra vez en tierra; pero sin hallar ni ver ningún indio, que era para nosotros grandísimo desconsuelo.
El domingo, en las dos lanchas, entramos más adentro en la ensenada de este puerto de La Paz, que está en 24 grados de altura y 10 minutos, y tampoco no hallamos ni vimos indios. A la tarde se pescó con el chinchorro una grandísima cantidad de lindísimo pescado. Y como, aunque de lejos, vimos unas humaredas, el lunes empezamos a fabricar una pequeña iglesia y un fuertecito, o real, de Nuestra Señora de Guadalupe. Y desde este día, empezamos a dormir y vivir en tierra.
El martes al tiempo que, por la mañana, casi toda la gente estaba desmontando un altillo y cortando madera para nuestras fábricas, oyéronse unos gritos de indios que venían hacia este puerto, luego acudieron a sus armas todos los soldados; llegaron los indios con mucha gritería, armados de arcos y flechas y embijados en señal de guerra, a lo menos defensiva, y haciendo demostraciones que nos fuéramos de sus tierras. Nosotros procuramos darles de entender que veníamos de paz, y les pedimos pusieran sus armas en el suelo, que nosotros haríamos lo mismo, pero no quisieron.
Nos fuimos a ellos el padre Goñi y yo; les dimos maíz, bizcocho y coscates, que no lo quisieron recibir de nuestras manos y pidieron se lo pusiéramos en el suelo, hasta que después lo iban tomando de nuestras manos y entramos en mucha amistad y familiaridad y nos dieron mezcales tatemados buenos, redecillas muy bien hechas y plumas de pájaros que tenían en sus cabezas, etcétera.
Les enseñamos un santo Cristo y otro día una Nuestra Señora de Guadalupe, pero nunca dieron señal de tener o haber tenido alguna noticia de estas cosas, aunque como algunos de los nuestros sospechaban, no había que fiarse de ellos.
El miércoles se prosiguió en cortar árboles y palmas muy grandes, formando y fabricando un fuertecito, en forma de media luna, y nuestra pequeña iglesia.
El jueves se cogió una grandísima cantidad de muy lindo pescado, que hubo para tres días y más, en gran cantidad, para toda la gente.
El viernes volvieron otra vez los indios, acompañados de otros muchos más, en todos más de 80; todos de paz y de mucha amistad, pidiendo maíz, que ellos llaman aguax, que es para ellos grandísimo regalo, y lo comen como si fueran unos confites. Y después que les dimos maíz y les enseñamos hacer la señal de la santa cruz, al ponerse del sol, muy contentos se entraron a dormir en el monte, diciendo volverían al día siguiente. Y volvieron, y los tuvimos aún mucho más familiares, amigos y dóciles.
Les pusimos una adarga, que es como un bocel de cuero, a que le tiraban con sus flechas, pero todas se hacían pedazos sin pasarla; tiráronle nuestros soldados con un arcabuz y la pasaron con la bala; de que se admiraron y espantaron los indios muchísimo. Y, a la tarde, se fueron a sus rancherías.
El domingo de ramos bendecimos y repartimos muy lindas y muchas palmas. El lunes y los demás días se continuaba la fábrica de la pequeña iglesia y del fuerte o real, y se daba carena a la Capitana para pasar a Yaqui por bastimentos y caballos.
El martes envió el señor Almirante 9 soldados la tierra adentro para ver si había algún río, laguna o ranchería; y como por ir a pie no entraron más de tres leguas, no hallaron río ni ranchería. Vieron, desde un altillo, unas humaredas, una laguna y lindas llanadas. Presto, siendo nuestro Señor servido, entraremos más adentro y hasta a la contracosta, que no puede distar de aquí más de 20 leguas.
El miércoles se confesaron muchos de los señores españoles.
El jueves se confesaron otros; y comulgaron el señor Almirante, los señores capitanes y muchos señores soldados y marineros. A la tarde nos vinieron a ver más de 40 indios; casi la mayor parte de ellos era de los que no habían venido las otras veces. Aprendieron a hacer la señal de la santa cruz con muchísima docilidad y amistad. Les dimos maíz, pinole y pozole. Fueronse al monte a dormir debajo de los árboles. Y hubo sermón para los señores españoles.
El viernes volvieron los indios con una carguita de leña, pues habían visto que el día antecedente habíamos premiado a los que nos habían cargado leña. A medio día se volvieron a su ranchería. A la tarde hubo otro sermón de la pasión de Nuestro Señor.
El sábado santo cantamos las letanías y dijimos misa como se acostumbra; y, al gloria in excelsis y, otras cinco veces, en la misa se disparó la mosquetería, con repique de campanas y mucha fiesta.
La tierra es buena y de buen temple, de mucho pescado, leña, pájaros, venados, conejos, etc. Sembramos maíz, melones, sandías, etc.; y esperamos que de todo se ha de dar, y confiamos que de aquí, a pocos meses, podremos empezar a ir bautizando, pues estos indios me parecen los más dóciles, afables, risueños y joviales que tiene toda la América.
De este real de Nuestra Señora de Guadalupe y de este puerto de La Paz de las Californias, y abril 20 de 1683 años.
Muy siervo de Vuestra Reverencia.
Eusebio Francisco Kino
97- HL 9995. Burrus [13]: 191-196.